El Índice de Precios al Consumo (IPC) correspondiente al mes de febrero de 2023, publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), demuestra que la inflación no se ha logrado frenar a pesar de una política monetaria orientada que está fracasando estrepitosamente, a pesar del daño que está causando en las clases medias y trabajadoras.
En concreto, el IPC de febrero subió al 6%, apenas una décima respecto a enero, pero en unos niveles muy elevados. El Banco Central Europeo (BCE), al igual que la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) y otros bancos centrales, han apostado por la ortodoxia económica y llevan meses subiendo de manera indiscriminada los tipos de interés como receta para rebajar la inflación.
Sin embargo, están fracasando porque el principal motor que da vida a la subida indiscriminada de los precios es la codicia corporativa de las grandes empresas que, finalmente, tiene una repercusión directa en el coste que pagan los consumidores por los productor básicos.
Tanto el BCE como la Fed ya han reconocido que este es un hecho, que los beneficios netos de las grandes corporaciones y los salarios obscenos de los principales directivos de estas empresas son la causa principal de esta deriva inflacionaria. Sin embargo, las medidas que los gobiernos están implementando tienen como respuesta la guerra judicial o, directamente, la deslocalización.
Según los datos del INE, se puede comprobar que la inflación impacta mucho más en los alimentos más básicos como legumbres, hortalizas, pan y cereales. También es notorio el incremento de los precios derivados de la vivienda, sobre todo por el incremento del coste de la electricidad.
