Mientras el sector vitivinícola español enfrenta una amenaza real por los aranceles anunciados por Estados Unidos, el Partido Popular saca pecho con discursos inflados de palabrería y propaganda ideológica. Cuca Gamarra, en un acto que pretendía parecer técnico y útil en Jerez, se limitó a repetir tópicos sobre unidad, diplomacia y liberalismo económico, sin ofrecer ni una sola medida concreta y viable para proteger al sector. Otra actuación más de un partido que lleva años defendiendo a los poderosos mientras desprotege a quienes de verdad trabajan por la economía real del país.
El PP predica lo que jamás ha practicado
Desde la ciudad de Jerez, uno de los epicentros de la producción vinícola más importante de España, Cuca Gamarra se presentó con una supuesta intención de consenso y trabajo conjunto. Pero detrás de cada frase cuidadosamente recortada y empacada para titulares, lo que se esconde es una alarmante falta de propuestas útiles. Hablar de "unidad institucional" sin reconocer la responsabilidad del propio Partido Popular en la ruptura constante del consenso político en Europa y en España es una ofensa a la inteligencia.
Gamarra exige unidad, pero lo hace desde un atril partidista, rodeada únicamente de cargos del PP, sin rastro de pluralidad ni de verdadera vocación de acuerdo. ¿Cómo puede hablarse de “trabajar desde todos los ámbitos” si se reduce todo a una operación de marketing interno, un simple acto de partido?. Ni una mención al papel que deben tener los sindicatos, las organizaciones agrarias o los pequeños productores. Ni una autocrítica sobre las veces que su formación torpedeó políticas europeas comunes en nombre del “libre mercado”, ni una palabra sobre el daño que ha causado el discurso neoliberal cuando toca proteger a las pequeñas explotaciones frente a las grandes corporaciones.
La responsable popular incluso tuvo el descaro de reivindicar el liberalismo económico como solución a una guerra comercial desatada por las propias reglas del sistema que ella defiende. Defender al mismo tiempo el liberalismo y exigir ayudas públicas es una contradicción tan ridícula como ofensiva para quienes realmente entienden lo que está en juego: miles de empleos, cientos de pequeñas bodegas y la supervivencia de un sector estratégico.
Feijóo y el espejismo de las diez medidas: humo para tapar la inacción
En otro de los puntos de su intervención, Gamarra quiso hacer pasar por “plan de respuesta” un conjunto de propuestas inconcretas y condicionadas por el mismo dogmatismo ideológico que impide al PP asumir que, ante crisis como esta, se necesitan políticas públicas valientes, ayudas directas y regulación eficaz.
El supuesto “plan de diez medidas” no es más que un brindis al sol: habla de reformas estructurales sin especificar cuáles, critica los parches del Gobierno pero no explica cómo evitar la dependencia del mercado estadounidense, y habla de desescalada de aranceles como si eso dependiera de una decisión unilateral o de la buena voluntad del Partido Popular. En realidad, Feijóo y su equipo siguen utilizando la política internacional como una plataforma para hacer oposición, no para construir país.
Además, su planteamiento sobre ayudas deja al descubierto lo que verdaderamente les preocupa: el reparto clientelar de fondos, el control político de las subvenciones y, por encima de todo, mantener contentas a las grandes empresas exportadoras. Cuando Gamarra habla de “criterios objetivos” y “no premiar según el CIF”, en realidad está hablando de impedir que los pequeños productores locales accedan a ayudas en igualdad de condiciones frente a los gigantes del sector. Un mensaje que, disfrazado de justicia, esconde una clara intención: blindar a las élites económicas de cualquier redistribución real.
Cuando el PP habla de unidad, hay que echarse a temblar
Las palabras de Cuca Gamarra no son solo vacías: son una distracción peligrosa en un momento crítico. Hablar de diplomacia inteligente, de paciencia y de “marco ideológico” es insultante cuando lo que está en juego es el futuro de decenas de miles de familias que viven del vino, del aceite, del campo. Mientras tanto, Feijóo sigue parapetado tras la ambigüedad, incapaz de confrontar a Estados Unidos ni de liderar una respuesta firme desde Europa.
El Partido Popular ha vuelto a demostrar que cuando habla de defender a España, en realidad defiende a los suyos, a los grandes, a los de siempre. Y cuando invoca la unidad, lo hace solo para tapar su propia incapacidad para construir consensos reales.