Donald Trump y su administración de supremacistas y ultranacionalistas ya han demostrado su desprecio hacia Europa. Así se ha visto en las comunicaciones filtradas al editor jefe de The Atlantic. Desde el vicepresidente J.D. Vance hasta el propio presidente han verbalizado y puesto negro sobre blanco su odio hacia todo lo que tenga que ver con los países europeos, hecho del que sólo se libra la Hungría ultra de Viktor Orban. Hasta la populista de extrema derecha Giorgia Meloni ya se ha enfrentado a la nueva administración norteamericana al suspender sine die los contratos con Starlink, la empresa de Elon Musk.
Sin embargo, Trump ha dado un paso más y ha declarado la guerra contra Europa con su anuncio de imposición de aranceles a la industria automovilística, uno de los pilares industriales de la Unión. Además, como buen matón de barrio, pretende que no haya respuesta, dado que ha amenazado con más medidas de este tipo si existe reacción. En nada se diferencia la actitud de Trump con la de los proxenetas de la calle Carretas que pegaban a las prostitutas de calle.
En concreto, el presidente de Estados Unidos anunció la imposición de un arancel del 25% a los automóviles fabricados fuera del país, una medida que, en principio, entrará en vigor el 2 de abril. Se trata de una declaración de guerra que ya supera el ámbito de lo meramente comercial.
«Vamos a cobrar a los países por hacer negocios aquí y por arrebatarnos empleos, riqueza y muchas otras cosas que nos han quitado durante años», declaró Trump.
El nuevo arancel afectará a turismos, SUV, crossovers, minivans, furgonetas de carga y camionetas ligeras. También se aplicará a componentes clave para la fabricación de automóviles, como motores, transmisiones, piezas del tren motriz y elementos eléctricos.
Trump ha justificado esta medida en nombre de la «seguridad nacional» y ha señalado que el sector automotriz en EE.UU. ha perdido el 34% de sus empleos desde el año 2000. Sin embargo, no dice en ningún momento que esa pérdida de empleos no es responsabilidad de Europa, sino de las grandes corporaciones estadounidenses que trasladaron sus centros de fabricación a Asia, principalmente a China.
Europa responde
La respuesta de Europa no se ha hecho esperar. «La industria del automóvil es un motor de innovación, competitividad y empleo de alta calidad, gracias a cadenas de suministro integradas en ambos lados del Atlántico», destacó Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, en un comunicado.
Bruselas ya tiene preparadas contramedidas por valor de hasta 26.000 millones de euros. Inicialmente, la Comisión Europea planeaba aplicar un primer paquete de aranceles por 8.000 millones de euros el 1 de abril, seguido de otro de 18.000 millones el 13 de abril.
Sin embargo, las autoridades europeas han decidido retrasar ambas medidas hasta mediados de mes supuestamente por razones «técnicas», lo que permitirá ajustar los aranceles a los intereses europeos y ganar tiempo para la negociación. Lo que no se da cuenta la Unión Europea es que con Trump no se puede negociar, que hay que tomar la iniciativa a través del ataque frontal contra Estados Unidos. Ellos han declarado la guerra y Europa no se puede comportar como si fuera Zelensky saliendo de la Casa Blanca gimoteando como un cachorrito para, después, someterse al matón.