Rubiales y el beso de Judas

23 de Agosto de 2023
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Rubiales besa a Jenni Hermoso durante al ceremonia final del Mundial.

Según los Evangelios, Judas Iscariote delató a Jesús de Nazaret en el Huerto de Getsemaní mediante un beso que, según la historiología cristiana, simboliza la traición. Sin embargo, un beso no puede sólo traicionar a una persona, sino a todo un colectivo o a una lucha. Eso fue lo que sucedió el pasado domingo con el ya famoso, por despreciable, beso que Luis Rubiales forzó a la jugadora Jenny Hermoso.

Sí, no hay otra definición: Rubiales forzó a Jenny Hermoso a un beso en los labios, un acto que demuestra el perfil de un personaje oscuro, siempre rodeado de la opacidad y de la falta de transparencia, además de que no es la primera vez que tiene problemas con las mujeres.

No vamos a narrar nuevamente lo que sucedió, está ya muy visto, cómo Rubiales agarra con fuerza la cabeza de la jugadora del Pachuca Femenino y la atrae hacia él para darle un beso en los labios. Eso es forzar, algo que, según se ha denunciado ya, es un acto, cuanto menos sexista.

El mundo del fútbol, tradicionalmente tan tolerante con este tipo de actos, ha reaccionado contra el presidente de la RFEF. Xavier Estrada Fernández, ex árbitro de Primera División, compartió en sus redes sociales el protocolo oficial contra la violencia sexual de la propia Federación. «Podéis valorar si se cumple o no», afirma Estrada. Evidentemente, Rubiales contravino gravemente ese protocolo de violencia sexual.

Las reacciones políticas tampoco se hicieron esperar, tanto en España como en el extranjero, sobre todo, después de que Rubiales dijera que no estaba para «gilipolleces» o «tonterías». Es decir, que normalizó su acto despreciable de presunta violencia sexual y atacó a quienes nos habíamos dado cuenta de qué había sucedido en realidad.

Rubiales siempre ha tenido al fútbol femenino en un tercer o cuarto escalafón dentro de su gestión. Ahora se ha subido al barco, sobre todo cuando empezaron a llegar importantes patrocinadores como, por ejemplo, Iberdrola. No hay más que ver el desprecio con el que trata al fútbol femenino con los terribles e indignos sucesos de la última Copa de la Reina, en la que la ceremonia de entrega de medallas se convirtió en un autoservicio en el que las jugadoras acudían a una mesa sin que nadie de la Federación estuviera allí para entregarles las preseas.

Nadie sabe por qué, pero Luis Rubiales, desde que accedió a la Presidencia de la Federación de Fútbol, ha contado con una importante protección política desde el Consejo Superior de Deportes. Rubiales ha dado muchas razones a María José Rienda, Irene Lozano y José Manuel Franco para que el CSD hubiera actuado contra él.

Diario16 ya publicó en exclusiva los movimientos para controlar las elecciones en distintas federaciones territoriales, incluso saltándose las restricciones por el Covid, apoyando a candidatos con importantes padrinos políticos. También está el caso de la agresión a la arquitecta Yasmina Eid-Maccheh, de la que fue absuelto por falta de pruebas, no porque el hecho no se produjera.

Además, están las informaciones publicadas por el diario El Confidencial que, a pesar de la protección del CSD a Rubiales, ha llevado a la Fiscalía Anticorrupción y a los juzgados a estar investigando desde hace más de un año los documentos que demostrarían las presuntas irregularidades cometidas por Rubiales en el contrato de venta de los derechos de la Supercopa a Arabia Saudí, un país que no es, precisamente, respetuoso con los derechos de las mujeres. Más bien al contrario, es un Estado en el que se ejecuta a las mujeres por actos que en cualquier parte del mundo son normales.

Por todo ello, y por mucho más, el beso de Rubiales a Jenny Hermoso es un acto más que muestra el machismo y el desprecio que tiene el presidente de la Federación hacia las mujeres. Es el beso de la desigualdad, del machismo, del imponer por la fuerza un acto que es violencia sexual y que, por tanto, es un delito. Jenny Hermoso no dio su consentimiento a ese beso, por tanto, fue forzada.

Luis Rubiales es un indeseable que ha manchado la justa libertad sexual de las mujeres y su lucha por la igualdad. Este tipo de pequeños acosos pasan demasiadas veces por alto y se dan en cualquier ámbito pero, en realidad, son actos de violencia y acoso sexual. Llegó la hora de que, tras la infamia que vio todo el mundo, tal y como se ha visto en el desprecio y la denuncia de los medios internacionales, se pase a la acción y ninguna mujer pase por alto un acto así.

A Rubiales, a las mujeres, siempre le costó dar algo. Durante la huelga de árbitras, en la que pedían un salario digno, el presidente de la Federación se mantuvo ausente de las reuniones hasta que el CSD entró en el conflicto. Cuando 15 jugadoras se negaron a ser seleccionadas, porque reivindicaban unas mejores condiciones, Rubiales no dudó en afirmar que pedía respeto «para las que están viniendo y no ponen condiciones para enfundarse la camiseta de la selección. Les ofrecimos diálogo y la respuesta fue la que fue. Lo que queremos es que en el futuro nadie ponga condiciones para venir, que quien decida venir a la selección, cuando se le llame, sea sin ninguna condición; que venga con ganas y con optimismo».

Cuando se han obtenido mejoras no ha sido por Luis Rubiales, sino por la fuerza de las jugadoras de todos los clubes y categorías. La lucha por la igualdad es la que ha conseguido los logros deportivos, unos logros que el presidente de la Federación ha manchado por su mediocridad, prepotencia, machismo, autoritarismo, el clientelismo y la presunta corrupción.

Nadie imagina que si la Federación Española de Fútbol estuviera presidida por una mujer le hubiese dado un beso a Jenny Hermoso como lo hizo Rubiales. Además, desde distintos sectores de la sociedad la habrían tachado rápidamente de un caso de lesbianismo. ¿Qué decir si esa presidenta hubiese forzado un beso en los labios a Jordi Alba tras vencer en la Nations League? A esa misma presidenta la habrían tachado de «fulana». Rubiales podría haber besado también, dentro del clamor del momento, al capitán de la selección española, ¿hubiese sido normal?, pues la próxima vez que no se retraiga.

Los mensajes de desprecio hacia Rubiales han llegado desde todos los ámbitos y le obligaron a una disculpa pública, una disculpa en la que no se atisba un mínimo sentimiento de culpa. Esto le hace aún más culpable. La frase «no me queda otro remedio» es como afirmar que le han obligado a decir algo que no siente. Por tanto, Rubiales sigue pensando que no hizo nada malo.

El gobierno progresista de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz está obligado a actuar de inmediato, y el primero, el ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta, quien, a través del CSD, tiene la posibilidad de inhabilitar a Luis Rubiales a través del Tribunal de Arbitraje Deportivo.

Por otro lado, el fútbol femenino español debe estar dirigido por una mujer. Las normas de la FIFA y de la UEFA impiden una disgregación por género de las competencias de las federaciones pero, a nivel interno, sí que se puede crear una bicefalia a la hora de determinar quién representa a quién, y ese trabajo también le corresponde al gobierno realizarlo a través del CSD y del Ministerio de Cultura por medio de la creación de una nueva legislación que evite episodios como el vivido en la final del Mundial.

«Comedme los huevos»

La conducta de Luis Rubiales en la final del Mundial de Fútbol Femenino tuvo otros elementos de cargado carácter machista y obscenidad. Según se ha podido ver en un vídeo, al lado de la reina Letizia y de la infanta Sofía, en un momento de la celebración, el presidente de la Federación se agarró sus partes en un gesto que significa «comedme los huevos». Esto es inapropiado y motivo de toma de las acciones necesarias para sacar a Rubiales de la Federación.

Además, estos gestos hacen mucho daño a España y no se ha oído a nadie de la extrema derecha, tan patriotas que son ellos, por el daño a la patria que hacen los comportamientos machistas y obscenos de Luis Rubiales. España está inmersa, a nivel deportivo, en la lucha por organizar el Mundial de 2030, candidatura que ha sufrido varios golpes, precisamente, por los comportamientos de Rubiales en los contratos con Arabia o por el Caso Negreira. Ahora viene esto. España no merece esto, ni a eso.

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