Elon Musk y Vivek Ramaswamy, en colaboración con Donald Trump, han lanzado una campaña para reclutar a esclavoa “revolucionarios de pequeño gobierno” con alto coeficiente intelectual dispuestos a trabajar más de 80 horas semanales en un proyecto sin remuneración o lo que es lo mismo, trabajar GRATIS. Esta propuesta, promovida a través de la red social X, ha desatado un aluvión de reacciones entre críticas, memes y preguntas sobre su viabilidad.
Una “revolución” sin sueldo
La iniciativa forma parte del recién creado *Departamento de Eficiencia Gubernamental* (DOGE, por sus siglas en inglés), anunciado por Trump como un proyecto clave para su próxima administración. Según el expresidente, el objetivo es reducir la burocracia federal, eliminar regulaciones y recortar gastos públicos. Sin embargo, el hecho de que los puestos sean no remunerados ha sido uno de los aspectos más controvertidos.
En una publicación en X, la cuenta oficial de DOGE detalló: “No necesitamos más generadores de ideas a tiempo parcial. Buscamos super-revolucionarios de alto coeficiente intelectual dispuestos a trabajar en la reducción de costos sin glamour”. Musk, por su parte, agregó: “Esto será un trabajo tedioso, creará muchos enemigos y la compensación será cero. ¡Qué gran oferta!”.
Críticas a la propuesta
El mensaje no tardó en generar reacciones negativas. Muchos usuarios señalaron la ironía de que los responsables de la iniciativa, multimillonarios con vastos recursos, pidan trabajo gratuito a los ciudadanos. Uno de los comentarios más populares en la red fue: “¿Qué sigue? ¿Musk y Ramaswamy pidiendo que los trabajadores lleven su propia silla al trabajo?”.
Además, la exigencia de un compromiso laboral de 80 horas semanales fue criticada por considerarse desproporcionada y poco realista. “Si no puedes pagar a tus trabajadores, al menos respétalos. Esto no es un trabajo, es explotación disfrazada de patriotismo”, escribió un usuario.
Un plan lleno de interrogantes y del siglo XIX
El DOGE, según explicaron Musk y Trump, no es un departamento oficial del gobierno federal, sino una entidad privada creada para asesorar al Ejecutivo en medidas de austeridad. Sin embargo, la falta de transparencia sobre su financiación y estructura organizativa ha generado dudas. ¿Quién supervisará este departamento? ¿Cómo se definirá el éxito de su labor? ¿Se auditarán los resultados?
Además, el hecho de que Musk y Ramaswamy lideren la iniciativa también ha levantado sospechas. Musk, propietario de empresas con contratos millonarios con el gobierno de Estados Unidos, como SpaceX, no ha aclarado si las propuestas de recorte incluirán sus propias operaciones. Ramaswamy, por su parte, ha sido acusado de promover ideas radicales que podrían desmantelar programas sociales clave.
Respuestas en clave de humor
Pese a las críticas, la propuesta también ha inspirado un sinfín de memes y comentarios humorísticos. Un usuario compartió una lista de “calificaciones” ficticias para postularse al DOGE: “Tengo B+ en ciencias, dos años en el equipo de fútbol y puedo comer más de 10 Oreos de una sentada”. Otro escribió: “Mi IQ es de 104, cuatro puntos por encima del máximo posible”.
También se cuestionó la accesibilidad del proceso de aplicación. Inicialmente, la cuenta de DOGE solicitó que los interesados enviaran su currículum por mensaje directo, pero los mensajes privados no estaban habilitados para la mayoría de los usuarios. Incluso después de habilitarlos, solo las cuentas verificadas o seguidas por DOGE podían enviar solicitudes, lo que excluye a la mayoría de los posibles candidatos.
Un proyecto con tintes de propaganda
El lanzamiento del DOGE parece alinearse más con las tácticas propagandísticas que caracterizan a Trump que con un esfuerzo serio por reformar el gobierno. Trump describió la iniciativa como el “Proyecto Manhattan de nuestro tiempo”, una referencia que ha sido ampliamente criticada por su mal gusto, dado que alude al desarrollo de la bomba atómica.
Además, el uso del término DOGE, un guiño a un meme y a la criptomoneda Dogecoin, ha sido visto por muchos como una burla a la seriedad que debería tener una iniciativa de este tipo.
Desde que se anunció el proyecto, muchos analistas han señalado que podría tratarse de una estrategia para reforzar la imagen de Trump como un político dispuesto a “limpiar” Washington. Sin embargo, la falta de claridad sobre cómo funcionará el DOGE y la ausencia de un plan concreto de implementación hacen que este esfuerzo parezca más un acto de campaña que una solución real a los problemas de gasto público.
El dilema ético del trabajo no remunerado
La propuesta del DOGE también ha reavivado el debate sobre la ética del trabajo no remunerado, especialmente en un país donde las tasas de desigualdad económica son alarmantes. *“Pedir trabajo gratuito a personas altamente capacitadas no solo es poco ético, sino también profundamente elitista”*, comentó un analista político.
En un contexto en el que muchos estadounidenses luchan por mantener sus empleos y cubrir sus necesidades básicas, la idea de trabajar 80 horas semanales sin salario parece una desconexión total de la realidad. A medida que la propuesta de DOGE siga desarrollándose, será interesante observar si logra atraer a los “revolucionarios” que busca o si termina siendo recordada como otra extravagancia de Musk y Trump.
Trabajo gratis = explotación
Trabajar sin remuneración, especialmente en un contexto donde el proyecto claramente excluye a quienes no tienen recursos para sostenerse por sí mismos, perpetúa desigualdades y establece un precedente dañino para la dignidad laboral. Este tipo de propuestas:
- Explotan a los trabajadores: Exigen compromiso extremo sin ofrecer compensación, lo cual es éticamente inaceptable.
- Reproducen desigualdad social: Solo quienes tienen medios económicos para trabajar gratis pueden participar, dejando fuera a personas con talento que necesitan ingresos para subsistir.
- Desvalorizan el trabajo: Transmiten la idea de que ciertas tareas, aunque demandantes, no merecen ser pagadas, socavando los principios básicos de justicia laboral.
En ese sentido, no hay excusa para considerar como positivo un proyecto que viola principios fundamentales de la equidad laboral y que se burla de la realidad económica de muchas personas.