Feijóo teme que Mazón le arruine el Congreso del PP Europeo de Valencia

Al evento, que se celebrará los días 29 y 30 de abril, acudirá lo más granado del conservadurismo del viejo continente, como Von der Leyen, Merz, Tusk y Tajani

08 de Abril de 2025
Actualizado el 09 de abril
Guardar
Feijóo en una imagen del Congreso del PP de Sevilla de 2022.
Feijóo en una imagen del Congreso del PP de Sevilla de 2022.

Como ya se sabe, el Partido Popular Europeo (PPE) celebra congreso en Valencia los próximos días 29 y 30 de abril. A la capital del Turia acudirá la flor y nata del conservadurismo del viejo continente, pero también un invitado algo incómodo: el innombrable, el enfant maudit, el radiactivo y chamuscado presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, que por lo visto no quiere perderse el sarao para poder sacar pecho (no se sabe de qué). El hombre del Ventorro quizá se haya quedado sordo y ya no escuche, o ciego y ya no vea, o incluso noqueado y viva fuera de la realidad. Pero el caso es que aún no ha asumido que, allá donde va, ha de enfrentarse a un incansable pelotón de valientes y dignos ciudadanos empeñados en recordarle que por su culpa murieron 228 personas aquella nefasta tarde de la riada del 29 de octubre.

Mazón le está echando auténtico rostro y espalda a la cosa, morramen, como suele decirse, y no se va ni con lejía. Se ha aferrado a la poltrona como una lapa y no se resigna a aceptar que lo más oportuno, lo que aconseja la decencia y la lógica, lo que tenía que haber hecho hace ya medio año, es dimitir y marcharse por donde ha venido. Y no solo por su flagrante incompetencia a la hora de gestionar una catástrofe natural, sino porque durante todos estos meses turbulentos ha soltado más mentiras que Pinocho. Sitio al que acude, sitio donde se encuentra con un implacable e improvisado tribunal popular de las aguas, que le recuerda su pasado y le grita esas cosas que a él no le gusta oír como “Mazón a prisión” o “President a Picassent” (así se llama la cárcel provincial valenciana). Él sigue fiel a esa vieja máxima castiza, el “dame pan y dime tonto”, y aguanta lo que le echen, carros y carretas, palos y velas, ya que no tiene vergüenza torera ni la ha conocido (algo cuando menos curioso, viniendo de alguien que se codea con el mundo taurino ultra). Si tuviera o tuviese esa vergonya (como le afean los valencianos), hace ya tiempo que estaría felizmente dimitido, haciendo bricolaje en su casa o metido debajo de la cama para no escuchar esas voces del más allá que le perseguirán para siempre donde quiera que vaya. Lejos de sentir un mínimo de pudor, un pelín de remordimiento de conciencia o una pizca de honestidad y coherencia, él sigue interpretando su papel de cínico, sonrisa Profidén, dientes dientes, como si nada estuviese pasando. Tal es su obsesión con agotar la presente legislatura, seguramente para que le quede la paguita de por vida o pensión vitalicia.

Ayer mismo, el barón valenciano era nuevamente abucheado, esta vez por estudiantes y docentes, a su llegada a la Universidad de Valencia. Todo este espectáculo denigrante y lamentable para la democracia y para la política es el que presumiblemente aguarda a los prebostes del PP Europeo en esa fecha señalada en el calendario en la que se han propuesto debatir sus problemas y retos de cara al futuro, mayormente el auge de la extrema derecha que les está comiendo terreno en toda la UE. En cada ponencia o mesa redonda estará, sin lugar a dudas, ese bravo batallón de valencianos con sus pancartas y eslóganes pidiendo la higiénica dimisión que no llega nunca. Valencianos indignados a las puertas del congreso, valencianos en las calles, valencianos en cada lugar a donde se dirija la comitiva oficial. Será interesante ver la cara de horror de doña Ursula, presidenta de la Comisión Europea, cuando la heroica charanga del pueblo empiece a tocar su habitual pasodoble. Habrá que ver cómo respiran Friedrich Merz, el próximo canciller alemán; el primer ministro polaco, Donald Tusk; el griego Mitsotákis; y el responsable de Exteriores italiano, Antonio Tajani, sorprendidos por la alergia a asumir responsabilidades del político español de derechas. Toda la bilis ciudadana se va a volcar sobre ese congreso que nunca se debió haber llevado a Valencia o, en todo caso, debió haberse celebrado sin la asistencia del apestado. Según fuentes del PP consultadas por Diario16+, el president insiste en tener su minuto de gloria, en soltar el consabido discurso de inauguración e incluso en salir en la foto de familia, embarrando la imagen con el lodo de la dana que va dejando tras de sí. Es evidente que el hombre del Ventorro busca darse un baño de masas para remontar sus maltrechos índices de popularidad. Pero para baño forzoso el que se dieron aquel día miles de valencianos, muy a su pesar, precisamente porque a él se le olvidó apretar el botón rojo de la alerta a los teléfonos móviles.

Nos consta que Feijóo ha tratado de hacer encaje de bolillos en este asunto del congreso, primero tratando de llevarse el evento bien lejos, a Valladolid, a Galicia o a las Canarias, y después, cuando vio que le resultaba imposible mover las fechas y la sede (Francina Armengol se negó en rotundo a darles el día libre), lo ha intentado todo para que Mazón no chupe demasiada cámara. Ya no se trata de meterlo en un armario bajo llave (lo cual sería todavía más cantoso), pero al menos esconderlo en un rincón, entre los ninots indultados del Museo Fallero, y que se vea lo menos posible. “El papelón de tener una cumbre en un ambiente social así…”, ironiza Carlos Cué, tertuliano y periodista de El País. Y que lo digas, compañero.

Lo + leído