La media hora de infamia en que Mazón estuvo "a otras cosas" en lugar de salvar vidas humanas

El presidente de la Generalitat Valenciana insiste en que estuvo comunicado en todo momento la tarde del 29 de octubre, cuando fallecieron 228 personas por la dana

16 de Abril de 2025
Actualizado el 17 de abril
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Mazón en una portada de ABC.
Mazón en una portada de ABC.

A las 19.10 de la tarde del fatídico 29 de octubre, mientras miles de valencianos estaban con el agua al cuello por el tsunami provocado por la dana, la consellera de Interior de la Generalitat, Salomé Pradas, llamaba al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, para informarle de la situación angustiosa y desesperada y pedirle instrucciones, entre ellas el envío de la alerta masiva a la población. Imposible contactar con él. Algo más tarde, a las 19.36 horas, Pradas vuelve a intentarlo. Tampoco. Mazón no contesta o cuelga directamente el teléfono. Solo a las 19.43, puede localizarlo al fin. ¿Dónde estuvo metido durante esa media hora trascendental el máximo dirigente del Consell? ¿En qué cosas más importantes que salvar la vida de los valencianos andaba metido el honorable? Se desconoce, entre otras cosas porque, seis meses después de la tragedia que costó 228 muertos, sigue sin dar las explicaciones oportunas. Tanto es así, que ni siquiera se ha dignado a acudir ante la jueza para aclarar todo este desastre de gestión. Y eso que la magistrada le ha ofrecido esa posibilidad de comparecencia voluntaria mientras se resuelve si se le levanta el aforamiento para imputarlo en la causa.

A partir de ahí, todo son conjeturas. El rastro de Mazón se pierde a mediodía, cuando acude al restaurante El Ventorro a celebrar una comida privada con la popular periodista valenciana Maribel Vilaplana, a la que el presidente supuestamente pretendía ofrecerle la dirección de la cadena de televisión regional À Punt. En ese local situado en pleno centro de la ciudad, la pantalla sobre los movimientos de Mazón se va a fundido en negro. Nadie, salvo probablemente él y su interlocutora, saben lo que pasó en esas horas fatídicas. ¿Se alargó la comida? ¿Se quedaron sin cobertura los teléfonos móviles? ¿Se marchó el líder del PP valenciano a otros quehaceres privados tras comer con la periodista? Ahí está, sin duda, la clave de que la Generalitat no activara la alerta roja telemática a los teléfonos móviles de la población que pudo haber salvado cientos de vidas, tal como sospecha la jueza de Catarroja. Los daños materiales eran inevitables, las muertes se pudieron evitar, viene a decir el demoledor auto de la instructora.

Lo que se deduce del listado de llamadas que Pradas ha aportado a la jueza de Catarroja no deja en buen lugar a Carlos Mazón. Este listado incluye un total de 12 llamadas (siete entrantes o salientes y cinco perdidas) con el president Mazón. En un acta levantada ante notario y aportada a la instructora, Pradas detalla todas las llamadas que hizo o recibió durante ese día a través de su móvil oficial y en ellas queda constancia de cuántas veces y a qué horas habló con Mazón; con la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé; con altos cargos de la Generalitat; o con alcaldes, entre otros contactos de su agenda, informa Efe.

Así, figura una llamada cancelada con Mazón a las 12.52 horas de esa jornada y otra también fallida a las 16.29. La primera llamada (entrante) con el president es a las 17.37 (de dos minutos de duración), a la que siguen otras a las 18.16 (saliente, siete minutos), 18.25 (saliente, 43 segundos) y 18.30 (entrante, 33 segundos). Después, hay otras dos llamadas canceladas a las 19.10 y 19.36, una entrante a las 19.43 (de 48 segundos), otra entrante a las 20.10 (de un minuto) y una perdida y otra entrante a las 20.19 horas, esta última de 38 segundos. A las 20.11 horas se envió el mensaje masivo a la población Es-Alert desde el Cecopi.

El pasado 24 de febrero, en un desayuno informativo en Madrid, Mazón hizo públicas las cinco llamadas que había mantenido ese día con Salomé Pradas: a las 17.37, 18.16, 18.25, 18.30 y 19.43. La entonces consellera estaba en ese periodo presente en el Centro de Coordinación de Emergencias, en la reunión del Cecopi. Sin embargo, ni rastro de las llamadas perdidas, cuyo registro dice mucho de lo que ocurrió aquella tarde para la infamia.

En el listado de Pradas aparecen todas las comunicaciones que mantuvo con Pilar Bernabé (catorce, tres de ellas fallidas, entre las 12.48 y las 20.33 horas); con su entonces número dos, Emilio Argüeso (imputado como ella en la causa que instruye la jueza de Catarroja); con el presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó; con el secretario de Estado, Hugo Morán; con alcaldes y alcaldesas y con jefes de gabinete de la Generalitat, entre otros contactos. Durante aquella jornada, Pradas habló también reiteradas veces con personas muy cercanas al entorno del president. En concreto, con el secretario autonómico del Gabinete del President, José Manuel Cuenca, figuran ocho llamadas (tres de ellas fallidas), si bien pudo hablar con él a las 13.19; 16.48; 16.48; 16.56 y 19.07 horas.

Por su parte, fuentes de la Generalitat aseguran que este listado de llamadas “demuestra que es falso” que Mazón estuviera incomunicado la tarde de la dana o que estuviera ilocalizable para Salomé Pradas entre las 18.30 y las 19.43 horas. Sobre este particular precisan que en todo caso el período donde no se le localizó “sería de 19.10 (primera llamada perdida) y las 19.43”, cuando devuelve la llamada. “Pero es que resulta que en esos 33 minutos Mazón hace otras dos llamadas, al secretario de Infraestructuras (que estaba conectado en el Cecopi y le estaba explicando la situación) y al secretario de Presidencia”, de lo que concluyen que “Mazón estuvo pendiente de la emergencia toda la tarde”. No es cierto. Hubo momentos en que el presidente estuvo prácticamente ilocalizable. Es decir, desaparecido en combate. Él sabrá lo que estaba haciendo. En cualquier caso, lo único cierto es que hasta casi entrada la noche, cuando ya era demasiado tarde, no estuvo donde tenía que estar, es decir, en el puesto de mando del Cecopi coordinando las tareas de salvamento y rescate. Esa y no otra es la única y trágica realidad.

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