China ha reconocido públicamente este viernes que está "evaluando" la posibilidad de iniciar negociaciones comerciales con Estados Unidos, en lo que constituye la primera señal oficial de acercamiento tras meses de escalada en la guerra arancelaria desatada por la Administración Trump.
A través de un comunicado difundido por el Ministerio de Comercio, el Gobierno chino confirmó que la parte estadounidense ha mostrado reiteradamente su intención de conversar, y que Pekín se encuentra actualmente estudiando esa oferta. No obstante, el tono del mensaje es firme: "Si tenemos que pelear, pelearemos hasta el final; si tenemos que hablar, la puerta está abierta", afirmó el texto, dejando claro que cualquier diálogo deberá estar precedido de gestos concretos por parte de Washington.
En ese sentido, las autoridades chinas recalcaron que Estados Unidos debe "corregir sus erróneas medidas arancelarias unilaterales" si pretende avanzar hacia una negociación real. Pekín advirtió que persistir en esas políticas supondría "una completa falta de sinceridad" y agravaría aún más la desconfianza entre ambas potencias.
El endurecimiento del lenguaje chino responde también a lo que considera una estrategia inaceptable por parte de la Casa Blanca. "Usar las negociaciones como pretexto para ejercer coerción y chantaje no funcionará con China", advirtió el comunicado, dejando entrever que cualquier intento de presionar desde la diplomacia será rechazado de plano.
La posibilidad de un diálogo aparece en un contexto de tensión creciente. A comienzos de mes, Donald Trump decidió incrementar los aranceles sobre productos chinos hasta el 145%, una represalia por las medidas equivalentes adoptadas por Pekín, que elevó sus propios gravámenes hasta el 125%. Aunque el presidente estadounidense ha suavizado su postura con otros países, el trato a China ha sido especialmente severo, al considerar que el gigante asiático ha abusado de las reglas comerciales internacionales.
El propio Trump pareció matizar su postura esta semana al afirmar que se muestra dispuesto a reducir "sustancialmente" los aranceles, aunque insistió en que China está sufriendo las consecuencias de su política comercial. Desde Pekín, en cambio, se insiste en que "el respeto" debe ser la base de cualquier negociación y niega que se hayan producido contactos formales hasta ahora.
En medio del cruce de declaraciones y las tensiones económicas, la comunidad internacional observa con atención este primer atisbo de deshielo, que podría marcar el inicio de un complejo proceso de reconciliación comercial entre las dos mayores economías del mundo.