Planificar mejor las compras es esencial para reducir los desperdicios de alimentos, que sumaron 1.352 millones de kilos en 2019 en España, una cifra elevada y un 1% más interanual, pese a que la población cada vez está más concienciada, según datos de la Agencia Efe. El informe es demoledor, precisamente en un momento en que, con un país devastado por la pandemia y la crisis económica galopante, las colas del hambre en los comedores sociales y puertas de las iglesias son cada día más largas. Algo está fallando en nuestro sistema de asistencia social, no sólo porque las grandes superficies y supermercados arrojan a diario cientos de toneladas de alimentos a los contenedores, sino porque buena parte de la comida desperdiciada en los hogares del país no llega a las personas que la necesitan.
El despilfarro alimentario “constituye una pérdida económica porque su desembolso no tiene ninguna compensación por parte de las familias”, asegura el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, quien incide además en el negativo significado desde el punto de vista social.
España es el séptimo país de la Unión Europea que más comida desperdicia, con 7,7 millones de toneladas al año, lo que equivale a 179 kilogramos por persona, según el economista.es. La cifra resulta más aterradora cuando los expertos aseguran que ello supone “tirar a la basura” 3.000 millones de euros anualmente. Y hay que tener en cuenta que de todos los alimentos que acaban en la bolsa de plástico, aproximadamente 1,2 millones de toneladas son aptos para el consumo. Sin embargo, también hay que decir que España es el que más dona de la UE: 153 millones de kilos en 2017.
Para frenar esta problemática, el Consejo Directivo de AECOC aprobó en 2012 trabajar en un proyecto destinado frenar este problema. Un programa de colaboración entre todos los sectores de la cadena alimenticia, que cuenta con el apoyo de cerca de 500 empresas fabricantes y distribuidoras del sector del gran consumo, servicios logísticos y transporte.