Se viene una guerra comercial a nivel mundial. La nueva política de aranceles que está imponiendo unilateralmente Donald Trump va a tener consecuencias catastróficas, sobre todo porque están impuestas desde el matonismo más absoluto, desde la posición del abusón de colegio. Sin embargo, los países no se están arrugando. El primer ministro canadiense, Justin Troudeau, ya anunció ayer que impondría a los productos estadounidenses, con un valor cercano a los 200.000 millones de dólares anuales los mismos aranceles que Trump ha impuesto a los de Canadá. Aún está pendiente la reacción de China, que, como no puede ser de otro modo, será tremebunda.
Trump afirma que los aranceles los pone para proteger la soberanía de los Estados Unidos. Sin embargo, la factura la pagarán los consumidores, los trabajadores que son víctimas del gran esquema Ponzi que representa Trump, mientras que sus financiadores, es decir, las grandes fortunas y las corporaciones multinacionales, ganarán más dinero.
Canadá y China se resisten. La Unión Europea, que, de momento, no ha sido señalada por el presidente estadounidense, ya se está preparando para la guerra. Así lo ha advertido el ministro de Exteriores español, José Luis Albares, quien ha señalado que la UE tiene la firmeza, determinación y los instrumentos necesarios para luchar contra Trump. "Nadie gana en una guerra arancelaria", ha afirmado el ministro.
Los efectos inflacionarios de las medidas que pretende imponer Estados Unidos afectarán de manera directa a los intereses europeos y españoles. Sin embargo, la UE dispone de una política comercial común fuerte que servirá como herramienta para defendese de la agresión estadounidense.