Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año se producen 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo de alcohol. Por ello, el 15 de noviembre se declaró como el Día Mundial sin Alcohol con el objetivo de concienciar en la necesidad de adoptar medidas encaminadas a reducir el uso nocivo del alcohol y la carga sanitaria y social que provoca su ingesta.
En este sentido, el alcohol supone en España un importante factor de riesgo de carga de enfermedad y mortalidad. De hecho, es la sustancia psicoactiva más consumida por la población general en todas las edades. No obstante, el problema es especialmente preocupante entre las personas jóvenes y menores, que además son más vulnerables a sus efectos.
En 2018/19, el 77,9 % de los estudiantes de 14 a 18 años reconoció haber consumido alcohol alguna vez en la vida, el 77,5% algún día en el último año y el 58,5% en el último mes. La prevalencia de consumo para estos tramos es, en general, superior en las chicas que en los chicos. El inicio del consumo en ambos sexos se sitúa en los 14 años de media.
Asimismo, se apreció un repunte de intoxicaciones etílicas agudas y binge drinking en todos los tramos de edad y en ambos sexos. En el grupo de menores de edad (14 a 17 años) un 47,1% de los chicos y un 52,3% de las chicas dice que se ha emborrachado alguna vez. En concreto, en el grupo de 15 y 16 años, la prevalencia en los últimos 30 días fue del 17%, por encima de la media europea que se sitúa en el 13%.
Este consumo intensivo se asocia en muchas ocasiones, además de a los efectos directos del alcohol sobre la propia fisiología y desarrollo neurológico, a determinadas conductas de riesgo. Por ejemplo, el 2,7% de los estudiantes reconoció haber conducido un vehículo bajo los efectos del alcohol en el último año, y el 17,2% dijo haber viajado como pasajero en un vehículo conducido por alguien que estaba bajo los efectos del alcohol (el 20,5% de las chicas y el 17,2% de los chicos). Además, el 16,9% dice haberse visto implicado en una pelea o agresión y el 30,6% haber mantenido relaciones sexuales sin preservativo en esta situación.
Cabe destacar que el 94,9% de los estudiantes de 14 a 18 años señaló no haber tenido ninguna dificultad para conseguir bebidas alcohólicas. El 37,7% de las personas menores de edad accedieron directamente al alcohol, por ellos mismos (29,2 %) o a través de otros menores (8,5%).
Consumo en el tramo de 15 a 64 años
En la población general de 15 a 64 años el consumo es también elevado (el 93% consumió alcohol alguna vez en su vida, el 77,2% durante el último año y el 63% durante el último mes), hecho que no ha disminuido en los últimos veinte años. Un 8,8% declaró consumir a diario.
Se aprecia una consolidación del cambio en el patrón de consumo, alejándose del consumo diario tradicional. Los episodios de consumo intensivo son frecuentes (el 19,4% se emborracharon el último año y el 15,4% presentaron episodios de consumo intensivo o binge drinking en el último mes, mayores en los hombres y personas jóvenes, con tendencia ascendente en los últimos años.
Así, la población laboral muestra cifras de consumo de alcohol ligeramente superiores a las de la población general, con mayores prevalencias de consumo diario, que son más altas entre las personas en paro que entre las empleadas (10,9% y 9,4%, respectivamente).
Un tema de especial relevancia es el consumo de alcohol durante el embarazo, por las importantes consecuencias asociadas como los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF). En 2019/2020, el 1,2% de las mujeres reconoció haber consumido alcohol estando embarazadas, cifra que se considera una infraestimación de este preocupante fenómeno. Este es un aspecto que requerirá de mayor profundización en sucesivas ediciones de este informe.
En las personas mayores de 64 años, el consumo de alcohol está menos extendido que en la población de 15 a 64 años. Es superior entre los hombres, y se observa un mayor consumo diario, más consumo de vino, y menos consumos intensivos (binge drinking, borracheras y consumo de riesgo de alcohol).
Consumo durante la pandemia
Todavía es demasiado pronto para calibrar el impacto a largo plazo de la COVID-19 en los patrones de consumo de alcohol de la población, pero los datos disponibles apuntan a que, en el año 2020, disminuyó el consumo de bebidas alcohólicas en ambos sexos y en todos los grupos de edad, en especial se redujeron los episodios de consumo intensivo en los grupos más jóvenes.
Esto vendría a reforzar el concepto de que las medidas de prevención ambiental que disminuyen la oferta y disponibilidad, son eficaces para reducir el consumo de alcohol, sobre todo entre jóvenes y menores.
Consumo de riesgo
Un dato de especial interés es la estimación del porcentaje de población que estaría consumiendo alcohol por encima del nivel considerado de bajo riesgo. Así, el 18,6% de las personas de 15 a 64 años presenta un consumo por encima del nivel considerado de bajo riesgo (hasta 10 gramos/día en mujeres y 20 gramos/día en hombres, acorde al reciente consenso nacional aprobado por el CISNS).
Por otro lado, se estima que el 5,2% de la población de 15 a 64 años estaría realizando un consumo de riesgo de alcohol según los resultados del cuestionario AUDIT (≥8 puntos en hombres y ≥6 en mujeres), con cifras mayores entre los más jóvenes y en los hombres, aunque en el grupo más joven de 15 a 24 años, la diferencia entre sexos sería mucho menor.
Dentro de la red de atención a drogodependencias y adicciones, en nuestro país el alcohol es responsable del mayor número de admisiones a tratamiento, con una tendencia en ascenso y alcanzando las 27.209 personas en 2019, muchas más que las que buscan tratamiento por cocaína, cannabis o heroína. Además, se relaciona con el 40,3% de los episodios de urgencias hospitalarias por consumo de drogas, que se concentran entre las personas menores de 25 años (a pesar de que únicamente se registra el alcohol cuando aparece junto con otra droga).
Entre 2010 y 2017 se estima que se produjeron en España una media de 15.489 muertes atribuibles al alcohol al año, de las que el 55,7% son prematuras. El riesgo poblacional se situaría en una tasa media anual de mortalidad atribuible estandarizada de 40,9/100.000 personas-año (69,3/100.000 en hombres y 18,1/100.000 en mujeres). Del conjunto de las muertes por todas las causas se valora que el 4% fueron atribuibles al alcohol.