domingo, 30junio, 2024
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Las partículas que emiten los aviones ponen en peligro a 8 millones de personas en España

Las partículas ultrafinas son aproximadamente 1.000 veces más pequeñas que un cabello humano y especialmente preocupantes porque penetran profundamente en el cuerpo humano y se han encontrado en la sangre, el cerebro y la placenta. 

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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La exposición a partículas ultrafinas (UFP, por sus siglas en inglés) está relacionada con el desarrollo de afecciones graves y a largo plazo, con problemas respiratorios, cardiovasculares y problemas en el embarazo. Esto es lo que se desprende de un estudio realizado en 32 aeropuertos de toda Europa, entre los que se encuentran cuatro aeropuertos españoles: Adolfo Suárez de Madrid, el Prat de Barcelona, Palma de Mallorca y la Costa del Sol de Málaga.

En España existen ocho millones de personas —alrededor del 16 % de la población total— que viven en un radio de 20 kilómetros de los cuatro aeropuertos más transitados del país y están especialmente expuestas a las partículas ultrafinas de la aviación, según revela el nuevo estudio de T&E, federación en la que participa Ecologistas en Acción. Sólo en Madrid hay 3,8 millones de personas afectadas. Por su parte, en torno al aeropuerto de Barcelona son 2,7 millones de personas las afectadas por la actividad del aeropuerto, 896.000 en Málaga y 557.000 en Palma de Mallorca. En el conjunto de Europa, 52 millones de personas se ven afectadas por los 32 aeropuertos más transitados.

Los resultados: 280.000 casos de hipertensión arterial, 330.000 de diabetes y 18.000 de demencia en Europa pueden estar asociadas a la exposición a dichas partículas, según esta nueva investigación. El estudio extrapola los casos notificados de estas enfermedades en los alrededores del aeropuerto Schiphol de Ámsterdam y ofrece la primera estimación de los efectos sobre la salud relacionados con las UFP de la aviación en Europa.

Si se tienen en cuenta los aeropuertos estudiados en España, el transporte aéreo sería el causante de 52.205 casos de hipertensión, 64.918 de diabetes y 5.339 de demencia. Unos guarismos que sitúan a España a la cabeza de todos los países estudiados en lo que se refiere a hipertensión y demencia.

A pesar de todo ello, hasta la fecha, no existe ninguna normativa sobre los niveles seguros de UFP en el aire a pesar de que la OMS advirtió hace más de 15 años de que se trataba de un contaminante de preocupación emergente.

Reducir número de vuelos y cambiar el combustible

Las UFP de los aviones se emiten a gran altitud, pero también en el despegue y el aterrizaje, lo que significa que las personas residentes cerca de los aeropuertos se ven especialmente afectadas. Quienes viven en un radio de cinco kilómetros de un aeropuerto respiran un aire que contiene, de media, entre 3.000 y 10.000 partículas ultrafinas por cm3 emitidas por los aviones. En muchas ciudades, existe una correlación entre las personas que viven cerca de un aeropuerto y los ingresos más bajos. Esto demuestra, una vez más, que las personas más vulnerables son las más afectadas por la contaminación atmosférica.

El combustible, clave

Según el estudio, el uso de combustible de «mejor calidad» puede reducir las UFP hasta en un 70 %. La cantidad de UFP emitidas por los aviones depende en gran medida de la composición del combustible. Cuanto más limpio es el combustible de aviación, menos contaminación genera al quemarse. La limpieza de este combustible se realiza mediante un proceso llamado hidrotratamiento. Se utiliza desde hace décadas para eliminar el azufre de los combustibles para coches y barcos y puede costar menos de cinco céntimos por litro de combustible. Pero nunca se ha mejorado el combustible de los aviones, a pesar de que puede reducir considerablemente la contaminación atmosférica en los alrededores de los aeropuertos.

Otras medidas para reducir las UFP y mejorar la calidad del aire son la reducción del tráfico aéreo y del crecimiento exponencial de la aviación, así como el uso de tecnologías más limpias, como los combustibles de aviación sostenibles (SAF) y los aviones de emisiones cero, que emiten muchos menos contaminantes.

Las UFP forman parte de las llamadas «emisiones de no CO₂» de los aviones, que incluyen muchos otros contaminantes tóxicos, tanto gases como partículas, como los óxidos de nitrógeno y el dióxido de azufre. Aunque estos contaminantes no entran en el ámbito del estudio, también tienen efectos conocidos sobre la salud que se suman a los descritos anteriormente. Estas emisiones también tienen un efecto nocivo sobre el clima, lo que hace que la contribución de la aviación al calentamiento global sea, al menos, el doble de perjudicial de lo que comúnmente se piensa.

Por ejemplo, la formación de estelas de condensación —las líneas blancas que surcan el cielo detrás de los aviones, con un importante efecto de calentamiento— también está relacionada con las emisiones de UFP. Para las organizaciones ambientales, reducir las emisiones de estas partículas mediante un combustible de mejor calidad no solo sería beneficioso para la población que vive cerca de los aeropuertos, sino también para el planeta.

Pablo Muñoz Nieto, portavoz de Ecologistas en Acción, ha declarado que «¿Vivir cerca de un aeropuerto puede hacerte enfermar? Lamentablemente sí. Los aviones liberan partículas diminutas que pueden estar relacionadas con enfermedades pulmonares y cardiovasculares. Los políticos han ignorado esta crisis sanitaria oculta, priorizando el crecimiento del sector de la aviación y los viajes de negocios sobre la salud de su propia población, a menudo la más empobrecida y vulnerable».

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