En unos comicios parciales marcados por la incertidumbre y la crispación política, el partido ultraderechista Reforma UK, capitaneado de facto por el veterano agitador populista Nigel Farage, ha conquistado su primer escaño parlamentario en las elecciones parciales celebradas este jueves, al imponerse en la circunscripción de Runcorn and Helsby por tan solo seis votos de diferencia. Un resultado histórico no solo por lo ajustado —el más estrecho desde 1945— sino por su significado político profundo: la extrema derecha británica, hasta ahora relegada a los márgenes del sistema, ha roto la barrera institucional.
La candidata de Reforma, Sarah Pochin, fue proclamada vencedora tras obtener 12.645 votos, frente a los 12.639 de la laborista Karen Shore. Muy por detrás quedaron los conservadores (2.341), los Verdes (2.314) y los liberales (942), lo que evidencia un colapso del centro político y una creciente polarización.
Con una retórica cargada de exaltación patriótica, Pochin celebró la victoria como un hito fundacional: “Hemos hecho historia y esta victoria inspirará al resto del país”. Rindió homenaje al “gran líder” Farage, cuya figura sigue siendo el epicentro del discurso populista británico.
Este resultado tiene una carga simbólica explosiva. El distrito había sido ganado cómodamente por los laboristas hace menos de un año. Ahora, los datos muestran un aumento del 20,6% para Reforma, frente a una caída del 14,2% para los laboristas y del 8,8% para los conservadores. Es, en definitiva, una bofetada electoral para el gobierno de Starmer y un reflejo de la pérdida de confianza en las élites.
El trasfondo es aún más inquietante: el anterior diputado, Mike Amesbury, renunció tras ser condenado por agredir a un votante. Este desprestigio institucional ha sido hábilmente explotado por Reforma para proyectarse como “la voz del pueblo”.
Nigel Farage, fiel a su estilo desafiante, afirmó: “Somos ahora el partido de oposición real. Los conservadores ya no cuentan”. Así se consolida una narrativa que asocia al laborismo con debilidad y a su formación con la defensa de los "valores patrióticos".
Pese a algunas victorias laboristas en alcaldías como Doncaster o West of England, la candidata populista se ha hecho con Greater Lincolnshire con el 42% de los votos. En total, el Reino Unido está renovando más de 1.600 concejalías, pero el avance del populismo radical ya es evidente.
En una nación aún fracturada por las secuelas del Brexit y la inestabilidad económica, este triunfo de Reforma UK no puede interpretarse como anecdótico. Se trata de un síntoma grave de erosión democrática, donde la extrema derecha se alimenta del desencanto para ganar legitimidad.
El desafío que tiene por delante Keir Starmer es enorme: reconstruir el vínculo con el electorado sin ceder al marco discursivo reaccionario. Porque lo ocurrido en Runcorn and Helsby no es solo una pérdida: es una advertencia.