El Ministerio de Vivienda ha lanzado el esperado concurso de ideas para resignificar el Valle de Cuelgamuros, con el objetivo de recuperar un enclave marcado por la dictadura franquista y dotarlo de un nuevo sentido como lugar de memoria, reflexión y futuro compartido. La intervención, inspirada en modelos internacionales, busca combinar el arte, la arquitectura y el paisaje como herramientas para construir una mirada crítica, plural y respetuosa del pasado.
El Valle de Cuelgamuros, escenario de memorias enfrentadas y símbolo del pasado más controvertido de España, entra en una nueva fase de transformación. El Gobierno ha anunciado la apertura del concurso internacional de ideas para su resignificación, con la intención de convertirlo en un espacio de encuentro, conocimiento y reflexión histórica. El proyecto, impulsado por el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, contempla una inversión total de 30 millones de euros, de los cuales 4 millones se destinarán a esta convocatoria y la redacción del proyecto ganador.
Con esta iniciativa, el Ejecutivo pretende dar un giro profundo a un lugar que definen como “congelado en el tiempo”, proponiendo una intervención que combine arquitectura, arte y paisaje, y que esté a la altura de referentes internacionales como el Memorial al Holocausto de Berlín. El objetivo es claro: dotar de un nuevo significado a un espacio cargado de simbolismo, desde una mirada plural y respetuosa con su complejidad histórica.
El Ministerio considera que el concurso representa una oportunidad triple: recuperar un espacio de toda la ciudadanía, crear un nuevo referente internacional de memoria y reconciliación, y conservar un conjunto monumental visiblemente deteriorado, cuya rehabilitación será clave para garantizar su integración en el presente.
La propuesta se estructura en cuatro grandes actuaciones. La primera consiste en el diseño de un proyecto integral de resignificación del conjunto monumental. La segunda contempla la construcción de un centro de interpretación, donde se desarrollarán actividades expositivas y pedagógicas. En tercer lugar, se prevé una musealización del recinto, que podría extenderse al interior de la basílica —siempre respetando los espacios de culto—, y que abordará tres narrativas: la historia ideológica y arquitectónica del monumento, el uso de mano de obra penada en su construcción, y el valor paisajístico y natural del entorno. Por último, se ejecutará una restauración arquitectónica selectiva para garantizar la seguridad y funcionalidad de los elementos que serán reutilizados.
Un jurado plural
El concurso se desarrollará en dos fases. La primera ronda, abierta hasta el 16 de junio, seleccionará diez propuestas, que serán premiadas con 60.500 euros cada una. Estas pasarán a una segunda fase de desarrollo técnico, tras la cual un jurado compuesto por expertos de prestigio y un representante de la Iglesia, seleccionará la propuesta ganadora, que se conocerá en septiembre de 2025. El equipo vencedor recibirá una retribución adicional, descontada posteriormente de los honorarios por la ejecución del proyecto.
Se espera que la licitación de las obras tenga lugar en 2026, una vez redactados los proyectos básicos y de ejecución, cuya elaboración llevará alrededor de ocho meses.
El camino hacia este concurso ha requerido un complejo acuerdo con la Iglesia Católica, imprescindible para poder actuar dentro de la basílica, aún considerada lugar de culto. Según fuentes del Ministerio de Presidencia, se trataba de “la única alternativa” viable, tras una negociación satisfactoria con el Arzobispado de Madrid y el Vaticano. Desde la Archidiócesis se confirma que, por ahora, solo se ha acordado la permanencia de la comunidad benedictina y el respeto a los elementos religiosos situados fuera del templo.
Sobre la monumental cruz del Valle, el Gobierno ha sido claro: “jamás” se planteó su derribo. Consideran que su presencia es esencial para comprender el contexto histórico del lugar. “El nacionalcatolicismo se explica ahí”, afirman fuentes de Memoria Democrática, subrayando que destruir no es resignificar, sino borrar la historia.
De mausoleo franquista a espacio de convivencia
Esta transformación del Valle de Cuelgamuros no es un punto de partida, sino una etapa más dentro de un proceso que ya ha comenzado con hitos como la exhumación de Francisco Franco, la salida de los restos de José Antonio Primo de Rivera, o el cambio de nombre del conjunto. La resignificación definitiva, sin embargo, se jugará ahora en el terreno del diseño, la memoria y el relato, con la mirada puesta en el futuro y con un firme compromiso con la verdad histórica.
El Valle, testigo mudo de décadas de confrontación, podría por fin abrirse a una nueva narrativa: inclusiva, crítica, y reparadora. La arquitectura, al servicio de la memoria.