Netanyahu y Trump juegan con la vida de millones de palestinos

El primer ministro israelí afirma que hay gobiernos dispuestos a recibir a la población palestina, mientras Trump califica Gaza de “trampa mortal” y quiere que EE.UU. controle el territorio ocupado

08 de Abril de 2025
Actualizado a las 18:04h
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Dos criminales juegan con la vida de millones de palestinos

Desde Washington, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha lanzado una gran mentira que ha sacudido a la comunidad internacional: “Hay países dispuestos a acoger a la población de Gaza”. En medio de la devastación que vive el enclave ocupado palestino por la ofensiva militar israelí, el dirigente ha planteado un escenario donde los gazatíes puedan ser desplazados a otros estados, sin concretar cuáles ni bajo qué condiciones. La reunión la han mantenido dos personas que pueden perfectamente ser calificadas como "criminales". El presidente estadounidense fue condenado por 34 delitos en el Caso Stormy Daniels. El primer ministro israelí está en situación de "busca y captura" acusado de crímenes contra la humanidad. 

“Nosotros no les hemos encerrado”, dijo Netanyahu, alegando que son otros los que impiden la salida de los civiles del enclave. Comparó la situación con conflictos como los de Siria o Ucrania, donde –según él– la población pudo escapar. “Deberían poder ir a donde quieran”, añadió, presentando este posible éxodo como una “elección libre” para los palestinos.

Trump: “Gaza es una trampa mortal”

En la misma comparecencia, el presidente Donald Trump, reforzó esa visión. “Gaza es un lugar en el que nadie quiere vivir. Es una trampa mortal”, afirmó. Mostró su deseo de que la guerra termine, aunque añadió con escepticismo que no cree que ocurra “en un futuro demasiado cercano”.

Netanyahu sugiere reubicar a los gazatíes que queden con vida fuera de su tierra

Trump llegó incluso a sugerir que Estados Unidos debería “controlar” Gaza, calificando la Franja como “una pieza inmobiliaria muy valiosa”. En un tono deshumanizado y criminal, comparó el territorio devastado por bombardeos con una propiedad frente al mar que nunca debería haberse cedido a los palestinos. “Israel nunca debió entregar Gaza”, sentenció, refiriéndose a la retirada de las colonias israelíes en 2005. Otra mentira que queda impune ante la mirada de un mundo que nmo hace nada paar evitar el asesinato

¿Un plan de limpieza demográfica?

La propuesta de Netanyahu, aunque presentada como una medida humanitaria, es un intento encubierto de desplazamiento forzoso de la población palestina. Organizaciones de derechos humanos temen que, bajo la excusa de “ayuda”, se impulse la expulsión masiva de los civiles gazatíes, contraviniendo el derecho internacional.

Este tipo de desplazamientos forzosos están prohibidos por la Cuarta Convención de Ginebra, salvo si se trata de evacuaciones temporales por razones de seguridad. El hecho de que Netanyahu hable de reasentamientos permanentes, sin mencionar el derecho de retorno, ha despertado alarmas en distintas capitales europeas y organismos internacionales.

Un genocidio que no cesa y rehenes aún en manos de Hamás

En su intervención, Netanyahu también se refirió a los rehenes israelíes que aún siguen en manos de Hamás. Aseguró que están trabajando en un nuevo acuerdo para su liberación y subrayó la “agonía insoportable” que viven sus familias. No obstante, no dio detalles sobre las negociaciones en curso.

Mientras tanto, la ofensiva sobre Gaza continúa y la situación humanitaria es cada vez más crítica. Naciones Unidas estima que más del 70 % de la población del enclave ha tenido que abandonar sus hogares. El suministro de agua, alimentos y medicinas es escaso, y los hospitales están colapsados.

Trump, por su parte, se refirió también al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con quien asegura tener una relación “excelente”. Afirmó que Erdogan “ha logrado lo que nadie en 2.000 años: conquistar Siria”, y se ofreció a mediar entre Turquía e Israel para evitar nuevos enfrentamientos. “Podemos resolver cualquier problema si eres razonable”, dijo dirigiéndose a Netanyahu.

La implicación de Turquía en Siria, tras la caída del régimen de Bashar al Assad a finales de 2024, ha generado tensión en la región. Israel teme que Turquía utilice territorio sirio como base de ataques, algo que Netanyahu rechazó tajantemente: “No queremos que Siria sea utilizada por nadie para atacar a Israel”.

El silencio sobre los países que acogerían a los palestinos

Una de las cuestiones más inquietantes es el silencio sobre qué países estarían dispuestos a recibir a millones de palestinos expulsados de Gaza. Netanyahu no quiso dar nombres, y Trump no aportó detalles. Algunos medios israelíes han especulado con que se trataría de países africanos o latinoamericanos, aunque no hay confirmación oficial.

Varios gobiernos ya han salido al paso asegurando que no participan en ningún plan de recolocación de población gazatí, como Egipto y Jordania, que han reiterado su rechazo a cualquier intento de vaciar Gaza. Naciones Unidas, por su parte, ha insistido en el derecho de los palestinos a permanecer en sus tierras y ha recordado que la solución al conflicto no pasa por la expulsión de sus habitantes.

La estrategia discursiva de Netanyahu y Trump busca justificar lo que muchos consideran una forma de limpieza étnica. Al presentar la salida de los gazatíes como una “libre elección”, se oculta la presión real a la que están sometidos: bombardeos, asedio, hambre y desesperación.

Expertos en derecho internacional alertan de que este tipo de declaraciones sientan un precedente peligroso. “No se puede hablar de elección cuando no hay condiciones mínimas de seguridad ni dignidad para permanecer en el lugar de origen”, ha denunciado la jurista israelí Yael Berda, profesora en Harvard.

La comunidad internacional, entre el desconcierto y la pasividad

Mientras tanto, la respuesta internacional ha sido, en el mejor de los casos, tibia. La Unión Europea aún no ha condenado explícitamente las palabras de Netanyahu, y Estados Unidos mantiene una postura ambigua, entre la defensa de su aliado y las críticas internas por la gestión del conflicto.

Lo que está en juego no es solo el destino de la población de Gaza, sino el respeto al derecho internacional y a los principios fundamentales de los derechos humanos. Si se permite que un líder proponga el desplazamiento forzoso como solución aceptable, se abre la puerta a justificar atrocidades similares en otros conflictos del mundo.

Gaza no es un solar a repartir

Gaza no es una “propiedad inmobiliaria” ni un “problema” que pueda resolverse sacando a su gente. Gaza es un territorio habitado por más de dos millones de personas que tienen derecho a vivir en paz, en su tierra y con dignidad. Las declaraciones de Netanyahu y Trump no solo normalizan la expulsión masiva, sino que alimentan una narrativa peligrosa que puede tener consecuencias irreversibles.

Lo que está ocurriendo es mucho más que una guerra: es un ataque al derecho de un pueblo a existir. Y eso, en pleno siglo XXI, no debería permitirse.

 

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