El presidente francés encadena ya cuatro primeros ministros en menos de dos años. La caída de Bayrou, tras perder la moción de confianza en la Asamblea Nacional, evidencia el desgaste del macronismo y abre la puerta a un nuevo equilibrio de fuerzas en la izquierda.
Una crisis política que se repite
François Bayrou ha sido forzado a presentar su dimisión tras perder este lunes la moción de confianza en la Asamblea Nacional por 364 votos en contra frente a 194 a favor. Con este resultado, el primer ministro se convierte en el cuarto jefe de Gobierno que cae bajo el mandato de Emmanuel Macron en apenas 20 meses, confirmando el grado de inestabilidad política que atraviesa Francia.
La decisión de Bayrou de someterse a la confianza de la Cámara ha terminado siendo su sentencia. La conjunción de votos en contra desde la izquierda y la extrema derecha deja al macronismo sin mayoría efectiva y sin capacidad de articular una agenda legislativa con respaldo parlamentario.
El propio Elíseo ha anunciado que Macron "tomará nota" de los resultados y aceptará la dimisión del Gobierno. La búsqueda de un nuevo primer ministro ya está en marcha, aunque todo apunta a que el presidente tendrá muy difícil encontrar una figura capaz de tejer mayorías sólidas en una Asamblea dividida y fragmentada.
La izquierda se activa y exige protagonismo
La caída de Bayrou ha sido leída como una victoria simbólica por el bloque progresista. Olivier Faure, secretario general del Partido Socialista, ha reclamado que “la izquierda gobierne ya” y se ha postulado como posible primer ministro. En su intervención en TF1 ha sido tajante: "Es hora de dar esperanza a los franceses y recuperar el rumbo del país con justicia social y ecológica".
Desde Los Verdes, Marine Tondelier ha respaldado la idea de un nuevo primer ministro salido del Nuevo Frente Popular (NFP), la coalición de izquierdas que ganó las legislativas de 2024 con 182 escaños. También Jean-Luc Mélenchon, de La Francia Insumisa, ha celebrado la derrota de Bayrou como un "alivio popular" y ha vuelto a pedir la dimisión de Macron.
Mientras tanto, la extrema derecha de Agrupación Nacional aprovecha el desconcierto institucional para redoblar su presión. Jordan Bardella y Marine Le Pen insisten en exigir la disolución de la Asamblea y elecciones anticipadas, apelando al "fin del macronismo".
Una crisis del centro que refuerza los extremos
La salida de Bayrou pone de relieve el agotamiento del modelo centrista de Macron. Sin una mayoría clara, ni aliados estables, el presidente enfrenta una legislatura bloqueada, con cada decisión dependiente de pactos efímeros. La promesa de una "tercera vía" que uniera izquierda y derecha bajo un liderazgo tecnocrático hoy parece completamente desgastada.
Con una opinión pública cada vez más crítica y la calle presionando por una agenda social que Macron ha ignorado, el escenario se vuelve propicio para una recomposición del poder. La izquierda, si logra superar sus fracturas, tiene una oportunidad histórica. Pero también la extrema derecha se fortalece en este vacío de poder.
En el Elíseo, Macron tiene por delante una decisión clave: continuar improvisando gobiernos efímeros o escuchar de una vez el mensaje que le ha enviado la Asamblea. La república está en juego, y su futuro puede estar más cerca de las calles que de los despachos presidenciales.