Netanyahu y su gobierno: la masacre en Gaza que el mundo no puede ignorar

La ofensiva israelí en Palestina ha sobrepasado todos los límites. Las cifras del horror se multiplican mientras la comunidad internacional asiste a una matanza impune

03 de Marzo de 2025
Actualizado el 04 de marzo
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Netanyahu y su gobierno: la masacre en Gaza que el mundo no puede ignorar
En Gaza hay 42 millones de toneladas de escombros, creados por la destrucción de edificios, carreteras y otras infraestructuras, que además contienen amianto y otros contaminantes peligrosos y restos humanos. | Foto: UNRWA

El gobierno de Israel, liderado por Benjamín Netanyahu, ha emprendido una ofensiva en Gaza que se inscribe entre las peores atrocidades de las últimas décadas. Detrás de la retórica de la autodefensa, las imágenes y los informes de organismos internacionales revelan una realidad brutal: bombardeos a hospitales, asesinatos de niños y bloqueos que condenan a la población palestina al hambre y la muerte. Esta no es una guerra, es un exterminio sistemático que el gobierno de Israel justifica sin escrúpulos.

Las cifras de la barbarie

Desde el inicio de la ofensiva, las cifras de la devastación se han disparado. Según la ONU, más de 30.000 palestinos han muerto, entre ellos miles de niños, y los heridos superan los 60.000. En el lado israelí, las víctimas civiles han sido considerablemente menores, lo que pone en evidencia el desproporcionado uso de la fuerza por parte del ejército israelí.

Organismos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han denunciado crímenes de guerra, evidenciando el uso de armas prohibidas y ataques deliberados contra la población civil. La Corte Penal Internacional ha recibido denuncias y, aunque la presión diplomática de Israel y sus aliados frena procesos judiciales, el peso de las pruebas es irrefutable.

Netanyahu: un líder sin escrúpulos

El primer ministro Benjamín Netanyahu ha demostrado, una vez más, que está dispuesto a cualquier cosa para mantenerse en el poder. Enfrentado a escándalos de corrupción y con una caída en su popularidad, ha intensificado la ofensiva en Gaza como una estrategia política. La crisis interna en Israel ha sido desplazada por un discurso bélico que aviva el miedo y la xenofobia, permitiéndole aferrarse al cargo con el apoyo de sectores ultranacionalistas y fundamentalistas religiosos.

Su política se basa en la deshumanización de los palestinos. Con un lenguaje que recuerda a las peores narrativas genocidas, Netanyahu y su gabinete justifican bombardeos a campamentos de refugiados y la destrucción total de barrios enteros con la excusa de eliminar a "terroristas". Bajo su mandato, Gaza ha sido convertida en un campo de exterminio a cielo abierto.

La complicidad de Occidente

Estados Unidos y la Unión Europea han reaccionado con tibieza. Mientras la administración Biden sigue enviando ayuda militar a Israel, la UE mantiene sanciones y condenas simbólicas, pero sin acción concreta para frenar la masacre. La doble moral de la comunidad internacional es indignante: lo que en Ucrania se condena como crímenes de guerra, en Palestina se justifica con excusas vacías.

El lobby pro-israelí en Washington y Bruselas ejerce una presión brutal sobre políticos y medios de comunicación, buscando silenciar las críticas y perpetuar una narrativa que equipara cualquier condena a Israel con antisemitismo. Sin embargo, voces dentro de la propia comunidad judía, como la escritora Naomi Klein o la organización Jewish Voice for Peace, han dejado claro que criticar a Netanyahu y su gobierno no es un ataque contra los judíos, sino una denuncia contra un régimen criminal.

Gaza: una catástrofe humanitaria sin precedentes

El asedio a Gaza ha destruido infraestructuras esenciales. La ONU ha alertado que el sistema de salud está colapsado, sin medicamentos ni electricidad. Médicos han tenido que amputar extremidades sin anestesia y las morgues no dan abasto. La hambruna acecha a la población: Israel ha bloqueado la entrada de alimentos y agua, utilizando el hambre como arma de guerra.

La destrucción de viviendas ha sido sistemática. Se estima que más del 60% de los edificios en Gaza han sido reducidos a escombros. Decenas de miles de personas han quedado sin hogar, vagando por un territorio donde no hay refugio seguro. La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) ha sido atacada tanto físicamente como a nivel diplomático, con intentos de desfinanciarla para asfixiar a la población palestina.

Los planes de Trump: limpieza étnica para un resort

Mientras el genocidio en Gaza continúa, la extrema derecha internacional, con Donald Trump a la cabeza, ya planea la expulsión masiva de los palestinos. Fuentes cercanas a su entorno han revelado planes para deportaciones forzadas bajo el pretexto de "reubicaciones humanitarias", una estrategia que encubre un auténtico proceso de limpieza étnica. En un giro aún más grotesco, se ha filtrado información sobre proyectos para construir un resort de lujo en tierras ocupadas, reforzando la idea de que, para Netanyahu y sus aliados, Palestina es un territorio a saquear y explotar sin ninguna consideración por la vida humana.

Este plan no es solo una continuación del expolio sistemático de los territorios palestinos, sino una amenaza directa a la estabilidad de toda la región. La normalización de crímenes de guerra y la impunidad con la que Israel actúa abren la puerta a una nueva era de opresión y desplazamientos forzados, con la complicidad de líderes ultraderechistas que ven en el sufrimiento palestino una oportunidad de negocio.

La evolución del sionismo: de idealismo a opresión

El sionismo nació en el siglo XIX como un movimiento de autodeterminación del pueblo judío, con el objetivo de establecer un hogar nacional en Palestina. Inspirado en la Biblia hebrea, su narrativa se basó en la idea del regreso a la "tierra prometida", un concepto profundamente arraigado en la historia judía. Sin embargo, lo que comenzó como una reivindicación identitaria ha evolucionado en una ideología nacionalista extrema, utilizada como justificación para la ocupación y la expulsión de los palestinos.

En sus primeras etapas, el sionismo tenía múltiples vertientes: desde el sionismo socialista, que promovía la convivencia con los árabes, hasta el sionismo revisionista, que abogaba por la expansión territorial. Con el tiempo, la corriente más agresiva ha prevalecido, transformando el proyecto de un Estado judío en una maquinaria de colonialismo y apartheid.

La Biblia hebrea, especialmente el libro de Josué, ha sido utilizada como argumento histórico para la anexión y la eliminación de la población autóctona. La idea de la "conquista de Canaán" ha sido reinterpretada por sectores ultranacionalistas para justificar la expansión de asentamientos y la limpieza étnica en Palestina, replicando un modelo de dominio basado en la supremacía religiosa y étnica.

Justicia y acción inmediata

El Tribunal Penal Internacional debe actuar. La impunidad de Netanyahu y sus ministros no puede prolongarse. La comunidad internacional debe imponer sanciones reales contra Israel, detener la venta de armas y exigir el fin del genocidio en Gaza. No se trata de política, se trata de humanidad.

Los gobiernos de países democráticos no pueden seguir justificando lo injustificable. La resistencia de la sociedad civil, con protestas en todo el mundo, es una luz de esperanza. La historia juzgará a los cómplices del genocidio, pero el pueblo palestino no puede esperar. Actuar ahora es un imperativo moral.

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