- Unidad de los cuerpos de seguridad y las Fuerzas Armadas. No se detectan fisuras-al menos de cierto peso- en el interior de los cuerpos de seguridad y las Fuerzas Armadas, sino que los miembros de los mismos aparecen como una nueva clase social –una suerte de lo que era la nomenklatura en los países comunistas- y como tal no está dispuesta ni a ceder en nada ni a compartir sus privilegios con otros grupos sociales. No esperen ni golpes de Estado ni algaradas militares, ¡olvídense!
- Inexistencia de un proyecto unitario de la oposición. La oposición democrática es hoy día un conjunto de fuerzas divididas, con diversas estrategias políticas bien diferenciadas, sin un liderazgo claro y un programa definido que ofrecer a la sociedad venezolana y muy desautorizada por haber aceptados unos diálogos con el ejecutivo de Caracas que eran una trampa clara, en la que cayeron como unos ingenuos (¿?). La situación es muy adversa para la oposición, fruto de las divisiones internas y las rivalidades personalistas entre sus diferentes líderes, y no constituye, ¡desde luego!, ningún peligro para el régimen de Maduro.
- Soporte más que suficiente de la comunidad internacional al régimen. El régimen socialista venezolano no está solo en la escena internacional, tal como nos han pretendido presentar sus enemigos en el exterior y nos querían hacer creer el Grupo de Lima y otras cancillerías latinoamericanas. Venezuela cuenta en la escena internacional con el apoyo de numerosos países, tales como China, Rusia, Irán, Corea del Norte, Siria, Cuba, India, Bielorrusia, Nicaragua, México y, muy probablemente, en poco tiempo con el de Argentina tras el cambio de gobierno en este país. Si examinan bien esta nómina de países, casi la mitad de la población del mundo vive en países que apoyan a la Venezuela de Maduro.
- Suficiente soporte económico para resistir por mucho tiempo. El régimen cuenta al día con una producción de petróleo mucho más baja que hace una veintena de años, habiendo pasado de 3,5 millones de barriles a algo menos de 800.000, pero sin embargo con un barril a algo más de 60 dólares tiene dinero más que suficiente para resistir durante mucho tiempo el bloqueo norteamericano y la grave crisis que se abate por el país. No hay nubarrones, no se engañen.
- Apoyo social mínimo pero suficiente para seguir con legitimidad. El apoyo social ha decaído pero sigue contando con millones de funcionarios que viven y dependen del régimen –casi tres millones-, miles de personas integradas en los famosos “colectivos” armados y en las filas del oficialismo y un numeroso sector social que vive de las ayudas que les da el gobierno.
- El éxodo venezolano beneficia al régimen. Haber tolerado que millones de personas, entre las que destacan las más jóvenes y preparadas, hayan salido a través de las fronteras venezolanas, es un craso error que han cometido sus vecinos, como Brasil y Colombia. La salida de los más jóvenes, que serían los más aptos para liderar una protesta contra el régimen, solamente beneficia a Maduro, que la incentiva y al recibe con satisfacción. Este éxodo incentivado ha sido la mayor ayuda que le pueden haber prestado esos países a la dictadura narcosocialista. El régimen de Maduro ha sido mucho más inteligente que sus vecinos y ese es un factor determinante a la hora de haberlo consolidado.
- El PSUV es el único partido político realmente organizado en el país. Es triste, pero así es la realidad del país. Mientras la oposición es una amalgama de fuerzas divididas, atomizadas y fragmentadas por los egos y los personalismos, el Partido Socialista Unificado de Venezuela es una fuerza sólida, presente en todo el país, con capacidad de movilización y organización y unida.
- Los Estados Unidos no intervendrán en Venezuela. Estados Unidos, al menos por ahora y sumidos en plena campaña electoral norteamericana, no van a intervenir en Venezuela, sobre todo teniendo en cuenta que el presidente norteamericano, Donald Trump, aparece favorito en las encuestas y que tiene el camino despejado para ser reelegido. Nadie se va a embarcar en una incierta guerra de impredecibles resultados para perder las elecciones, al menos hasta que pasen las próximas, previstas para noviembre del próximo año. Maduro, animal político, lo sabe y tiene un año más de vida.
- El pueblo venezolano, preocupado por sus necesidades básicas y hastiado, no se levantará contra Maduro. Los venezolanos dedican la mayor parte del día a la búsqueda de productos básicos y alimentos para dar algo a sus familias, a buscar medios de transporte para llegar a sus casas o a sus trabajos y, en definitiva, a sobrevivir malamente en un mundo realmente adversos en todos los órdenes de la vida. El pueblo venezolano bastante tiene con sobrevivir para aventurarse a una revuelta casi condenada al fracaso visto lo visto hasta la fecha.
- La máxima del régimen es “socialismo o muerte”; sin una estrategia militar será imposible derrotarlo. Esta asunto es clave: la revolución basó desde un principio su estrategia en sobrevivir a muerte sin buscar la legitimidad democrática. Es decir, el régimen exhibió su naturaleza democrática ante la comunidad internacional más como una forma de proyectarse hacia el exteriot que como una forma de funcionamiento interno del mismo. La legitimidad democrática de cara a su sociedad es algo que sencillamente le daba igual. La revolución de los Chávez y los Maduro solamente morirá matando, muy al estilo de los regímenes de Ceausescu y Gadafi, en Rumania y Libia, respectivamente, y no a través de una vía democrática, nunca contemplada como una opción seria de cambio por parte del régimen. Maduro no se suicidará en las urnas.
- Demasiados interés creados en torno al régimen para que caiga por movimientos en su interior o un golpe de Estado. Los distintos actores que apoyan al régimen –Fuerzas Armadas, GNB, PSUV, Colectivos, sindicatos oficialistas y otras fuerzas- no han dado señales de querer un cambio dentro del mismo ni tampoco han mostrado fisuras. El control de los negocios y del Estado, que vampirizan en provecho propio, y los pingües beneficios que obtienen del narcotráfico, junto con numerosos privilegios y prebendas, constituyen el mejor “cemento” para sostener el edificio del régimen. No hay nada en el mundo que una más a la gente que el dinero, ¿no creen?
- No hay nadie ni en el plano político ni militar que pueda competir en el interior con el régimen. Esa es la verdadera tragedia de la Venezuela de hoy, mayor quizá que el caos social, político y económico que vive la nación, pues un país sin posibilidad de un recambio político carece de esperanza y perspectivas de una salida democrática a este oscuro panorama. El régimen venezolano, al igual que el cubano, parece consolidarse con el paso de tiempo y ahogando, en un proceso de fagocitación, cualquier expectativa de cambio.
Doce razones por las que el régimen de Maduro no caerá próximamente
08
de Diciembre
de
2019
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Pese al optimismo inicial que había hace unos meses, cuando fue proclamado presidente de Venezuela Juan Guaidó y parecía que al régimen de Nicolás Maduro le quedaban días, el dictador venezolano sigue firme en el poder, desafiando a la oposición y a la comunidad internacional. Y su final, lejos de lo que se esperaba, parece ser un escenario bastante lejano a tenor de determinados elementos a tener en cuenta y que examinaremos a continuación. Mas bien, me atrevería a decir que estamos en una situación bien distinta a la de hace unos meses: el régimen de Maduro se muestra más fuerte que nunca, exhibiendo músculo y una fortaleza desconocida, y la oposición democrática aparece debilitada, dividida y carente de iniciativa política. ¿Por qué no caerá Maduro? Acá están las principales razones.
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