Otro bulo ultra: el nuevo cauce del Turia no lo sufragó Franco, también lo pagaron los valencianos con una tasa especial

Un sello de 25 céntimos de peseta se estuvo cobrando a la población para evitar una riada como la de 1957, que dejó 84 muertos

08 de Noviembre de 2024
Actualizado a las 11:35h
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Imagen del nuevo cauce del Turia, que ha salvado Valencia de la dana destructiva.
Imagen del nuevo cauce del Turia, que ha salvado Valencia de la dana destructiva.

La gran riada de 1957 de Valencia fue de tal magnitud que murieron 84 personas y sumió el casco urbano bajo las aguas durante semanas. El nivel del caudal llegó a los 3 metros de altura y el barro dañó barrios enteros, paralizando la economía durante meses. Ante la tragedia, el Gobierno de Franco decidió elaborar un plan de defensa de Valencia que paliara los daños por avenidas y crecidas del río Turia: desviar el trazado del río hacia el sur y excavar una vía nueva de casi 13 kilómetros, completamente artificial que protegiera de las riadas. Esa línea de defensa, el nuevo cauce convertido en casi un muro de contención, salvó a la ciudad de Valencia el pasado martes, cuando la dana arrasó la provincia entera. Curiosamente, mientras los pueblos de L’Horta Sud quedaban anegados, en el área metropolitana no pasó nada. Ni siquiera se vieron charcos, ya que el sistema de desaguado funcionó a la perfección. Pueblos enteros anegados, Valencia intacta. Una situación realmente chocante.

Las obras del proyecto de Franco, la megaconstrucción, terminaron en diciembre de 1969 y a día de hoy se consideran la culminación de una de las hazañas de ingeniería más importantes de la historia de España. Una obra imponente, sobre todo para los grupos ultraderechistas que estos días sacan pecho, tratando de recuperar la figura del dictador. Los nostálgicos tratan de vender el logro franquista que ha salvado la vida de miles de personas del municipio de Valencia cuando, en realidad, aquella obra faraónica no la financió exclusivamente el Estado totalitario, sino los ciudadanos con sus impuestos, esos mismos impuestos contra los que hoy despotrican los ácratas de derechas, trumpistas y neofascistas. En efecto, el 15 de enero de 1963 Franco puso en circulación la sobretasa que los valencianos debían abonar para que se pudieran llevar a cabo las obras del nuevo cauce dentro del Plan Sur. Popularmente, se conocía como “el sello” y llegaba religiosamente a todos los hogares de los valencianos de la época. Una tasa de 25 céntimos de peseta que los más viejos de la ciudad del Turia aún recuerdan. “Claro, le llegaba a mis padres y recuerdo que ellos la pagaron durante mucho tiempo”, asegura Vicente Llop, un vecino de Malilla. Desde aquel 15 de enero, a las cartas franqueadas en Valencia se les debía añadir un sello especial de 25 céntimos y a los telegramas emitidos desde la ciudad se les aplicó ese mismo tributo especial de 50 céntimos.

“Aquellos sellos, de 25 céntimos de peseta, para franquear el correo postal supusieron la implicación de los valencianos en la financiación del proyecto para desviar el cauce del Turia tras la riada de 1957. Como publicó Las Provincias en 2016, se emitieron 875,7 millones de sellos de 25 céntimos. El Ayuntamiento había recibido en 1966 un adelanto de 320 millones de pesetas, aprobado en Consejo de Ministros. Además, dispuso de la posibilidad de aplicar algunos impuestos especiales que se tradujeron en recargos en contribución, sobre hostelería, teléfonos, telégrafos y los populares sellos del Plan Sur. El valor de la emisión ascendió a 248.925.000 pesetas. Los sellos aportaron un 14% al total: 725 millones”, publica el diario Las Provincias. Además, las cantidades aportadas por el Estado al ayuntamiento para financiar el proyecto se concedieron en concepto de préstamos a devolver, de manera que la cacareada generosidad del Régimen no fue tanto como dicen ahora los admiradores del general.

El famoso sello del cauce del Turia reflejaba, a veces, la imagen de la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad, y también del Miguelete, el Santo Cáliz o el escudo de la ciudad. Como dato curioso, el costo final de los trabajos se estimó en más del triple de lo presupuestado, lo que viene a confirmar que ya entonces funcionaban los contratos inflados que tan de moda han estado en la Comunitat Valenciana en los años de la corrupción de los Gobiernos de Zaplana y Camps. En eso, en el desfalco de las arcas públicas, sí que fue pionero el franquismo.

El proyecto contemplaba tres posibles soluciones: la Norte, Centro y Sur. La primera suponía el desvío del río hacia el norte, uniéndolo al barranco de Carraixet. La segunda la mejora del trazado urbano existente junto con la construcción de un embalse en Villamarchante. Y la tercera, la Solución Sur, la más costosa y colosal, suponía excavar un nuevo trazado desde las afueras de Quart de Poblet hasta el norte de Pinedo, cruzando por medio de la Huerta de Valencia.

Los trabajos se aprobaron por el Consejo de Ministros del 22 de julio de 1958. Las Cortes Generales en la Ley 81 de 1961 establecieron las directrices de financiación del Plan Sur de ordenación de Valencia y su comarca basado en la Solución Sur. La Dirección General de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas (MOP) adjudicó las obras a la unión de empresas CYT (Cubiertas y Tejados) y MZOV (compañía de construcciones del Ferrocarril de Medina del Campo a Zamora y de Orense a Vigo), comenzando los trabajos en febrero de 1965, bajo la dirección de la Confederación Hidrográfica del Júcar.

Las obras del desvío de río concluyeron el 22 de diciembre de 1969 oficialmente, realizando entonces el jefe del estado Francisco Franco una visita a las obras del Plan Sur, dándose por terminado, y quedando pendiente solo algunos remates en viales, ajardinamientos y pequeñas obras. Hacia 1973 estaban finalizadas las obras y dejaron de pasar las aguas por el viejo cauce del Turia, hoy convertido en un gran jardín donde se ubica la Ciudad de las Ciencias con los célebres edificios del arquitecto Calatrava.

No fue solo el Estado en manos del gran dictador Franco quien ejecutó una obra que es cierto se ha revelado como decisiva a la hora de evitar catástrofes como la de 1957. En buena medida, aquel proyecto lo costearon los valencianos con su dinero y su esfuerzo. El sello de los 25 céntimos fue un impuesto en toda regla. Que lo tengan en cuenta los trumpistas ultraliberales de hoy, herederos de aquellos franquistas de entonces, para quienes el Estado debe sostenerse solo con la ley de los mercados, sin ningún tipo de intervención pública en forma de tributos y tasas.

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