Baiona es mucho más que un destino turístico. Es una joya del sur de Pontevedra, una villa marinera donde la historia se escribe con salitre y viento. Es el lugar donde desembarcó la carabela La Pinta con la noticia del Nuevo Mundo, pero también donde cada amanecer viste de oro la bahía y cada marea habla del Atlántico. Baiona es mar abierto, playas serenas, calles empedradas, miradores infinitos, olor a percebe, a eucalipto, a roca húmeda. Es un pueblo que respira al ritmo de las olas, con un equilibrio delicado entre su pasado marinero, su presente humano y su entorno natural.
Pero ese equilibrio está siendo roto. Donde hubo agua viva, biodiversidad y horizonte abierto, hoy hay tierra removida, estructuras invasivas y silencio institucional. El mar se rellena. Se cubre con piedras, con cemento, con tierra. Y con eso, se intenta también enterrar la memoria, la vida marina, el alma del pueblo.
Este ataque al litoral no es una casualidad ni una necesidad urgente. Es una decisión política, impulsada por el PP desde la Xunta de Galicia, con Alfonso Rueda al mando, y ejecutada localmente por su alcalde en Baiona, Jesús Vázquez Almuiña. A través de Portos de Galicia, han aprobado y promovido la ampliación del puerto deportivo sin transparencia, sin participación ciudadana y sin respeto por los valores ambientales ni paisajísticos que hacen de Baiona un lugar único.
La ciudadanía lo ha entendido. Lo ha visto. Lo ha sentido. Por eso este sábado 7 de junio, cientos de vecinos tomaron la explanada —ese espacio artificial donde antes había mar— para dejar claro su rechazo. La consigna fue clara: “recheo non” (relleno no).
Porque este proyecto no responde al interés general. Responde a los intereses de una élite. Se trata de crear una explanada donde antes había vida, de sustituir ecosistemas por parkings de embarcaciones de recreo, de priorizar el negocio privado frente al patrimonio común.
Las consecuencias ya se notan: agua turbia, pérdida de flora y fauna marina, alteración del fondo de la ría, playas que se quedan sin arena entre estaciones, necesidad de mover sedimentos artificialmente... Y lo más grave: la destrucción de un ecosistema ya degradado, ahora condenado a desaparecer por completo.
Desde la Xunta se minimiza. Desde el Concello se justifica. Pero en Baiona la gente ha despertado. Y ha dicho basta. Basta de concesiones encubiertas. Basta de ignorar los informes independientes. Basta de disfrazar el cemento de progreso. No es progreso cuando se destruye el mar. No es desarrollo cuando se expulsa la vida.
La Plataforma Vecinal Salvemos Santa Marta y Ecologistas en Acción han liderado una respuesta ejemplar: firme, informada, pacífica. Con argumentos técnicos, sensibilidad social y una visión de futuro real. “Non é o que Baiona necesita”, han dicho. Y tienen razón. Baiona no necesita más relleno. Necesita respeto. Necesita que su mar sea protegido, no invadido.
“Un día veremos fotos antiguas de Baiona y diremos: qué hermosa era. ¿Quién la destruyó? ¿Nadie pudo impedirlo?”
Sí, sí hubo quien lo intentó. Y aún se está a tiempo de frenar esta deriva. Porque esta lucha no ha terminado. Y porque, como dijo otra vecina, “el mar no es un montón de lubinas, crema solar y ciento veinte mil puertos. El mar es origen, es vida, incluso para los que construyen puertos deportivos”.
Por eso Baiona, la de verdad, la que cuida, la que respeta, la que no olvida, sigue gritando con fuerza:
¡“Recheo non” (relleno no)!
Porque el mar no se vende. Porque la dignidad no se entierra. Porque Baiona no se rinde.
