Trump y Putin: una charla vacía entre líderes autoritarios

Ambos mandatarios discuten sobre Ucrania e Irán en una conversación que revela más preocupaciones estratégicas que voluntad de paz

05 de Junio de 2025
Actualizado a las 14:08h
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Trump y Putin: una charla vacía entre líderes autoritarios

Donald Trump ha calificado de “buena” su reciente conversación telefónica con Vladímir Putin, aunque ha reconocido que no traerá una paz inmediata. Bajo una apariencia de diplomacia, el diálogo entre ambos líderes pone de manifiesto la sintonía entre dos estilos autoritarios y una visión del mundo que amenaza con socavar los pilares del orden internacional.

En un momento de máxima tensión global, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha optado por una peligrosa ambigüedad diplomática al entablar una conversación telefónica de más de una hora con el presidente ruso, Vladímir Putin. Lejos de representar un avance hacia la estabilidad internacional, el intercambio ha dejado un regusto amargo: una retórica de firmeza que esconde una inquietante complicidad.

Trump ha afirmado en su red social Truth Social que la charla fue “buena”, aunque rápidamente matizó que “no conducirá a una paz inmediata”. La aseveración no sorprende: la paz no parece una prioridad ni para el Kremlin ni para la Casa Blanca bajo la actual administración estadounidense.

Entre amenazas y gestos vacíos

En el centro del diálogo estuvieron los recientes ataques ucranianos contra bases aéreas rusas, una acción que ha tocado la sensible infraestructura de la aviación estratégica del Kremlin. Trump reconoció que Putin le habló con “mucha firmeza”, advirtiendo que responderá a estos ataques. En vez de condenar esa amenaza de represalias —como cabría esperar de un líder democrático—, Trump se limitó a transmitirla sin crítica alguna, validando de facto el lenguaje beligerante de Moscú.

Resulta alarmante que el presidente de Estados Unidos no haya aprovechado la ocasión para denunciar los crímenes de guerra cometidos por Rusia en Ucrania o para defender el derecho de Kiev a proteger su soberanía. En su lugar, prefirió centrarse en lo que calificó como “ataques terroristas”, utilizando —quizá sin querer— la misma narrativa que utiliza el Kremlin para desacreditar la resistencia ucraniana.

El juego geopolítico de Irán

Otro de los temas abordados fue el programa nuclear iraní. Trump afirmó haberle dicho a Putin que “Irán no puede tener un arma nuclear”, a lo que el líder ruso habría respondido que estaría dispuesto a colaborar en futuras negociaciones. Este aparente gesto conciliador por parte del mandatario ruso no debe interpretarse como un compromiso genuino con la no proliferación, sino como una maniobra táctica para ganar influencia en una región convulsa.

Lo preocupante es la actitud de Trump: parece depositar en Putin un grado de confianza que contradice no solo la evidencia histórica del comportamiento del Kremlin, sino también el criterio de sus propios servicios de inteligencia. ¿Desde cuándo Rusia, aliada de Irán en Siria y defensora de sus intereses estratégicos, es un interlocutor fiable para evitar que Teherán obtenga la bomba atómica?

El tono condescendiente de Trump hacia Putin no es nuevo. Esta reciente conversación deja claro que el presidente estadounidense sigue viendo en el líder ruso a un actor racional y necesario, cuando en realidad su régimen ha demostrado una y otra vez desprecio por los derechos humanos, el derecho internacional y la verdad.

La insistencia en recalcar que “no se espera una paz inmediata” no es más que una forma de justificar la inacción. La realidad es más grave, el diálogo con Putin, tal como lo plantea Trump, no busca la paz, sino reforzar un relato de equivalencias morales que coloca a las democracias y las autocracias al mismo nivel.

Mientras tanto, Ucrania sigue siendo bombardeada, los civiles continúan muriendo y los valores democráticos retroceden. Y en Washington, el presidente parece más preocupado por guardar las formas con el Kremlin que por defender los principios que debería representar.

 

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