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Los médicos saben hablar, pero no escuchar

Juan Gérvas / Mercedes Pérez Fernández
Juan Gérvas / Mercedes Pérez Fernández
Juan Gérvas, Doctor en Medicina, médico general rural jubilado, Equipo CESCA, Madrid, España. Mercedes Pérez-Fernández, especialista en Medicina Interna, médico general jubilada, Equipo CESCA, Madrid, España.
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análisis

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-¿De qué ha hablado con el médico?

-No hemos hablado.

-¿No?

-No. El médico hizo preguntas y yo las contesté.

El estilo autoritario y sincopado impuesto por los médicos en las entrevistas clínicas se retrata bien en este diálogo entre un investigador y un paciente que acaba de estar con el psiquiatra:

Researcher: “What did you talk about with the doctor?”

Interviewee: “I didn’t talk with the doctor.”

Researcher: “Oh?”

Patient: “The doctor asked questions, I answered. We didn’t talk.”

Esta realidad es ejemplo de un estilo inquisitorial predominante en que el paciente sólo tiene derecho a contestar al interrogatorio inmisericorde del médico (1).

Dele tiempo, doctor, que no hay en la vida nada como la pena de ser interrumpido en la consulta

Cuando se deja hablar libremente a los pacientes, sin interrumpirles, la mayoría se agota en dos minutos (2).

Dejar hablar al paciente es parte de una actitud médica “centrada en la persona” pues son claves las ideas, preocupaciones y expectativas de los propios pacientes.

Sin embargo, al comienzo de la consulta, el médico suele dejar hablar al paciente unos 20 segundos antes de interrumpirle (2).

El médico interrumpe de inmediato al paciente para precisar, para llegar al grano y para ahorrar tiempo, y con ello convierte el encuentro médico-paciente en un interrogatorio en que parece que el médico sabe y el paciente es lerdo por más que muchas veces sea al revés( por definición, el paciente sabe más que nadie de su enfermar, en cómo repercute en su vida diaria y en los miedos y fantasías que generan los signos y síntomas que le interesan al médico).

Tras la biología que busca y explora el médico hay una vida que se vuelve frágil con el enfermar; hay una historia y una narración que va desde el simple “¿A qué lo atribuye usted?” al complejo “¿Qué teme más con todo esto que le agobia?”

Los pacientes son libros abiertos si se les escucha, si tienen el protagonismo que merecen. Un buen médico deja hablar al paciente y lo escucha, pues con ello es humano, se gana la confianza y se vuelve más eficiente en el uso del tiempo.

La película “Caro diario”

“Caro diario no es una película al uso.

‘Médicos’ es, si hacemos caso a las palabras del director y protagonista (“nada en este capítulo es inventado”) el episodio más puramente autobiográfico de la película. En él, Nanni Moretti nos narra con todo detalle su epopeya médica a raíz de un prurito que le impide conciliar el sueño por las noches hasta afectar por completo su vida cotidiana.

La interminable sucesión de especialistas que visita el protagonista (a cual más extravagante, desde el “príncipe de los dermatólogos” hasta una extraña pareja de acupunturistas chinos) crean una sensación grotesca, rallando prácticamente el absurdo, que Moretti contrasta hábilmente mostrando los manuscritos reales con las interminables listas de recetas que acumuló a raíz de su dolencia.

Hay, de nuevo aquí, un extraño equilibrio entre los momentos de absurda comicidad (Moretti probando los diferentes métodos de la pareja de médicos chinos “porque al menos en el centro chino son muy amables”) y otras escenas de un sereno estoicismo (el protagonista paseando por la playa con camisa de manga larga y altos calcetines de algodón por prescripción médica), hasta la inesperada resolución, tras un clímax dramático en el que el protagonista es prácticamente desahuciado […] cuyos principales síntomas son, tal como descubre Moretti en su propia enciclopedia: sudor, adelgazamiento… y un fuerte prurito en todo el cuerpo (!). Y es que, como sentencia el protagonista en este bello, insólito y personal diario filmado: “los médicos saben hablar, pero no escuchar” (3).

Un médico rural”, de Franz Kafka: “es fácil escribir recetas, pero en cambio es un trabajo difícil entenderse con la gente”

“¿Qué hago aquí, en este interminable invierno? Mi caballo se ha muerto y no hay nadie en el pueblo que me preste el suyo. Me veré obligado a arrojar mi carruaje en la pocilga; si por casualidad no hubiese encontrado esos caballos, habría tenido que recurrir a los cerdos. Esta es mi situación.

Saludo a la familia con un movimiento de cabeza. Ellos no saben nada de todo esto, y si lo supieran, no lo creerían. Es fácil escribir recetas, pero en cambio es un trabajo difícil entenderse con la gente” (4).

Escucha activa y empática. Y más

La escucha es la principal habilidad médica y es una tarea activa. Hace falta escuchar lo que se dice y lo que no se dice, “escuchar” el lenguaje no verbal y respetar los silencios. Escuchar también atentamente, con toda nuestra presencia, que incluye el contacto visual y la actitud corporal; escuchar con interés genuino y con empatía, sin hacer otras tareas a la vez. La percepción de ser escuchado depende más de la calidad de la escucha que de la duración de la misma, y tiene efecto terapéutico (5).

En una sociedad donde se delega la administración de la vida social (tráfico, comercio, producción) a las tecnologías digitales, es más difícil hacerle lugar a la deliberación y al compromiso con las decisiones que se toman. Este es un aspecto crucial de las democracias: ¿dónde se va a aprender el valor de escuchar, sopesar razones y decidir? (6).

Estudiante, residente, profesional: hay una Medicina Romántica, una medicina “humana”, además de científica, que promueve escuchar al paciente. Además, se trata de creer al paciente (si le duele, le duele; si tiene miedo, tiene miedo), de mirarle a los ojos y de “tocarlo” (darle la mano, explorarlo).

La función básica profesional es dar fe del sufrimiento, lo que exige la escucha sin prejuicios pues el sufrimiento es personal e intransferible y cada persona es experta en sí misma. Los profesionales a escuchar con una escucha verbal y no verbal, un escuchar palabras pero también cuerpos que «hablan», manos que «cantan», caras que «viven», ojos que “brillan”, pies que «se mueven», etc.

Síntesis

Escuchar dignifica al profesional sanitario y a la sociedad. Conviene recordar que quien tiene un problema tiene, muchas veces, su solución (si se le escucha)

Saber hablar es importante, pero más importante es saber escuchar.

Bibliografía

1.- Languaje and psychiatry

http://www.thelancet.com/journals/lanpsy/article/PIIS2215-0366(18)30040-3/fulltext

2.- Spontaneous talking time at start of consultation in outpatient clinic: cohort study

https://www.bmj.com/content/325/7366/682

3.- Caro diario

http://cinemaesencial.com/peliculas/caro-diario

4.- Un médico rural y otros relatos pequeños

http://www.elboomeran.com/upload/ficheros/obras/9788493711047_medico_rural.pdf

5.- Atención a las personas con malestar emocional

https://consaludmental.org/publicaciones/Atencion-personas-malestar-emocional.pdf

6.- Éric Sadin: un autor imprescindible

http://www.juanirigoyen.es/2019/03/eric-sadin-un-autor-imprescindible_12.html

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1 COMENTARIO

  1. Se trata de una crítica generalizada a la profesión. Como toda generalización, contiene injusticias. Hay muchos que escuchan. Pero acepto la crítica; el problema está demasiado extendido. Con todo, me habría gustado un poco más de profundidad en la propuesta: ¿se trata de la deshumanización de un colectivo o de la simple adaptación -—mera supervivencia — a esquemas laborales impuestos, contra los que hay poco que hacer?

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