El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha aceptado una tregua parcial de 30 días tras una conversación telefónica con Donald Trump, en la que el expresidente estadounidense le transmitió los acuerdos alcanzados con Vladímir Putin. El alto el fuego, sin embargo, no implica una paralización total de la guerra, sino que únicamente establece el cese de ataques a infraestructuras energéticas. Mientras tanto, las hostilidades continúan en el frente y tanto Rusia como Ucrania se han acusado mutuamente de bombardear sectores estratégicos el mismo día en que se anunció la tregua.
Un alto el fuego con letra pequeña
La tregua parcial fue pactada previamente entre Trump y Putin en una conversación telefónica en la que el presidente ruso rechazó la propuesta de alto el fuego total hecha por Washington. En su lugar, el Kremlin accedió únicamente a una pausa en los ataques aéreos y de artillería contra las centrales eléctricas y otros puntos clave del sistema energético ucraniano. La Casa Blanca confirmó el acuerdo a través de un comunicado del consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, y el secretario de Estado, Marco Rubio.
"Uno de los primeros pasos para poner fin a la guerra podría ser acabar con los ataques a la energía y otras infraestructuras civiles. Yo he apoyado este paso y Ucrania confirma que estamos listos para implementarlo", declaró Zelenski en redes sociales. No obstante, en su comunicado evitó pronunciarse sobre otras cuestiones espinosas que Trump puso sobre la mesa, como la posibilidad de que EE.UU. tome el control de las centrales nucleares ucranianas bajo el pretexto de protegerlas de posibles ataques.
Según fuentes estadounidenses, Trump sugirió que "la mejor manera de garantizar la seguridad energética de Ucrania" sería que sus centrales nucleares pasaran a ser gestionadas por empresas estadounidenses. Zelenski, quien lleva meses exigiendo garantías de seguridad más sólidas, no mencionó esta propuesta en su respuesta pública, lo que sugiere que el asunto sigue siendo motivo de discusión.
Ataques cruzados y desconfianza en Kiev
A pesar del acuerdo sobre la infraestructura energética, los combates en el frente no se han detenido. Horas después de la conversación entre Zelenski y Trump, Moscú y Kiev se acusaron mutuamente de lanzar ataques contra objetivos energéticos.
El Ministerio de Defensa ucraniano informó de que Rusia lanzó 145 drones y varios misiles S-300 contra instalaciones estratégicas, afectando a la red eléctrica de la empresa nacional ferroviaria en Dnipró y dañando dos hospitales en la región de Sumi. Por su parte, el Kremlin denunció que Ucrania atacó con drones un depósito de petróleo en la región rusa de Krasnodar, un punto clave para la exportación de crudo a través del mar Negro.
Este cruce de acusaciones ha reforzado la idea en Kiev de que la tregua no es más que una estrategia de Putin para ganar tiempo mientras refuerza su posición en el frente. "El presidente ruso ha demostrado que no tiene intención de firmar la paz", declaró Zelenski tras su llamada con Trump. Políticos y militares ucranianos temen que el Kremlin esté utilizando este respiro temporal para reorganizar su ofensiva y ampliar los territorios ocupados.
Putin impone condiciones inaceptables
Rusia dejó claro desde el primer momento que no considera esta tregua como un paso hacia la paz, sino como una medida táctica. Putin ha exigido a Estados Unidos que cese la ayuda militar a Ucrania como condición para discutir un alto el fuego más amplio. Esta demanda es inaceptable para Kiev y sus aliados europeos, que han reiterado que sin asistencia militar Ucrania estaría condenada a la derrota.
"Si Ucrania se queda sola, desaparecerá. Sería una rendición total", advirtió Olena Snigyr, experta del Centro Robert Schuman. La propia Casa Blanca ha mostrado señales de que Trump podría estar dispuesto a presionar a Zelenski para reducir la ayuda militar, lo que ha generado preocupación en Kiev. Durante diez días en marzo, Estados Unidos interrumpió el suministro de armas y asistencia de inteligencia a Ucrania, lo que obligó al gobierno ucraniano a admitir que debía "negociar cuanto antes la paz bajo el liderazgo del presidente Trump".
El dilema de Europa y el papel de Orbán
Mientras Estados Unidos se mueve hacia una negociación con Moscú, Europa trata de reforzar su apoyo a Ucrania. La Unión Europea ha insistido en que cualquier acuerdo de paz debe garantizar la independencia y soberanía del país, pero dentro del bloque sigue habiendo obstáculos. El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha seguido bloqueando iniciativas clave para el respaldo militar a Kiev, aunque en la última cumbre los líderes europeos lograron aprobar medidas sin su participación.
El temor de los socios europeos es que Trump, de volver a la Casa Blanca, haga concesiones a Putin que perjudiquen a Ucrania y dejen a la UE en una posición difícil. Francia y Reino Unido han propuesto la creación de una "coalición de voluntarios" para desplegar soldados en Ucrania con el objetivo de garantizar su seguridad tras la guerra, pero la iniciativa no cuenta con un consenso claro dentro de la UE.
La guerra sigue mientras Putin gana tiempo
Los movimientos en el frente indican que el Kremlin no ha reducido su ambición territorial. En los últimos días, las fuerzas rusas han intensificado sus operaciones en Járkov y en la línea de Oríjiv, en el sur del país. También han incrementado los ataques en la provincia de Sumi, lo que hace temer que Putin esté preparando una nueva ofensiva.
Vadim Triukhan, analista militar ucraniano, considera que "Putin le ha ganado la partida a Trump" porque ha logrado frenar la ofensiva ucraniana sin ceder nada a cambio. "El Kremlin sigue atacando y ha logrado marginar a Europa en las negociaciones", advierte. Para Ucrania, la tregua parcial solo refuerza la certeza de que la guerra está lejos de acabar.