Foto del perfil del redactor de Diario16 Vicente Mateos Sainz de Medrano.

La banca exhibe la inmoralidad del capitalismo salvaje

07 de Febrero de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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capitalismo

Indignación es el común sentimiento ciudadano ante los beneficios record de la banca española en 2022, que resultan ofensivos por ser fruto de exprimir los presupuestos familiares, en medio de la crisis desatada por la guerra provocada por Putin, con cláusulas abusivas en las hipotecas cuyo interés suben entre medio y un punto, como mínimo, sobre el Euribor que marca el Banco Central Europeo. Mientras, realizan despidos masivos de trabajadores, cierran sucursales y atienden como a siervos a sus clientes. Indignación que sube de grado cuando la Autoridad Bancaria Europea confirma en su último informe de 2021 que los ejecutivos de la banca española están entre los que más ganan de Europa, y que de los seis que recibieron más de 10 millones anuales, tres están en España

Indignación convertida en rabia, cuando justifican el brutal crecimiento de sus beneficios, con el argumento genérico de que en años precedentes perdieron mucho dinero e interesadamente olvidan que con nuestros impuestos les salvamos de la hecatombe financiera de 2008, con un aval de 100.000 millones, del que apenas se han recuperado 40.000. ¿Quién o qué organismo se encarga de que lo devuelvan al erario público? No se sabe. "Los españoles recuperarán todo el dinero aportado por el Estado para salvar a la banca", dijo el entonces Ministro de Economía del Gobierno Rajoy, el “inefable" Luis de Guindos, hoy número dos del BCE que preside Christine Lagarde, que antes de ambos cargos trabajó como alto ejecutivo en Leman Brothers: germen de la crisis financiera mundial. 

Ahí nació años antes el paradigma dela economía financiera que santificó la filosofía del enriquecimiento sin fin, y convirtió a banqueros y agentes financieros en psicópatas del dinero, yonquis del capital, sin ningún escrúpulo moral ni empatía social, amparados por las instituciones internacionales de control de la economía mundial. La policía económica —de la que ya he hablado aquí—, encargada de meter miedo con sus informes sobre el negro devenir que nos aguarda, si no acatamos sus dictados. Policía quecanoniza la usura legalizada de los bancos, a los que enriquece subiendo el precio del dinero; y reafirma como los aduaneros que dan acceso al juego económico empresarial, concediendo o no créditos cada más caros y leoninos

Juego de rol que mueve la economía global y descubre el escaso poder de los Gobiernos para poner coto a sus desmanes que generan desigualdad por doquier; porque son los bancos, las multinacionales, las energéticas, los monstruos que controlan la economía digital y los traficantes de materias primas —"Los dueños del mundo" como certifica un libro de reciente aparición— quienes marcan el paso; ante los cuales los Ejecutivos solo pueden poner en marcha, si tienen la valentía de sobreponerse la presión del poder económico, medidas que palíen el impacto en la ciudadanía del capitalismo salvaje que nos somete, aumentando la carga impositiva a los que más ganan o subiendo el salario mínimo que tanto ofende a la patronal: siempre opuesta a mejorar las condiciones salariales de los trabajadores

Marco en el que la política es el escenario social dónde el papel de las fuerzas conservadoras es esconder este juego perverso que beneficia a los de siempre, con un discurso disruptivo, populista, que hace categoría de la anécdota a modo de trampantojo, para que no veamos y olvidemos la desigualdad desbocada y sin fin que genera. De ahí que carezcan de proyecto y discurso propio, que emana del guion que escriben las fuerzas económicas que controlan el sistema, que les lleva a incurrir en propuestas fuera de toda lógica o sinsentidos alocados, que ponen de manifiesto su desconocimiento en la materia y su nula empatía con quienes sufren éste modelo económico sin entrañas.  Por eso, habría que erigir un monumento a esos ciudadanos que hacen cola ante la sede del Banco de España, para comprar letras o bonos del tesoro del Estado, que apuestan por su país en lugar de caer en las garras de los fondos de inversión que enriquecen a la banca privada.       

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