El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, se dejó ver este sábado por el Mercado Tradicional de Haría, en Lanzarote. Junto a él estaba el presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa. Ambos estuvieron paseando con sus respectivas mujeres y se interesaron por los productos que ofrece la localidad del norte de la Isla de los Volcanes, según publica el diario La Provincia.
Con Canarias en estado de emergencia por la última oleada de inmigración (una tragedia humanitaria como pocas), ¿era el momento de irse de vacaciones al epicentro del desastre? ¿Acaso no había otro destino turístico mejor en el que pasar unos merecidos días de asueto (hasta el presidente del Gobierno español se merece un descanso)? Más de 36 horas (¡36!) tardó Sánchez en referirse a la catástrofe que está dejando las aguas canarias repletas de cayucos y cadáveres. Un error monumental, garrafal, de Moncloa.
Cuenta la prensa local que Sánchez repite la imagen del año pasado al pasearse y fotografiarse junto con los vecinos y turistas, antes de volver a su lugar de descanso, en La Mareta. Solo que este era el año en que había que cambiar de planes, porque con la que está cayendo no tocaba. A Canarias hay que ir a remangarse, a resolver un problema de proporciones bíblicas, y no solo a lucir palmito ibicenco por los zocos y mercadillos de las bellas islas.
De entrada, el PP ya ha salido en comandita (y esta vez con razón) a criticar la “cumbre de Lanzarote” que ha reunido en sus vacaciones al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y al expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Todos ellos podrían haber encontrado un hueco en la apretada agenda veraniega para recibir al presidente Fernando Clavijo, que está deseando abordar la crisis humanitaria. El encuentro socialista a tres bandas ha sido calificado por el vicesecretario de Coordinación Autonómica y Municipal y Análisis Electoral de los populares, Elías Bendodo, como reunión de “tres actores fundamentales en la ruptura de la unidad de España”. Ahí se ha pasado el señor Bendodo. España no se rompe, o en todo caso lleva siglos rompiéndose y aquí estamos. Como mucho, lo que se rompe es Canarias, una comunidad saturada y al límite en la que puede estallar un conflicto de convivencia en cualquier momento. Entre la inmigración descontrolada y la turismofobia, los vecinos están hartos. Cientos de africanos llegan a sus costas, muchos de ellos menores de edad o incluso niños que nada más poner pie en suelo español reciben el insulto racista o les cuelgan el cartel de mena (ese asqueroso calificativo empleado por Vox). Desde el gobierno canario denuncian que están teniendo muchas dificultades para atender a todos los menores migrantes que llegan a las islas. La saturación de estos centros ha provocado que se tengan que instalar carpas en zonas como Lanzarote, aunque insisten en que necesitan medidas de extrema urgencia.
En las últimas horas, por fin, Moncloa parece haber movido ficha. Para hacer frente al problema, a Sánchez se le ha ocurrido visitar Mauritania el próximo 27 de agosto. Lo hará siete meses después de su última visita al país, donde anunció que España movilizaría 300 millones de euros en inversiones en el país para frenar el repunte de la inmigración irregular. En ese viaje, Sánchez también visitará Gambia y Senegal para abordar con ellos la cuestión migratoria. Otro tour estival que, lamentablemente y por desgracia, mucho nos tememos que servirá para más bien poco, ya que las pateras seguirán llegando a Canarias mientras él negocia con los sátrapas africanos que, dicho sea de paso, son quienes suelen estar detrás de las redes de inmigración ilegal.
Es la presión migratoria la que ha llevado a Canarias al borde del colapso. Según el ministerio de Interior, en lo que llevamos de 2024 han llegado a España 31.000 migrantes irregulares, es decir, un 66% más que el año pasado. De los que 22.000, 7 de cada 10, lo hicieron al archipiélago, más del doble que el año pasado a estas alturas. Una situación insostenible que ha provocado que el Gobierno canario tome medidas. Así, piden que se habiliten más centros de acogida. Y es que de las 1.200 personas que han llegado en agosto a las costas canarias, 200 son menores. No era el momento para irse de vacaciones al lugar del terremoto, señor Sánchez. No era el momento.