La incuestionable belleza, serenidad, profundidad y paz que transmite el Cristo resucitado que ha elegido el pintor sevillano Salustiano García (Villaverde del Río, 1965) como cartel oficial de la Semana Santa de Sevilla 2024, una de las más icónicas de todo el planeta, convocado por el Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla, ha generado una inabarcable oleada de opiniones encontradas a favor y en contra en todo el país que ha degenerado en críticas homófobas, intolerantes y retrógradas de mayor o menor calado, sobre todo a través de las redes sociales. Pero las pueriles y hueras excusas expuestas por la amplísima mayoría de los que han opinado en contra son fácilmente desmontables una por una con argumentos de peso, tanto históricos como artísticos.
El propio autor de la ya icónica obra hiperrealista, que ha utilizado a su hijo Horacio como modelo, ha querido en todo momento evitar cualquier tipo de polémica y confrontación con la carcunda, principal protagonista de esta cascada de críticas desaforadas al cartel, que de entrada ha servido ya para poner aún más en el epicentro de todo el país el peso específico que posee en sí misma la Semana Santa de la capital sevillana, un icono a nivel mundial de la celebración más sagrada del mundo católico, la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Bajo el título “Entre la multitud solo estás tú”, Salustiano García, un reconocido artista plástico a nivel internacional, ha optado por elegir el momento de la Resurrección porque la considera “la parte más luminosa”, según ha reconocido en entrevistas en diversos medios. Al mismo tiempo, a todos aquellos que conocen su trayectoria artística no han sorprendido los elementos pictóricos elegidos, porque ante todo ha querido “ser fiel” a su propio estilo, que no es otro que “trabajar con personas, con seres vivos y no copiar imágenes”.
A ello se une la elección del rojo intenso, color permanentemente presente en una gran parte de su obra en general. El cuerpo escultórico y semidesnudo del Cristo resucitado no se aleja un ápice de los cánones de multitud de obras barrocas y renacentistas de estas representaciones religiosas en el arte de la época en España e Italia, a diferencia de los germánicos y flamencos que, como explicó en la presentación del cartel el propio artista, son “ensangrentados y retorcidos por el dolor”. En el Resucitado de García sobresale la majestuosidad, belleza y dulzura de la expresión de Cristo. No existe por ningún lado esa supuesta intencionalidad “blasfema” e “irrespetuosa” que algunos críticos han querido ver en esta obra.
En el Resucitado de García sobresale la majestuosidad, belleza y dulzura de la expresión de Cristo. No existe por ningún lado esa supuesta intencionalidad “blasfema” e “irrespetuosa” que algunos críticos han querido ver en esta obra
Tampoco tiene el más mínimo viso de prosperar, con argumentos de peso en la mano, la crítica reiterada de aquellos que ven en este cartel una obra alejada por completo de los cánones que supuestamente deben representar a la ciudad de Sevilla. No es la primera vez que se presenta un cartel que supuestamente rompe con las tradiciones ‘impuestas’ sottovoce, tampoco es la primera vez, ni mucho menos, que la obra elegida escapa a los lugares comunes ampliamente representados y totalmente previsibles y reiterados, en una endogámica incesante y empalagosa.
Además, el artista ha elegido precisamente dos iconos de la Semana Santa sevillana para representar a su particular Resucitado con el rostro de su hijo Horacio: las potencias del Cristo del Amor, obra escultórica de comienzos del siglo XVII elaborada por Juan de Mesa, y el sudario del Cristo del Cachorro, obra de 1682 realizada por Francisco Antonio Ruiz Gijón.
A la crítica de que es una obra “afeminada” y “semidesnuda”, no hay más que echar mano de un catálogo de historia del arte religioso cristiano para hallar una amplísima tradición representativa en este sentido. Para alejar cualquier intencionalidad provocadora en este sentido por parte de Salustiano García, el autor del cartel sevillano ha explicado que “necesitaba un modelo y la solución la tenía en casa. Mi hijo Horacio es bellísimo, a la manera que lo son los ángeles, los arcángeles y los querubines”.
En la mayoría de las ocasiones, las polémicas más profundas y sesudas tienen las respuestas más sencillas posibles.