Es quizá uno de los grandes salvadores de judíos durante la Segunda Guerra Mundial y quizá también uno de los más desconocidos. José Arturo Castellanos Contreras, nacido en la ciudad salvadoreña de San Vicente, el 23 de diciembre de 1893, y fallecido en San Salvador, el 18 de junio de 1977, fue un militar y diplomático salvadoreño. Sus padres fueron el general Abelino Castellanos e Isabel Contreras. Realizó estudios militares en la Escuela Politécnica Militar (en El Salvador) y en Italia. Ejerció su carrera militar durante 26 años, hasta alcanzar el rango de segundo jefe del Estado Mayor General del Ejército de la República de El Salvador. Se casó con María Schürman, de nacionalidad suiza, con quien tuvo tres hijos.
La vida de este militar y diplomático salvadoreño discurría plácidamente hasta que, en 1937, fue designado como Cónsul General de su país en Liverpool (Inglaterra). En 1938 fue asignado al consulado de El Salvador en Hamburgo (Alemania) y finalmente desempeñó el cargo de Cónsul en Ginebra, Suiza, entre 1941 y 1945. Durante ese último período recibió la orden de no otorgar visas debido al éxodo de personas que huían del Holocausto, pero el mandato no impidió al coronel José Arturo Castellanos Contreras y al personal del consulado de El Salvador que iniciaran una operación para extender certificados de nacionalidad salvadoreña de forma clandestina.
Lo que vio en Alemania, tal como relata el periódico Aish Latino, le había conmovido y llevado a tomar acciones para salvar a los judíos:”El Coronel Castellanos se horrorizó por lo que vio en Alemania. Una serie de duros decretos antijudíos impedían que los judíos trabajaran en muchas profesiones, que fueran a la escuela y los excluían de espacios públicos a lo largo del país. El antisemitismo estaba muy extendido. En la noche del 9-10 de noviembre de 1938, las multitudes deambularon por las calles de ciudades y pueblos alemanes, golpearon y mataron judíos; saquearon, quemaron y atacaron casas y negocios judíos. Durante la Noche de los Cristales Rotos, Kristallnacht, como se dio a conocer, los nazis asesinaron a cientos de judíos y 30.000 fueron enviados a los campos de concentración”. Había que actuar y ponerse manos a la obra para salvar a los judíos perseguidos.
Sin embargo, como a tantos otros diplomáticos que trataban de ayudar a los judíos, sus superiores en su país no querían ayudar a los judíos, tal como nos relata Yvette Alt Miller:”A pesar de la desesperada necesidad que tenían los judíos de salir de Alemania, El Salvador, como la mayoría de los países, se negó a emitir visas para permitirles salir de Alemania. En 1939, el Coronel Castellanos escribió una carta al Ministro de Relaciones Exteriores de El Salvador, describiendo la extrema situación de los judíos en Alemania y suplicándole que emitiera visas para los judíos alemanes. Los ruegos del Coronel Castellanos cayeron en oídos sordos y le dieron a entender que tenía prohibido ayudar”. Pero eso, como después conocimos, no acobardó a nuestro valiente diplomático y muy pronto se pondría a organizar el salvamento de los hebreos perseguidos que estaban a su alcance”.
VALENTIA FRENTE A LOS NAZIS Y SUS SUPERIORES
Según la citada Alt Miller, “El primer acto de resistencia del Coronel Castellanos fue salvar a su amigo, un empresario judío húngaro llamado Gyorgy Mandl. Mandl cambió su nombre por uno que sonaba más en español, Jorge Mandel-Mantello, y se convirtió en el Primer Secretario del consulado salvadoreño en Ginebra, un puesto y título ficticio que inventó el Coronel Castellanos. El Coronel Castellanos emitió documentos de identidad salvadoreña para Mandel-Mantello y su familia, salvándolos de una potencial deportación”.
Así relataba el periódico israelí Aurora, en lengua española, su hazaña:”Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras trabajaba como cónsul general de El Salvador en Ginebra, y estando de acuerdo con el empresario judeo-húngaro György Mandl y en cooperación con el representante del Congreso Mundial Judío Abraham Silberschein, ayudó a salvar a 40.000 europeos de Europa Central y a judíos de la persecución nazi dándoles papeles falsos y acreditándolos como ciudadanos salvadoreños, entre ellos al propio György, quien cambió su nombre a George Mandel-Mantello y poco tiempo después de obtener documentos que lo acreditaban como diplomático salvadoreño fue requerido, tanto él como su familia por la Gestapo, debido a su ascendencia judía. Los documentos emitidos por Castellanos ayudaron a que miles de ciudadanos de Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia y Rumania fueran protegidos por la Cruz Roja internacional”.
El balance esta gran obra para salvar judíos fue realmente heroica y arriesgada. A medida que progresó la guerra, el coronel Castellanos y Mandel-Mantello comprendieron que no podían emitir visas con suficiente rapidez para salvar a tantos judíos cuyas vidas estaban en peligro. Por eso distribuyeron secretamente más de 13.000 certificados de ciudadanía salvadoreña, cada preciado documento protegía a una familia entera. Miles de judíos europeos sin ninguna conexión con El Salvador se convirtieron repentinamente en ciudadanos de un pequeño país de América Central, lo que les brindó protección contra la deportación y el arresto. Al principio, estos certificados fueron enviados de contrabando a judíos que vivían en Francia; eventualmente también llegaron a judíos de Hungría, el país natal de Mandel-Mandello. En definitiva, hubo judíos de Polonia, Francia, Hungría, Alemania y Checoslovaquia que se convirtieron en ciudadanos de El Salvador. El coronel Castellanos utilizó su posición diplomática para convencer a los escépticos suizos y a otros oficiales de que los papeles de ciudadanía salvadoreña eran genuinos y auténticos.
COLABORACION SUIZA
Un aspecto muy desconocido en esta gran operación de salvamento de judíos por parte de El Salvador es el papel de un diplomático suizo, tal como nos relata Aish Latino:”En 1944, después de dos años de emitir en secreto miles de visas, pasaportes y certificados de ciudadanía, el Coronel Castellanos finalmente recibió permiso de El Salvador para continuar con su trabajo y salvar vidas abiertamente. Él y el Sr. Mandel-Mantello aumentaron el número de documentos que imprimían, ganando eventualmente un aliado en Budapest: Carl Lutz, el vicecónsul en el Consulado Suizo en la capital de Hungría”.
Con la ayuda de Lutz, El Salvador emitió miles de documentos notariados que parecían oficiales, garantizando ciudadanía y protección a los judíos en Hungría, Polonia y otros países europeos, quienes de otra forma hubieran muerto. Cuando se difundió el rumor sobre las visas salvadoreñas emitidas en Hungría, Carl Lutz mudó su centro de producción a una fábrica de vidrio abandonada, en donde tenía más espacio para emitir documentos de ciudadanía salvadoreña. Se estima que entre 30.000 y 50.000 judíos lograron salvarse en la Segunda Guerra Mundial por lo que algunos llaman la “Acción El Salvador”. Su labor heroica en Europa había concluido en 1944 y el diplomático regresaría a casa.
Después de la guerra, el coronel Castellanos vivió una vida tranquila, prácticamente sin mencionar su heroísmo durante la guerra. El escritor León Uris localizó en 1972 al ya retirado José Castellanos y en 1976 dio su única charla sobre sus actividades durante la guerra en una breve entrevista radial. Luego de la Segunda Guerra Mundial lo enviaron a Londres y de allí José Castellanos regresó a casa y se jubiló. Falleció en El Salvador en 1977. Frieda García, la hija de Castellanos, recuerda que su padre le quitaba importancia a su heroísmo y rara vez hablaba de las miles de vidas que salvó. “Cada vez que le preguntaba, me decía que él no hizo nada que otra persona en su lugar no hubiese hecho”, recuerda su hija.
Como tantos otros héroes anónimos que salvaron a muchos judíos durante el Holocausto, el trabajo del coronel Castellanos pasó desapercibido en su país y en el mundo. El reconocimiento llegó tarde y a título póstumo. En 1995, el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton exaltó el trabajo de los cuerpos diplomáticos salvadoreños por haber rescatado a miles de personas durante el Holocausto. En 1999 se inauguró la calle El Salvador, en el barrio de Givat Masua, en Israel, y, en 2010, el Yad Vashem le otorgó a Castellanos el título de Justo entre las Naciones.