El final de la OTAN cada vez más cerca

La decisión de la UE de crear su propio sistema militar, con la puesta en marcha de un Ejército europeo, diluye la importancia de la Alianza Atlántica

10 de Marzo de 2025
Actualizado a las 15:02h
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La OTAN sigue de cerca los movimientos de tropas rusas en Bielorrusia.
La OTAN sigue de cerca los movimientos de tropas rusas en Bielorrusia.

La Unión Europea ha movido ficha al dar el primer paso hacia la creación de un Ejército propio. Von der Leyen ha anunciado un primer paquete de inversión de 800.000 millones de euros, el mayor proyecto militar de la historia del viejo continente. Los líderes europeos han entendido que, o nos defendemos después de que Trump haya retirado el paraguas defensivo estadounidense, o estamos a merced de la Rusia de Putin.

El salto es histórico, cualitativo, y cabe preguntarse qué pasará a partir de ahora con la OTAN, la organización del tratado del Atlántico norte que hasta hoy había defendido los intereses defensivos de los países occidentales. Si Europa se blinda, poco sentido puede tener ya una alianza militar cuyo primer patrocinador es Estados Unidos de América. Además, Trump está presionando a los aliados (más bien chantajeando) para que inviertan más en Defensa, aunque quizá habría que decir en comprar material bélico a las grandes multinacionales yanquis. El magnate neoyorquino quiere que los diferentes países incrementen su nivel de inversión en armamento hasta el 2 por ciento. España, hoy por hoy, no llega a las exigencias del actual inquilino de la Casa Blanca.  

La OTAN nació con el Tratado de Washington, firmado el 4 de abril de 1949. Fue parte de una estrategia defensiva, la de los países capitalistas, ante el bloque comunista, que en 1955 organizaría el Pacto de Varsovia, el ejército propio de las naciones en la órbita comunista liderada por la URSS. De alguna manera, la OTAN resultó ser una consecuencia lógica de la Guerra Fría y del sistema de disuasión nuclear entre ambos bloques. Hoy, con el tablero del orden mundial roto por completo, con la alianza atlántica herida de muerte por los delirios nacionalistas y narcisistas de un presidente norteamericano que ve a sus aliados como enemigos, ese esquema se ha quedado obsoleto. Si Europa logra fortalecer su sistema defensivo, y si Trump sigue instalado en la política del unilateralismo, el aislacionismo y la autarquía, la OTAN podría perder su sentido, quedar como una reliquia del pasado herida muerte y con los días contados.

Pero más allá de las paradojas económicas y geoestratégicas, están las contradicciones políticas. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, la organización transatlántica acogió a numerosos nuevos miembros, entre ellos varios que formaban parte del Pacto de Varsovia (las incorporaciones más recientes son la de Finlandia en abril de 2023, y la de Suecia en marzo de 2024 tras superar el veto húngaro). ¿Qué sentido tiene que países como Hungría, tradicional aliada de la Rusia de Putin, forme parte del club militar occidental? Hungría se unió a la OTAN el 12 de marzo de 1999, junto con Polonia y la República Checa, en un esfuerzo por ampliar la organización hacia el este tras el final de la Guerra Fría. Esta expansión marcó un momento importante en la integración de Europa Central en las estructuras de seguridad occidental. Además, la base aérea Pápa, en Hungría, es utilizada para operaciones estratégicas de la OTAN, incluyendo el programa de capacidades de transporte aéreo pesado (SAC). Que un gobernante como Viktor Orbán, el presidente húngaro amigo y confidente de Putin, tenga poder sobre una base de la OTAN es tanto como poner al lobo a cuidar de las gallinas. Un topo en la organización más bunkerizada que existe, facilitando información al enemigo, no tiene demasiado sentido.

Una Europa militarmente poderosa e independiente de Washington (a la que podrían unirse países como Canadá y Australia) diluye la necesidad de la OTAN. A todo ello se une que China, el gran competidor y enemigo actual de Estados Unidos, es uno de los principales suministradores de componentes y piezas para la industria militar europea. Ese acercamiento de la UE al régimen de Pekín deshilacha aún más la alianza atlántica, que ha venido garantizando la seguridad de Occidente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En esa línea, el presidente francés Emmanuel Macron, ha puesto a disposición de Bruselas todo su arsenal nuclear. El paraguas francés es muy inferior al poderío atómico ruso heredado de la Unión Soviética, pero podría servir como elemento disuasorio mientras la UE organiza sus propias fuerzas armadas.

Donald Trump ha expresado en varias ocasiones su descontento con la OTAN, argumentando que algunos países miembros no cumplen con sus compromisos financieros en Defensa. Durante su mandato anterior, ya planteó la posibilidad de que Estados Unidos abandonara la alianza si no se realizaban cambios significativos. Sin embargo, la disolución de la OTAN sería un proceso complejo y requeriría un consenso entre los países miembros, lo que hace que sea poco probable que un solo líder pueda “liquidarla” por completo.

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