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La esclavitud de los sin pan

29 de Marzo de 2016
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Ciertamente vivimos tiempos extraños en donde las cifras de la recuperación macroeconómica chocan con la cotidianidad del drama de una crisis económica que ha logrado configurar a nuestro alrededor un nuevo tipo de sociedad en donde la difuminada clase media ha dejado paso a una diferenciación de clases clara y definitoria entre quienes luchan por sobrevivir en el día a día y quienes disfrutan opíparamente de los frutos de un mercado caníbal que ha devorado  los derechos y libertades de una clase trabajadora, condenada hoy en gran parte a la permanente tensión de la supervivencia mensual en una España en donde cada día resulta más difícil salir adelante.Un país, en donde las cifras de la vergüenza fruto  de la inacción o la acción a favor del poder neocapitalista de parte de la clase política se ocultan de la cotidianidad de los titulares que no vienen a remarcar datos claros sobre la desesperación humana de miles de personas que ante los callejones sin salida de la nueva sociedad del siglo XXI se ven obligadas a transitar los caminos más insospechados de la moderna esclavitud que el sistema económico hoy nos regala, esa que toma forma en el recorte de derechos laborales la explotación salarial o  la pérdida de libertades.Nadie habla hoy en las tribunas de oradores del inerte congreso del aumento de la prostitución como última vía a la que cientos de mujeres se han visto abocadas para tirar adelante ante una situación insostenible, nadie clama en sus discursos políticos por las cifras de muertos que la crisis caníbal arroja y que en los últimos años han producido decenas de víctimas fruto de ese nuevo terrorismo financiero y bancario que no encuentra freno por parte de una clase política absorta en otros debates de galería y de yoyismo ilustrado que poco o nada ayudan a quienes hoy sufren  en el día a día la pérdida de sus esperanzas y sus ilusiones.Hombres y Mujeres con historias de incertidumbres y tragedias, personas como Tamara Escarcena una mujer gaditana que apenas hace unos días recriminaba en el pleno del ayuntamiento de Cádiz y  fruto de su propia desesperación soluciones al actual alcalde de la ciudad José María González “ Kichi” de Podemos , respuestas ante las promesas incumplidas que en voz de Tamara se identifican con la pérdida de confianza de un pueblo hacía los políticos y la política  actual como herramienta  de transformación social y respuesta ante la necesidad.Hoy la injusticia y la falta de equidad se muestran como la realidad cercana por quienes sufren la configuración de esta nueva sociedad insolidaria en donde las diferencias se acrecientan al ritmo que el caldo de cultivo de la radicalidad  populista va calando como una fina lluvia en la epidermis de la sociedad sin salida. Y es que, son en definitiva los callejos sin salida como decía Bertolt Brech los que producen las revoluciones.En definitiva, hoy España clama por la necesidad de una política en mayúsculas capaz de dar forma a un gobierno progresista y de cambio que construya  ahora o en próximas elecciones una hoja de ruta de recuperación de derechos y libertades, que atienda a las miles de familias desahuciadas, que dé respuesta a un desempleo atroz que condena a las colas del paro a hombres y mujeres en plazas y pueblos, que apueste por un pacto estatal por la educación pública y defienda un modelo económico real de redistribución de las riquezas implementado la economía social y del bien común como ejes estratégicos de su acción, apostando por el emprendimiento y la innovación como elementos diferenciadores en el ámbito mundial. Y todo ello sin olvidar la política de retorno de las generaciones que mejor capacitadas que deben contribuir a aumentar la riqueza y el desarrollo económico de una España preparada para los cambios que este tiempo nos depara.No esperemos más porque hoy es tiempo de la política de estado en mayúsculas, tiempo de dejar en el cajón la mediocridad del interés cainita y partidista de quienes sólo entienden la gestión de lo público como un medio de vida y no como una herramienta de revolución social y conquista del futuro, ese que se alcanza sólo construyendo desde el presente con los pilares sólidos de la justicia, la igualdad, el progreso y la libertad que toda nación necesita para avanzar y prosperar.
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