Al Golani, el yihadista occidentalizado

El aclamado como héroe y libertador que ha puesto fin a la dictadura de Al Asad en Siria trata de ofrecer su perfil más moderado para no despertar el miedo de Occidente

12 de Diciembre de 2024
Actualizado el 14 de diciembre
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Al Golani, el primero por la izquierda, en una imagen de archivo.
Al Golani, el primero por la izquierda, en una imagen de archivo.

Abu Mohammad al Golani, el hombre que ha derrocado al dictador Bachar al Asad, ha sido una figura central en el conflicto sirio desde sus inicios. Nacido en 1982 en Arabia Saudita (su nombre real es Ahmad al-Sharaa), Al Golani se trasladó a Siria con su familia en 1989. Su trayectoria en el islamismo comenzó a los 18 años, influenciado por la intifada palestina.

En 2003, Al Golani se unió a Al Qaeda en Irak, donde rápidamente ascendió en el escalafón militar. Durante la invasión estadounidense de Irak, fue detenido por el ejército estadounidense y pasó varios años en prisión. Tras su liberación, fue enviado a Siria por Abu Bakr al-Baghdadi, líder del Estado Islámico de Irak, para establecer una filial de Al Qaeda en Siria, conocida como Jabhat al-Nusra.

Jabhat al-Nusra se convirtió en una de las organizaciones más eficaces y mortíferas en la lucha contra el régimen de Bashar al Asad. Sin embargo, en 2016, Al Golani rompió públicamente con Al Qaeda y disolvió Jabhat al-Nusra para formar Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo que buscaba distanciarse de la agenda global yihadista y centrarse en la gobernanza local en Siria.

A lo largo de los años, Al Golani ha intentado labrarse la imagen de un líder más moderado, buscando legitimidad internacional y distanciándose de sus vínculos con Al Qaeda. En 2021, en una entrevista con PBS, afirmó que su lucha era contra el régimen de Asad y no contra Occidente. Sin embargo, su pasado yihadista sigue siendo un punto de controversia y desconfianza.

Al Golani se ha alejado del turbante y se ha ido occidentalizando, con una barba mucho menos poblada y llegando a vestir americana en entrevistas y actos, pretendiendo dar la imagen de dialogante y potencial socio de Estados Unidos y Europa. En los últimos tiempos ha lucido un uniforme verde de guerrillero similar al del presidente ucraniano Volodímir Zelenski, casi como un nuevo Che Guevara. De esta forma, ha pretendido proyectar la imagen de prooccidental en su lucha contra el régimen de Al Asad.

En cuanto a sus relaciones con la CIA, no hay evidencia pública de una colaboración directa. Los conspiracionistas llenan las redes sociales tratando de convencer a la opinión pública de que Al Golani podría ser otro monstruo creado por los servicios de inteligencia estadounidenses, como ya ocurrió con Osama Bin Laden, que tras ser apoyado y financiado por Washington en su lucha contra los soviéticos en Afganistán se revolvió contra sus patrocinadores yanquis, formó la red Al Qaeda, llenó el país de campos de entrenamientos militares y lanzó el mayor ataque terrorista contra Estados Unidos al derribar las Torres Gemelas y atentar contra el Pentágono durante el 11-S. De momento no parece ser el caso de Al Golani, aunque el líder fundamentalista ha estado en la lista negra de Estados Unidos. En 2017, la embajada estadounidense ofreció 10 millones de dólares por su cabeza pese a que era una figura poco conocida. De hecho, hasta su nombre y su edad eran, hasta hace poco, una incógnita. Al Golani es su pseudónimo que hace referencia a su procedencia: los altos del Golán. Pero existen demasiadas similitudes entre lo que ocurrió en Afganistán en los años ochenta y lo que sucede hoy en Siria. Es evidente que los estadounidenses nunca han simpatizado con Al Asad, siempre bien apoyado por Putin. Desde hace años, Siria ha sido otro campo de batalla para las grandes potencias, aunque no hay pruebas de que Al Golani haya recibido apoyo militar y económico de Washington. En ese caso, bien podría repetirse la historia: que el monstruo termine volviéndose sobre su creador.

De cualquier manera, Abu Mohammad Al Golani ha pasado de ser un líder yihadista radical a una figura clave en la política siria, intentando navegar entre su pasado extremista y su deseo de legitimidad internacional. De esta forma, Al Golani pretende que el mundo occidental contra el que él mismo luchó en Irak le vea ahora como un socio fiable para liderar una transición hacia la democracia en Siria. Se trata de una figura compleja que ha navegado con astucia en las aguas turbulentas del conflicto sirio. Su habilidad para maniobrar entre facciones rebeldes, negociar con actores internacionales y mantener el control de un grupo yihadista en medio de la guerra ha sido clave para su éxito.

A medida que el conflicto sigue siendo una guerra civil altamente fragmentada, Al Golani y HTS continuarán siendo actores esenciales a observar en los próximos años, ya que su futuro dependerá de las dinámicas políticas regionales y la capacidad del grupo para adaptarse a un mundo en constante cambio. De cualquier manera, la caída del régimen sirio ha supuesto un vacío de poder que Israel está aprovechando, generando más tensión en la zona y miedo entre los sirios. El Estado judío, con grandes pretensiones en todo Oriente Medio, trasladó sus tanques de guerra a una zona de amortiguamiento en los altos del Golán ocupados, a lo largo de su frontera con Siria, después del rápido avance de las fuerzas opositoras sirias.

Según ha advertido el enviado especial de la ONU para Siria,Geir Pedersen, Siria se encuentra frente a una encrucijada que ofrece grandes oportunidades y graves riesgos. Siria está bajo el control de un mosaico de grupos que no están formalmente unidos y es importante que no estalle ningún conflicto entre ellos, alega el experto. La sombra de una nueva guerra civil planea sobre el país.

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