El jefe del Pentágono: filtraciones a familiares y caos al mando de Trump

El secretario de Defensa de Trump compartió planes militares confidenciales sobre Yemen en chats privados con su esposa, su hermano y su abogado, mientras el Pentágono se hunde en un clima de purgas y descontrol

21 de Abril de 2025
Actualizado el 22 de abril
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Pete Hegseth, actual secretario de Defensa bajo la administración Trump

Washington atraviesa un nuevo escándalo mayúsculo. Pete Hegseth, actual secretario de Defensa bajo la administración Trump, ha sido señalado por compartir información militar extremadamente sensible sobre ataques en Yemen a través de un chat privado de Signal. Lo más alarmante: entre los participantes estaban su esposa —que no trabaja para el Departamento de Defensa—, su hermano y su abogado personal.

La seguridad nacional en manos de un grupo de Signal

La información filtrada, según varias fuentes coincidentes, incluía detalles como los horarios de vuelo de los F/A-18 Hornet destinados a bombardear posiciones de los hutíes. Todo esto se produjo fuera de los canales oficiales y sin ningún tipo de cifrado certificado por el gobierno. En un momento de creciente tensión internacional, esta torpeza no solo expone al Pentágono a vulnerabilidades críticas, sino que retrata a una administración que sigue improvisando en los temas más delicados.

Una cadena de errores que pone vidas en peligro

No era la primera vez. Hace apenas unas semanas, el mismo Hegseth compartió datos similares en otro chat de Signal en el que, por error, incluyó al director de la revista The Atlantic. Aquella metedura de pata ya generó una tormenta política en Washington. Ahora, con esta segunda revelación, la situación de Hegseth se complica seriamente.

Pero más allá del escándalo individual, lo que queda en evidencia es el preocupante nivel de descoordinación y negligencia en el núcleo del Departamento de Defensa. Varias figuras clave han sido despedidas o puestas en "baja administrativa", como el asesor Dan Caldwell o Colin Carroll, jefe de gabinete del vicesecretario de Defensa. Todos ellos están siendo investigados por posibles filtraciones... pero ahora también por estar al tanto de chats paralelos donde se discutían ataques en curso.

Trump y el poder en manos equivocadas

El presidente Donald Trump, que en su segundo mandato ha concentrado aún más el poder en manos de sus leales, no ha dado señales de querer prescindir de Hegseth. Todo lo contrario: la Casa Blanca ha salido en defensa del secretario de Defensa con una retórica agresiva, acusando a los medios de comunicación de tener una “obsesión” con dañar la agenda presidencial.

El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, se apresuró a negar que se hubiera compartido información clasificada y culpó a “ex empleados resentidos”. Sin embargo, las evidencias acumuladas, las dimisiones forzadas y la indignación en el Congreso —incluido el líder demócrata Chuck Schumer— dibujan un panorama muy distinto. “Cada día sabemos más sobre cómo Pete Hegseth ha puesto vidas en riesgo”, sentenció Schumer. “Trump sigue siendo demasiado débil para despedirlo”.

Uno de los aspectos más inquietantes es la implicación directa de Jennifer Rauchet, esposa de Hegseth y exproductora de Fox News. Aunque no forma parte del Departamento de Defensa, ha estado presente en reuniones sensibles con líderes militares extranjeros, sentada en la mesa de negociaciones o justo detrás de su marido en actos oficiales. Las imágenes difundidas por el propio Pentágono así lo demuestran.

Su participación en los chats privados con información clasificada supone una vulneración flagrante de los protocolos de seguridad. Y todo apunta a que este tipo de comportamiento no fue una excepción, sino una práctica habitual en el entorno de Hegseth desde su nombramiento.

El Pentágono como campo de batalla interno

El escándalo ha destapado una guerra abierta dentro del propio Pentágono. Las purgas internas, las acusaciones cruzadas y las filtraciones han convertido al Departamento de Defensa en un caos absoluto. John Ullyot, ex portavoz del Pentágono y cercano a Hegseth, publicó un demoledor artículo en Politico donde calificaba el último mes como “un colapso total”.

Según Ullyot, la administración se ha convertido en un “reino de desinformación interna y venganzas personales”, incapaz de mantener el control de la seguridad nacional. "Incluso quienes apoyamos firmemente al secretario debemos admitir que la situación ha llegado a un punto insostenible", escribió. Y remató con una advertencia directa: “Hegseth no puede seguir en su puesto por mucho más tiempo”.

Lo que está en juego no es solo el cargo de un secretario que actúa como si dirigiera un grupo de amigos en WhatsApp. El verdadero problema es estructural. La administración Trump ha instaurado un modelo de poder basado en la lealtad personal, la informalidad y la propaganda. El caso Hegseth no es una excepción, sino la consecuencia lógica de ese modelo.

El uso de canales no oficiales para discutir operaciones militares, la implicación de familiares sin formación ni responsabilidad institucional, la respuesta basada en teorías conspirativas contra los medios... todo ello forma parte de un patrón repetido.

Cuando el poder se vuelve un peligro

El caso Hegseth debería ser un punto de inflexión. Pero no lo será mientras el presidente siga protegiendo a sus colaboradores más incompetentes solo por su fidelidad. El daño a la reputación del Pentágono, el riesgo para las tropas desplegadas y la erosión de la confianza pública en las instituciones son ya incalculables.

Lo preocupante no es solo lo que ha hecho Hegseth, sino lo que Trump permite. Y mientras el caos se apodera del centro del mando militar más poderoso del mundo, la pregunta ya no es si habrá consecuencias, sino si queda alguien al timón capaz de asumirlas.

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