El régimen de Bashar al-Assad, que durante más de una década oprimió a su pueblo con el apoyo de potencias extranjeras como Rusia e Irán, ha llegado a su fin. Este domingo, los rebeldes tomaron Damasco, culminando una ofensiva relámpago que derribó uno de los regímenes más brutales y longevos de la región. La noticia ha generado escenas de celebración en las calles de la capital, donde miles de personas entonaron cánticos de “libertad”.
En un comunicado emitido a través de la televisión estatal, que ahora está bajo control rebelde, las fuerzas opositoras declararon que “Siria está libre de Assad”. Al mismo tiempo, el paradero del dictador sigue siendo un misterio. Aunque se sabe que un avión despegó del aeropuerto de Damasco poco antes de que los rebeldes tomaran el control, se desconoce si al-Assad estaba a bordo. El primer ministro, Mohammad Ghazi al-Jalali, confirmó que no ha tenido contacto con el presidente desde el sábado y se ha comprometido a trabajar con el liderazgo que los sirios elijan.
Una ofensiva imparable
El avance rebelde comenzó hace menos de dos semanas en Idlib, el último bastión de resistencia opositora. Desde allí, las tropas insurgentes, lideradas por la coalición Hayat Tahrir al-Sham (HTS), avanzaron rápidamente, tomando ciudades clave como Alepo, Hama y Homs. Esta última, considerada la puerta hacia Damasco, cayó el sábado, dejando al régimen sin posibilidad de defender su bastión final.
Las fuerzas gubernamentales, debilitadas por años de deserciones, sanciones internacionales y la retirada progresiva del apoyo ruso e iraní, se desmoronaron rápidamente. Imágenes difundidas en redes sociales mostraban a soldados abandonando sus puestos y despojándose de sus uniformes en un intento por mezclarse entre los civiles.
El papel de la comunidad internacional
La caída del régimen de al-Assad también pone de manifiesto el cambio de dinámica en Oriente Medio. Rusia, ocupada con su guerra en Ucrania, y un Irán debilitado por los enfrentamientos con Israel y las sanciones internacionales, no pudieron sostener a su aliado en Damasco. Por su parte, Estados Unidos, que ha mantenido a HTS en su lista de organizaciones terroristas, se ha mostrado cauto. “Nuestra prioridad es evitar que el caos permita un resurgimiento de ISIS”, declaró el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan.
Celebración y luto en las calles
Mientras miles celebran la caída del régimen, también emerge el dolor por lo perdido durante trece años de guerra civil. Familias buscan a sus seres queridos entre las listas de prisioneros liberados de las célebres prisiones del régimen, como Sednaya, conocida por sus torturas y ejecuciones masivas. Ahmed al-Misilmani, un periodista desplazado desde Homs, expresó su esperanza de que algunos de sus amigos encarcelados sigan vivos. “Este día lo esperé años, pero el coste ha sido enorme”, afirmó.
Los desafíos del futuro
Con el régimen de al-Assad desmoronado, el futuro de Siria es incierto. Aunque los rebeldes han prometido trabajar con el primer ministro al-Jalali y mantener la estabilidad en la capital, las diferencias ideológicas dentro de la coalición rebelde podrían complicar la transición. Además, HTS sigue siendo una organización discutida, con un pasado ligado a Al Qaeda y una ideología islámica que genera recelo entre las minorías religiosas.
La reconstrucción del país, devastado por años de conflicto, será otro enorme desafío. Millones de desplazados internos y refugiados internacionales esperan regresar a sus hogares, mientras que las infraestructuras críticas están en ruinas. La comunidad internacional tendrá un papel clave para garantizar que esta transición no desemboque en un nuevo ciclo de violencia.
La caída de Bashar al-Assad marca el final de una era de opresión y guerra, pero también abre un capítulo lleno de incertidumbre. El pueblo sirio, que ha sufrido innumerables pérdidas, enfrenta ahora la desafiante tarea de reconstruir su nación. Este momento histórico es un recordatorio del precio de la libertad y de la importancia de un liderazgo inclusivo y justo para garantizar un futuro de paz y estabilidad.