El caso Rubiales se convierte en una bomba de relojería para el Gobierno de Sánchez

02 de Septiembre de 2023
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Cada minuto que pasa parece más claro que Luis Rubiales no es un cadáver político, como algunos tratan de hacer ver. El Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) le dio ayer un buen balón de oxígeno al entender que no hubo abuso de autoridad en el beso que le propinó a la jugadora Jenni Hermoso. El órgano califica de falta “grave” la conducta, pero no de “muy grave”, de modo que el Gobierno no podrá suspender ni inhabilitar al presidente de la Federación, que era lo que pretendía el ministro Miquel Iceta. La decisión del TAD deja a Rubiales un amplio margen de actuación pese a que está suspendido por la FIFA y ya le han retirado el teléfono móvil, el ordenador, el coche oficial y el más que jugoso sueldo.

Falta grave

El horizonte judicial se le despeja a Rubiales. Pese a que la Fiscalía ha abierto diligencias por agresión sexual y hay otras acciones penales en marcha contra él iniciadas a instancias de otras asociaciones y particulares, de momento, hasta donde se sabe, la jugadora Jenni Hermoso no ha presentado denuncia contra el presidente de la Federación. Y no es una cuestión menor. Así las cosas, nada hace prever que el máximo dirigente del fútbol español vaya a ser condenado en la jurisdicción penal, la vía administrativa la tiene controlada tras la reciente decisión del TAD (con el Gobierno maniatado) y la FIFA solo lo ha suspendido por tres meses, un plazo corto de tiempo pasado el cual, una vez amainado el vendaval, nada impediría que el dirigente español volviera a su despacho y recuperara sus prerrogativas y privilegios.

El machismo de Rubiales ha sido público y notorio (lo ha visto todo el planeta) y solo por eso debería dimitir. Sin embargo, cualquiera que conozca mínimamente al presidente sabe que es un hombre que no se rinde jamás, ni siquiera cuando el árbitro ha pitado el final del partido. Es capaz de hacer cualquier cosa por recuperar su sillón sin importarle el ridículo internacional que haya protagonizado. Y va a dar la batalla.

Reglamento obsoleto

Llegados a este punto, cabe preguntarse si la actuación del Gobierno ha sido la más eficaz a la hora de zanjar el escándalo monumental. De entrada, podría haber desarrollado el régimen sancionador de la nueva Ley del Deporte para adaptar las penas al siglo XXI, a las nuevas normativas de igualdad y a la realidad del país. Han pasado ocho meses desde la aprobación de esa ley y nada se ha hecho al respecto. El TAD no disponía de ese reglamento y se ha visto obligado a aplicar la legislación del año 1990, lo que le ha permitido castigar una conducta machista de abuso de autoridad como “grave” y no como “muy grave”, lo que hubiese dejado fuera de combate a Rubiales primero con la suspensión y después con la inhabilitación decretada por el Consejo Superior de Deportes. Una vez más, la lentitud de la Administración ha dejado una rendija abierta para que alguien se vaya de rositas. Huele a incompetencia y habría que dirimir responsabilidades.

Ahora, Moncloa trata de salvar la cara en un momento especialmente delicado, justo cuando Pedro Sánchez se esfuerza en recabar apoyos para su investidura. El caso Rubiales ha escocido y mucho en Sumar, socio preferente del PSOE (basta ver la indignación de Yolanda Díaz), pero también ha enervado a otras formaciones políticas que como Esquerra deben ahormar la mayoría de escaños para que el presidente del Gobierno pueda revalidar un segundo mandato. En su web oficial, Moncloa recuerda que el Consejo Superior de Deportes (CSD) ha instado al TAD a suspender provisionalmente a Luis Rubiales, después de que este órgano, independiente del CSD en sus actuaciones, haya iniciado este viernes el procedimiento sancionador contra el mandatario por la presunta comisión de dos infracciones “graves”. Pero no parece que esa suspensión vaya a llegar por parte de la Justicia deportiva española, a menos a corto plazo. Así que la pataleta del Gobierno servirá de más bien poco.

Rubiales enrocado

“El Consejo Superior de Deportes, que el pasado viernes elevó su petición razonada al Tribunal Administrativo del Deporte junto con las denuncias recibidas, insta ahora al TAD a suspender provisionalmente a Luis Rubiales. Adicionalmente, el Consejo Superior de Deportes estudia la posibilidad de recurrir en vía contencioso-administrativa la decisión que el Tribunal Administrativo del Deporte le ha comunicado este viernes”, asegura el comunicado oficial de Presidencia. Es evidente que el caso quema en las manos al Gobierno y que han entrado las prisas por resolverlo cuanto antes. La foto de un Rubiales vencedor recuperando su poltrona puede ser muy dañina para Moncloa, que quedará como gran derrotada en este convulso episodio.

Obviamente, ahora es Rubiales quien no tiene urgencias de ningún tipo. El tiempo empieza a jugar a su favor y solo tiene que esperar a que la tormenta mediática pase, a que a los prebostes de la FIFA se les pase el cabreo y a que la Justicia (siempre conservadora) termine comprando su versión de que no solo no hubo “ánimo libidinoso” en su beso a Hermoso sino que está siendo víctima de una cacería del “falso feminismo”. A un juez español no hay que ponerle una pistola en el pecho para que dicte sentencia a favor de un hombre, frente a una mujer, cuando las pruebas están cogidas por los pelos.

El Gobierno insiste en que el procedimiento en “respuesta al inaceptable comportamiento de Luis Rubiales durante la final del Campeonato del Mundo femenino de fútbol” sigue vivo, abierto y en marcha y en que este hombre finalmente pagará su “pico” indecoroso a la deportista. Pero la cosa empieza a pintar mal y no precisamente para Rubiales. Las últimas decisiones no invitan a ser optimistas a quienes pretenden poner al personaje en el lugar que le corresponde, o sea en la cola del paro. El jarro de agua fría del TAD hace mucho daño a la lucha por la igualdad. Y supone un duro revés para Sánchez, para los derechos de la mujer y para la obligación de decencia moral que debe observar todo cargo directivo. 

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