Mazón se pone a las órdenes de Trumputin

El "pacto de la vergüenza" PP/Vox abre la puerta a gobiernos autonómicos reaccionarios en la órbita autoritaria marcada por el nuevo fascismo posmoderno

20 de Marzo de 2025
Actualizado el 21 de marzo
Guardar
Mazón anuncia su pacto con Vox.
Mazón anuncia su pacto con Vox.

En Valencia ya no manda Mazón, manda Santiago Abascal. Es el chapapote ultraderechista que deja la nefasta gestión de la riada y los 228 muertos. Los nostálgicos del totalitarismo van conquistando cuotas de poder autonómico, mientras la derecha convencional pacta, compadrea, cabildea y hace la vista gorda por un puñado de votos. Feijóo aún no se ha percatado de lo peligroso que resulta ese juego. El líder gallego se ve a sí mismo como un experto faquir capaz de hipnotizar a la serpiente, con su flauta, y de dirigirla a voluntad. Pero es justamente al contrario: la serpiente lo controla a él con la mirada y, a poco que se descuide, la bicha le muerde, le transmite el veneno y lo deja patas arriba.

Dice Abascal que Mazón va por el buen camino, como un buen español, un patriota y un cristiano de bien. O sea, que ha enderezado el rumbo del president hasta convertirlo en un autómata a control remoto. Todo va a cambiar en la Comunidad Valenciana a partir de ahora. Vox ha dejado de ser muleta para convertirse en bastón de mando, una siniestra metamorfosis que solo tiene un autor: Carlos Mazón Guixot. El exhonorable le ha pasado los trastos al Caudillo de Bilbao y le ha dicho eso de gobierna tú, que a mí me da la risa. Son tantas las mentiras de la dana, es tanta la marea de indignación ciudadana, que a Mazón solo le ha quedado dimitir en diferido, dimitir sin irse, tragando con todo lo que le exija Vox. Y mientras los de Abascal dan el golpe blando, él se dedica a lo único que le queda ya: buscarse buenos abogados para defenderse de la jueza de Catarroja, cumplir con el lobby Gürtel y conservar la paguita de jubilación (para lo cual solo tiene que aguantar un poco más hasta agotar la legislatura).

Ese será el programa político mazonista a partir de ahora, más el paquete de veinte exigencias de Vox contenido en el “pacto de la vergüenza” de cara a los Presupuestos. A saber, participación directa de los ultras en la reconstrucción de Valencia (manejando fondos y objetivos prioritarios); liquidación total de las medidas contra el cambio climático; leña al inmigrante; marginación del idioma valenciano y de la ley de memoria democrática (recuperación del falso relato sobre Franco como gran hombre que hizo mucho por España); primacía del hombre sobre la mujer (con negacionismo de la violencia machista); defenestración del general Pampols (a quien Vox considera un infiltrado o traidor sanchista); asfixia de sindicatos, asociaciones y oenegés y mucho toro y mucha procesión en las calles, como en la España medieval. Con el voxismo como caballo de Troya, ya instalado en el Palau de la Generalitat y abriendo las puertas de la muralla de la democracia a otros gobiernos reaccionarios como el de Murcia (López Miras ya da por hecho otro pacto con los fascistas calcado al de Valencia), la primera fase de la nueva Santa Cruzada Nacional se habrá consumado. Siguiente paso de Abascal: arrodillar a Alberto Núñez Feijóo hasta obligarlo a coaligar y reparto de ministerios. O sea, la bandera del pollo ondeando en la Moncloa.

Hacia eso nos encamina Mazón, que no ha tenido escrúpulos a la hora de vender su alma a cambio de continuar en la poltrona. El jefe del Consell va a pasar a la historia como el más nefasto político de la democracia (lo cual ya es decir), el ilustre comensal de El Ventorro que acabó sus días de camarero y sirviéndole el chuletón de la democracia a la brasa al señorito extremista. Mazón, en el mundo que se ha construido al margen de la realidad, aún cree que es alguien en Valencia. El hombre imprescindible para liderar la reconstrucción tras la riada, el candidato a las mayorías absolutas zaplanistas, el sultán de la derecha levantina. Pobre infeliz. Al agarrarse a la supuesta tabla de salvación del trumpismo fallero no ha hecho más que terminar de hundirse, entregarse, firmar la derrota. Un final mucho menos honorable que la dimisión.

Mazón, en su delirio ultra, es un pobre diablo que ni siquiera puede asomarse al balcón del Ayuntamiento porque le llueven tomates, lechugas y el consabido grito de “Mazón a prisión”, que lo escucha hasta en sueños. Él cree que manda mucho en Valencia, pero detrás tiene a un comisario de la nueva Brigada Político Social dictándole las leyes fundamentales del movimiento MAGA y ni se le ocurra salirse del renglón. Mazón es como uno de aquellos chicos aplicados de la escuela franquista que, atenazado por el miedo al castigo del severo maestro del crucifijo, va tomando nota sumisamente y aprendiendo que la letra con sangre entra. Una sociedad en blanco y negro y con À Punt haciendo las veces de NO-DO, eso es lo que le espera al pueblo valenciano.

Mientras tanto, en la factoría del falso relato de Génova13 siguen fabricando bulos a mansalva para dar cobertura ideológica a la tragicomedia del retorno del fascismo. Lo del comemarrones oficial Borja Sémper tiene su mérito: darle la apariencia de democrático a un partido entregado a los nuevos autócratas no es tarea fácil. El moderao portavoz asegura que el PP no renuncia a “ninguno” de sus principios. Y lo dice después de tragarse una paella rancia cocinada con el arroz franquista. No se lo cree ni él. Aún no ha caído en la cuenta de que toda esta delirante pesadilla de Vox (sucursal española de Trumputin) no es más que un plan internacional diseñado por Moscú para acabar con el Estado de derecho y la Unión Europea. El PP no solo ha renunciado a todo lo decente y bueno de la democracia (libertad y derechos humanos), sino que ha tirado a la basura el programa del patriarca fundador Fraga para sustituirlo por otro todavía más duro y gore. Con su acuerdo de Gobierno, Mazón entra en la órbita de los regímenes autoritarios. Últimamente se le está poniendo una cara de espía del Kremlin que tira para atrás.

Lo + leído