El Secretario General de la ONU ha condenado enérgicamente este fin de semana la última oleada de ataques rusos con aviones no tripulados y misiles en Ucrania, al parecer la mayor en más de tres años de guerra, y ha advertido de que los ataques ponían de nuevo en peligro la seguridad nuclear en la central nuclear de Zaporizhzhia.
En una declaración emitida por su portavoz, António Guterres ha expresado su alarma por la peligrosa escalada y el creciente número de víctimas civiles. En esta línea, ha vuelto a reiterar que los ataques contra civiles e infraestructuras críticas están prohibidos por el derecho internacional y ha pedido un alto el fuego inmediato e incondicional.
“Estos ataques han interrumpido el suministro eléctrico a la central nuclear de Zaporizhzhia, lo que pone de manifiesto una vez más los riesgos que sigue corriendo la seguridad nuclear”, ha expresado el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric.
Situación frágil
Los ataques aéreos del viernes cortaron la última conexión eléctrica externa de la central nuclear, obligando a la central a depender de generadores diésel de emergencia durante más de tres horas, según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Aunque finalmente se restableció el suministro eléctrico, el incidente supuso la novena vez que la central se queda sin electricidad externa desde que comenzó la invasión a gran escala en 2022.
El director general del organismo de control nuclear, Rafael Mariano Grossi, ha recordado que la situación sigue siendo extremadamente frágil.
“Lo que antes era prácticamente inimaginable, que una central nuclear importante perdiera repetidamente todas sus conexiones eléctricas externas, se ha convertido, por desgracia, en algo habitual”, ha dicho.
Deterioro de la seguridad nuclear
Situada en el sur de Ucrania, la central de Zaporizhzhia es la mayor instalación de energía nuclear de Europa. Aunque sus seis reactores están en parada fría desde 2024, siguen necesitando electricidad para refrigerar los núcleos de los reactores y las piscinas de combustible gastado para evitar el sobrecalentamiento y posibles emisiones radiactivas.
Durante el apagón, se activaron 18 generadores diésel para mantener las funciones críticas de refrigeración. La central dispone de suficiente gasóleo para al menos diez días, y cuenta con planes de contingencia para asegurar más suministros en caso necesario, según ha informado el OIEA.
La central se ha vuelto dramáticamente más vulnerable desde que comenzó la guerra. Antes del conflicto, tenía acceso a diez líneas eléctricas externas; ahora sólo depende de una. Como consecuencia, los equipos del OIEA permanecen en las instalaciones y siguen vigilando de cerca la situación.