La lección del genocidio de 1994 contra los tutsis en Ruanda que no hemos aprendido

António Guterres se une a supervivientes, diplomáticos y miembros de la sociedad civil para recordar las vidas perdidas en este escalofriante capítulo en el que un millón de niños, mujeres y hombres fueron asesinados, y evitar que vuelva a ocurrir

14 de Abril de 2025
Actualizado el 15 de abril
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Ceremonia anual celebrada en la Asamblea General de la ONU para recordar las vidas perdidas en Ruanda. | Foto: ONU/Manuel Elias
Ceremonia anual celebrada en la Asamblea General de la ONU para recordar las vidas perdidas en Ruanda. | Foto: ONU/Manuel Elias

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha solicitado esta semana el compromiso de construir un mundo de justicia y dignidad en honor de las víctimas y supervivientes del genocidio contra los tutsis en Ruanda. Durante un encuentro con supervivientes, diplomáticos y miembros de la sociedad civil para recordar las vidas perdidas en este “escalofriante capítulo de la historia de la humanidad” y evitar que algo así vuelva a ocurrir, ha recordado que el genocidio se produjo a una velocidad aterradora. Las atrocidades tuvieron lugar a lo largo de 100 días, a partir del 7 de abril de 1994.

Alrededor de un millón de niños, mujeres y hombres fueron asesinados; aunque la inmensa mayoría eran tutsis, también fueron masacrados hutus y otras personas que se oponían al genocidio.

Falta de actuación colectiva

“No fue un frenesí espontáneo de violencia horrenda”, ha afirmado Guterres. “Fue intencionado. Fue premeditado. Fue planeado, incluso a través del discurso del odio que inflamó la división y difundió mentiras y deshumanización. Y fue el producto de una inacción colectiva”.

El presidente de la Asamblea General de la ONU, Philémon Yang, por su parte, se ha referido a la inacción de la comunidad internacional: “A pesar de las advertencias tempranas, a pesar de las señales claras de una catástrofe inminente, el mundo permaneció impasible mientras se llevaba a cabo la matanza. Los gobiernos debatían mientras los gritos de ayuda quedaban sin respuesta, mientras se perdían vidas”.

“Hoy, al reflexionar sobre nuestro fracaso, debemos preguntarnos: ¿Hemos aprendido realmente del pasado? ¿Hemos hecho lo suficiente para garantizar que estas atrocidades no vuelvan a repetirse? ¿O están ocurriendo en algún lugar mientras hablamos?”, ha preguntado Yang.

Desgarrador testimonio de supervivencia

Germaine Tuyisenge Müller, investigadora en salud mundial y escritora, ha compartido su desgarrador testimonio de supervivencia. Tenía sólo nueve años cuando comenzó el genocidio y vivía en la capital, Kigali, con su madre, su tía y dos primos pequeños. Sus tres hermanos estaban visitando a unos parientes.

“Nuestro país se sumió en un horror inimaginable”, ha afirmado.

“Familias destrozadas; niños, incluidos los no nacidos, masacrados; mujeres violadas, a menudo delante de sus seres queridos, y comunidades enteras aniquiladas simplemente porque eran tutsis”, ha relatado.

Este periodo estuvo marcado por la búsqueda de seguridad, la separación de familiares queridos y las noticias de muerte.

En una ocasión, Tuyisenge Müller permaneció sola en una casa abandonada durante dos meses, viviendo de leche en polvo y azúcar disuelto en agua de lluvia. Pasarían siete meses antes de que volviera a ver a su madre, que había sido fusilada en la primera etapa del genocidio.

Su madre y su tía vivían en ese momento con 13 miembros de su familia extendida de todo el país. La mayor era su abuela, que se unió a ellas después de que mataran a su marido.

Recorrido hacia la reconciliación y la justicia

“Hoy comparto este testimonio en memoria de las más de un millón de vidas perdidas durante el genocidio”, ha dicho Müller.

“También hablo en nombre de los supervivientes: por nuestra resiliencia, nuestra fortaleza, nuestro compromiso inquebrantable con el recuerdo. Treinta y un años después, seguimos siendo portadores de esta verdad, incluso frente a la creciente negación del genocidio y el revisionismo”.

En sus observaciones, el Secretario General ha señalado que desde el genocidio, Ruanda ha recorrido un extraordinario camino hacia la reconciliación, la curación y la justicia, pero este terrible periodo de su historia es un recordatorio de que ninguna sociedad es inmune al odio y al horror.

Reflexión sobre la resonancia en el momento actual

“Al reflexionar sobre cómo se produjeron estos crímenes, también debemos reflexionar sobre la resonancia en nuestro tiempo”, ha dicho Guterres, refiriéndose a las divisiones actuales. Además, ha advertido de que “la narrativa de ‘ellos’ contra ‘nosotros’ está polarizando cada vez más a las sociedades de la región de los Grandes Lagos y de todo el mundo”.

Al mismo tiempo, “las tecnologías digitales están siendo utilizadas como armas para inflamar el odio, avivar la división y difundir mentiras”, y existe un “alarmante abanico de racismo, misoginia y negación del genocidio” que circula por internet.

“Vemos cómo las conspiraciones, las falsedades y las falsificaciones profundas se difunden a un ritmo alarmante. Debemos frenar la marea de discursos de odio e impedir que la división y el descontento muten en violencia”, ha enfatizado.

También ha pedido a la comunidad internacional que trabaje para “frenar la marea de discursos de odio e impedir que la división y el descontento muten en violencia”. En este sentido, ha instado a los países a aplicar plenamente el Pacto Digital Global, adoptado el año pasado, que esboza importantes compromisos para hacer frente a la falsedad y el odio.

“Por encima de todo, todos debemos actuar, para prevenir las violaciones de los derechos humanos. Y para exigir responsabilidades a quienes las cometen”.

Guterres ha hecho un llamamiento a todos los países para que se adhieran a la Convención sobre el Genocidio y “cumplan con la responsabilidad de proteger a sus poblaciones del genocidio, los crímenes de guerra, la limpieza étnica y los crímenes de lesa humanidad”.   

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