Netanyahu ha dado la orden de comenzar la operación Carros de Gedeón para lograr la “victoria total” sobre Hamás. En realidad, se trata de una maniobra más de propaganda militar, ya que en la Franja de Gaza no queda nada. Aquello es un solar de escombros y cadáveres donde cuesta trabajo creer que pueda quedar un solo miliciano vivo del grupo terrorista palestino. Así que los tanques de Netanyahu bombardean lo que ya está completamente destruido. Disparan contra ruinas y contra los muertos. Y contra los 14.000 niños que pueden morir de hambre en las próximas horas, según la ONU. Ningún general en sus cabales autorizaría un despliegue tan disparatado que solo tendría un objetivo: seguir alimentando el ansia de venganza de los israelíes y reforzar los índices de popularidad de Netanhayu. Es decir, pura propaganda política. Cientos de muertos para mejorar las encuestas.
El presidente de Israel sigue propagando la idea de que esto es una lucha gloriosa contra el mal. Bien mirado, cabría preguntarse qué es Hamás, ese espantajo terrorífico que infunde miedo a la población y que Netanyahu agita cada vez que pretende pasar a la ofensiva para ampliar territorio hacia el sueño del Gran Israel. Y hay no pocos datos que llevan a pensar que la guerrrilla palestina es una recreación o invento que, décadas después, sigue siendo la justificación perfecta para los crímenes masivos, para el exterminio/genocidio del pueblo palestino, para la guerra más sangrienta y cruel.
Hamás es una organización política y paramilitar palestina sunita que se declara yihadista, nacionalista e islamista. Su objetivo final es la creación de un Estado islámico en Palestina. La liquidación del Estado de Israel.
Desde su creación en 1987, su existencia ha estado rodeada de misterios. Desde su financiación hasta su prodigiosa forma de mutar para sobrevivir cada vez que recibe un golpe del ejército judío, quedan demasiadas incógnitas por resolver. ¿Cuál ha sido el verdadero papel de Israel en el nacimiento y crecimiento del monstruo? Es algo sabido que Estados Unidos financió a la guerrilla de Bin Laden para expulsar a los soviéticos de Afganistán. Cuando la expulsión de los rusos se consumó, el líder integrista se dedicó a entrenar terroristas de Al Qaeda para lanzarlos contra los norteamericanos en cualquier parte del mundo. El engendro se volvió contra su creador. ¿Puede ser Hamás un experimento similar que se le ha ido de las manos al sionismo más fundamentalista, al Mosad y al propio Gobierno ultraderechista del Likud? En marzo de 1981, el general israelí Yitzhak Segev, gobernador de Gaza en aquel momento, reconoció en una entrevista para el New York Times que Israel participó activamente en la creación y expansión de Hamás, sobre todo, apoyando con fondos a las mezquitas en las que se adoctrinaba a sus seguidores. El objetivo del proyecto era plantar cara a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasir Arafat. “Durante mil años, la vida aquí existió sin democracia. No hay elecciones. La gente tiene miedo unos de otros como si fueran animales. Hay una corriente que apoya a la OLP, puesto que muchos de sus líderes son de aquí. Otra apoya a Jordania y una tercera, a Egipto y el tratado de paz”, aseguró Segev. “El Gobierno israelí me dio un presupuesto que el Ejército entrega a las mezquitas”, afirmó el militar. Con ese dinero negro se trataba de mantener las escuelas religiosas y fabricar una nueva generación de palestinos contrarios a los izquierdistas pro-OLP, que veneraban a Arafat como al auténtico líder del pueblo, casi un dios.
La BBC, en recientes reportajes, ha seguido la conexión Hamás/Israel. “Desde hace años, hay gente que asegura que Hamás fue en sus inicios un proyecto israelí”. Después de los sangrientos ataques del 7 de octubre de 2023 (Operación Inundación de Al-Aqsa) esta teoría ha vuelto a cobrar fuerza. ¿Un atentado de falsa bandera para justificar la limpieza étnica en Palestina? El ataque sorpresa de Hamás se inició temprano con una andanada de al menos 5.000 cohetes contra Israel y varias oleadas de incursiones hacia su territorio. Los milicianos palestinos traspasaron la barrera Gaza-Israel, atacaron y capturaron bases militares y masacraron a civiles en las comunidades israelíes vecinas, así como en un multitudinario festival de música. Hubo más de 1.195 personas asesinadas, cientos de heridos y rehenes. Sin embargo, las grietas y fallos de los servicios de inteligencia israelíes quedaron al descubierto desde el primer momento. Las autoridades hebreas recibieron varias señales de alerta antes de los atentados. Se sabía que algo grande se estaba moviendo al otro lado de la frontera y no se hizo nada por reforzar la seguridad. Los informes oficiales concluyeron que Israel había fracasado en su misión de proteger a los civiles de Israel porque “no estaba preparado para un ataque a gran escala”, y que la valentía de muchos civiles contribuyó a evitar una catástrofe mayor. “Muchos israelíes, incluidos valientes civiles, además miembros de las fuerzas de seguridad, tropas y oficiales, trabajaron con fiereza y heroísmo y libraron duras batallas. Pero recuperar el control llevó mucho tiempo, en el que muchas personas fueron asesinadas y secuestradas”, admite el expediente gubernamental. Demasiadas grietas en el que se supone es uno de los ejércitos más poderosos y preparados del planeta.
Tras el fiasco, la oleada de ceses no se hizo esperar. La mayor parte del estamento militar a cargo de la defensa de la frontera con la Franja de Gaza dimitió. El jefe de la División de Gaza, general de brigada Avi Rosenfeld, fue relevado de su cargo en junio de 2024. Así lo hizo también el jefe del Mando Sur del ejército israelí, comandante general Yaron Finkelman, que presentó su dimisión en enero de 2025 junto con la del jefe del Estado Mayor, teniente general Herzi Halevi. También dimitieron como consecuencia del ataque el jefe del Distrito Sur del Shin Bet, el servicio de espionaje interno israelí; el comandante general Aharon Haliva, jefe del Directorio de Inteligencia Militar; el jefe del Directorio de Operaciones del ejército israelí, comandante general Oded Basiuk; y el general de brigada Amit Saar, jefe de la División de Investigación de dicho directorio. El portavoz del ejército israelí, el contraalmirante Daniel Hagari, anunció su dimisión y desvinculación del ejército el 7 de marzo de 2025, si bien esta fue considerada más bien un despido. Por el contrario, ningún cargo político ha presentado su dimisión por su gestión en la defensa de la Operación Inundación de Al-Aqsa
Vincular el origen de Hamás con las cloacas de la política sionista, la guerra sucia y el ala radical del ejército judío es una hipótesis que viene de lejos. Y tanto los palestinos como los israelíes lo han negado por activa y por pasiva. Pero de cuando en cuando surgen voces que resucitan la versión, como un exministro palestino que se atrevió a confesar la conexión en una entrevista con la BBC. A su vez, destacados activistas también han reavivado la historia en las redes sociales, siempre propensas a explicaciones descabelladas de todo tipo.
“Esta afirmación también fue hecha públicamente, hace décadas, por el expresidente egipcio Hosni Mubarak, un senador republicano en el Congreso de Estados Unidos y funcionarios del servicio de seguridad interior de Israel, el Shin Bet”, revela el reportaje de BBC. El Movimiento de Resistencia Islámica Hamás no surgió de la nada cuando apareció por primera vez en 1987. Antes de eso, ya había recorrido un largo camino, el cual se puede dividir, de una manera muy simplificada, en dos etapas: “Las primeras raíces del movimiento en los territorios palestinos surgieron a mediados de la década de 1940, con el establecimiento de las primeras ramas de los Hermanos Musulmanes en Gaza, en el barrio de Sheij Yarrah en Jerusalén y en otras localidades. La segunda etapa se daría a raíz de la frustración de los jóvenes de los Hermanos Musulmanes con los líderes árabes tras el revés que representó la derrota frente a Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967 y de las primeras ideas sobre una posible lucha armada”, añade la cadena pública británica.