Donald Trump y Benjamin Netanyahu tienen un objetivo claro: expulsar a los palestinos de la Franja de Gaza. Estados Unidos e Israel hablan de “salida voluntaria” para tratar de maquillar una limpieza étnica que arranque a dos millones de personas de su tierra. Pero los países vecinos no serían las únicas opciones que baraja la Administración Trump. Según The Jerusalem Post, que cita a su vez al canal israelí N12, el Gobierno estadounidense estaría considerando tres áreas potenciales para enviar a los gazatíes: Marruecos, Puntlandia y Somalilandia.
Puntlandia es un estado proclamado autónomo de Somalia. Ocupa el extremo del llamado Cuerno de África. No ha sido reconocido por ningún país, ni por organización internacional alguna. Fueron los egipcios quienes dieron el nombre de Punt a la región del cabo Guardafui, límite occidental del canal Guardafui.
Por su parte, Somalilandia, ubicada en el Cuerno de África, no está reconocida internacionalmente, pero posee Constitución, moneda y gobierno propios, e incluso un mejor desarrollo económico, además de mayor estabilidad política que Somalia, ayudado por la influencia de un clan dominante. En septiembre de 2005 se realizaron elecciones multipartidistas en las que venció el partido UDUB y contó con la participación de observadores de siete países, que declararon que las elecciones fueron libres y justas, permitiendo a Somalilandia un empuje para el reconocimiento internacional como estado soberano. En enero de 2024 Etiopía acordó reconocer a Somalilandia como parte de una negociación para proporcionar una salida al mar al país.
En uno de esos agujeros negros de la historia es donde Trump quiere recluir a dos millones de gazatíes, consumando la mayor operación de limpieza étnica desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El plan pisotea los más elementales principios humanitarios y de derecho Internacional. Alemania, a través de su canciller, Olaf Scholz, ya ha dicho que su país se opondrá rotundamente y ha calificado la operación como “una barbaridad”. El delirio criminal de Trump le ha llevado a proponer, como soluciones alternativas, que los palestinos sean acogidos por España, Irlanda y Noruega, a los que castiga por oponerse a la invasión israelí de Gaza. El magnate también ha mencionado a Marruecos como posible destino. Pero todo es parte de una locura que ningún país aceptará.
Su plan para desplegar a los gazatíes y convertir el devastado enclave de la Franja de Gaza en una suerte de resort (“la Riviera de Oriente Medio”, la llama Trump) pasa por una operación para sacarles por tierra, mar y aire. Tienen claro el cómo; su duda ahora es dónde reasentar a los gazatíes. Y cada quien tiene sus propias ideas.
El presidente estadounidense, que anunciaba sus planes para Gaza tras reunirse con Netanyahu esta misma semana en la Casa Blanca, viene apuntando a Egipto y Jordania como destino al que enviar a los palestinos de Gaza tras expulsarles de su hogar. Ambos países rechazan esta posibilidad de plano.
El mandatario republicano, en cualquier caso, insistía este jueves: su propuesta es que Israel le ceda el control de la Franja una vez concluyan los combates. Para entonces, aseguraba, los palestinos ya estarían reubicados en “comunidades mucho más seguras y bonitas, con hogares nuevos y modernos, en la región”.
Netanyahu, por su parte, mira a Arabia Saudí. Así pareció sugerirlo en una entrevista en el Canal 14 israelí, donde el primer ministro ironizó sobre el hipotético emplazamiento de un Estado palestino. “¿Un Estado palestino? A menos que quieras que el Estado palestino esté en Arabia Saudí... Tienen espacio, mucho espacio...”, deslizó. Ambos coinciden en que no sería necesario desplegar tropas estadounidenses en Gaza para llevar a cabo sus planes.
Su ministro de Defensa, Israel Katz, tiene otras ideas. Esta misma semana, tras conocerse los planes de Trump, ponía a tres países en el punto de mira: España, Noruega e Irlanda, los mismos que reconocieron el Estado palestino el pasado mes de mayo. Si no acogieran a los palestinos, dijo, estas tres naciones estarían demostrando su “hipocresía”.
El Gobierno español rechaza entrar en este debate siquiera: “La tierra de los palestinos gazatíes es Gaza”, respondía el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que reivindicó que “ningún tercero le tiene que decir lo que tiene que hacer” a España. El escritor Raúl del Pozo, a propósito del macabro plan de Trump, ha asegurado: “Es lo que Hitler llamaba solución final”.