Pese al alto perfil del contacto, la realidad es que no se ha avanzado nada. Ni alto el fuego, ni hoja de ruta, ni presión diplomática real. Solo gestos, declaraciones ambiguas y una Ucrania cada vez más sola. Donald Trump prometió resultados rápidos en Ucrania. Durante su campaña electoral insistió en que acabaría con la guerra “en 24 horas” si llegaba a la Casa Blanca. Ya como presidente de Estados Unidos, su primer movimiento significativo fue una llamada telefónica de dos horas con Vladímir Putin, seguida por otra conversación con Volodímir Zelenski. Las expectativas eran altas. La realidad, desoladora.
Trump anunció tras la conversación que “Rusia y Ucrania comenzarán inmediatamente negociaciones hacia un alto el fuego”. Un titular llamativo, sin duda. Pero, como advirtieron expertos y como confirmó la ambigua respuesta rusa, no hay rastro tangible de ese supuesto comienzo. La versión de Putin se limitó a declarar que “los esfuerzos de paz están en el camino correcto” y que Rusia está dispuesta a trabajar en “un memorándum sobre un posible acuerdo de paz futuro”.
Ni plazos, ni condiciones, ni compromisos verificables.
Una llamada con aroma de fracaso. “Ha sido una llamada decepcionante”, afirma Enrique Ayala, analista de la Fundación Alternativas. “Trump no ha forzado a Rusia a nada, y eso es muy negativo para Ucrania y para Europa”. La conclusión es compartida por numerosos expertos: no se ha avanzado en absoluto. Ni siquiera se han producido señales de un alto el fuego, como reclama desesperadamente Kiev.
Más allá del simbolismo diplomático, Trump ha dejado en manos de las partes una negociación desequilibrada, en la que Rusia tiene todas las ventajas y Ucrania todas las urgencias. Putin gana tiempo, Ucrania se debilita, y EE.UU. no ejerce liderazgo.
Jason Xidias, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas, fue tajante: “Aunque Trump lo presente como una victoria parcial, lo cierto es que ha cedido el marco del diálogo a Putin. No hay ninguna estrategia clara, ni presión, ni sanciones nuevas. Solo palabras”. En su opinión, Trump está siendo manipulado: “Putin está toreándolo con habilidad, esperando que se canse y abandone a Ucrania”.
Un teatro de negociaciones sin contenido
Trump habló también con líderes europeos, Von der Leyen, Macron, Meloni, Merz, Stubb, quienes insistieron en la necesidad de presionar a Rusia y aumentar las sanciones. Pero de nuevo, ni una medida concreta surgió del despacho oval.
La fórmula defendida por Trump se apoya en un principio de neutralidad: “Las condiciones serán negociadas entre las dos partes, como debe ser”, afirmó. Sin embargo, los expertos advierten que esto es una falacia. “La relación de fuerzas entre Rusia y Ucrania no es simétrica”, recuerda Bernardo Navazo, politólogo especializado en Relaciones Internacionales. “Trump deja a Ucrania sola ante un rival mucho más fuerte, sin respaldo real”.
Putin no ha dado ningún paso hacia el diálogo real. Sus condiciones siguen siendo maximalistas: "desnazificación", fragmentación territorial, limitación militar de Ucrania. Y, como señala Ayala, “no quiere un alto el fuego porque está ganando terreno, y eso juega a su favor”.
La falta de avances genera un temor creciente, que Trump termine por cansarse del conflicto y opte por retirar la ayuda militar y de inteligencia a Kiev. Ya ha dado señales en esa dirección. “Esta no es mi guerra”, repitió ante la prensa tras la llamada. En efecto, ha reducido el envío de armas, ha congelado nuevas partidas presupuestarias y ha desestimado sanciones más duras.
La firma de un acuerdo para que EE.UU. participe en la extracción de tierras raras en Ucrania fue presentada como un aliciente, pero, según Navazo, “ese contrato no tendrá beneficios a corto plazo y ha sido más bien un trampantojo retórico”.
Por otro lado, los analistas coinciden en que el interés estratégico de EE.UU. no está en Ucrania, sino en evitar que Rusia se alinee totalmente con China. Ese eje Moscú-Pekín es lo que realmente inquieta a Washington. Europa, mientras tanto, ve cómo se disuelven las certezas.
¿Qué puede hacer Europa?
La Unión Europea se ha mostrado unánime en exigir a Trump mayor firmeza, pero carece de poder real para cambiar el rumbo. “Putin no quiere negociar con Europa”, asegura Xidias. “Solo quiere desgastar a Ucrania y desactivar a EE.UU.”.El riesgo, advierte Navazo, es que si EE.UU. se retira del conflicto, Europa se vea sola en el flanco oriental, con una guerra congelada, un país devastado y una amenaza militar latente. Las consecuencias serían imprevisibles.
La llamada entre Trump y Putin no marca el inicio de una nueva fase diplomática, como sugirió el presidente estadounidense. Más bien confirma que Trump no tiene, o no quiere ejercer, la influencia necesaria para forzar un cambio. Moscú no se siente presionada, Kiev no obtiene garantías, y Europa se queda esperando un liderazgo que no llega.
En definitiva, la negociación anunciada suena más a propaganda que a diplomacia real. Putin gana tiempo, Trump gana titulares, y Ucrania pierde margen. Nada ha cambiado. Y quizás, como temen muchos en Bruselas y Kiev, eso era lo previsible desde el principio.