En los primeros momentos de la dana, con los barrancos y ramblas desbordados y arrollando pueblos y comarcas enteras, el servicio de emergencias 112 quedó colapsado. No es que se cayera el servicio, como se dijo en redes sociales, es que no se dio abasto para atender a los miles de llamadas de socorro. ¿Qué pasó? Sencillamente que no hubo medios humanos y materiales suficientes porque el servicio anda bajo mínimos por culpa de los recortes. Las políticas de reducción de lo público también matan.
El sindicato UGT ha seguido este problema de cerca y ya en 2017 consideraba que “la liberalización de la prestación de una actividad como es la atención telefónica a las urgencias, que debe ser considerada esencial, no puede ni debe comportar la disminución de derechos y garantías para los usuarios como puede darse en este caso”. Por ello, UGT denunció el contexto en el que actualmente se encuentra el servicio público esencial 112 Comunitat Valenciana, dado que “el proceso de privatización sufrido por el mismo implica que la Administración ya no es el único sujeto al que el ordenamiento atribuye obligaciones de servicio público, dando cabida a determinados sectores económicos privados”.
El 112, número telefónico para la gestión de emergencias, nació en la Comunitat Valenciana en el año 1999, siendo prestado desde su inicio por empresas privadas del sector de contact center (telemarketing). Todo ello a pesar de que este servicio es considerado como esencial tanto a nivel europeo, como a nivel autonómico por la Ley de Emergencias de la Comunidad Valenciana. “Es por ello por lo que UGT ha decidido instar a un debate serio sobre el modelo de gestión del 112-CV, poner fin a los abusos de las privatizaciones y recuperar el protagonismo de lo público como generador de eficacia y bienestar para el conjunto de la ciudadanía”, alertaba ya entonces el sindicato. En esa línea, la organización sindical inició un proceso que implicaba presentar una moción a los plenos de los ayuntamientos solicitando implicación en los siguientes acuerdos: instar a que las Administraciones competentes garanticen la gestión pública de este servicio esencial; que las Administraciones competentes promuevan mejoras en las condiciones laborales de los profesionales del servicio esencial garantizando el puesto de trabajo, eliminando la precariedad y negociando con la Administración mejoras sustanciales y específicas sobre el convenio para recoger todas las particularidades de un servicio de atención de llamadas de emergencia; y dar traslado de la siguiente moción al Síndic de Greuges, Gobierno de la Comunidad Autónoma, a la Diputación Provincial, al Congreso de los Diputados y al Senado.
Trabajadores del servicio aseguran: “No puedes evitar que el agua arrase, pero sí se pueden salvar vidas tomando decisiones y esas decisiones son políticas. Dos horas antes podrían haber dado la orden de evacuación de poblaciones”. Según eldiario.es, los trabajadores del 112 van a turnos alternos para cubrir las 24 horas del día. Con entre 5 y 15 personas en condiciones de normalidad y con un 20 por ciento de la plantilla de baja, este servicio privatizado, bajo el convenio de telemarketing, gestiona todas las emergencias que llegan desde la autonomía”. Según el citado medio, el 29 de octubre, el primer día de la dana, los trabajadores comprobaron, mientras asistían a las víctimas desde el centro de l’Eliana, cómo todo se desbordaba: por la mañana recibieron decenas de avisos en las zonas altas, donde comenzó a llover bien temprano, los monitores marcaban la geolocalización y la naturaleza de los avisos, con fuerte hincapié en Utiel o Chiva. “Los avisos fueron aumentando a medida que pasaban las horas y extendiéndose por otras localidades, especialmente los municipios atravesados por el barranco del Poyo –o barranco de Chiva–, que llega hasta l'Horta Sud y desemboca una parte en l’Albufera”, añade el citado medio.
El periódico El Salto aporta más datos sobre el funcionamiento de este servicio y su papel durante la dana que ha arrasado Valencia. Anastasio Borreguero, miembro de CGT, asegura que desde el primer momento de las lluvias se reforzaron las plantillas y han llegado a ser 40 personas para atender la avalancha de llamadas. “En ese día se dimensionó todo lo que se pudo, los compañeros estuvimos al lado y hemos hecho turnos de 10 horas de manera voluntaria”, explica Borreguero, quien confirma el colapso vivido en las líneas: “Hemos llegado a tener 400 llamadas en cola”.