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No hay que dejarse amedrentar

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
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análisis

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Soltar la rabia que consume por dentro a quienes ya no se aguantan a sí mismos, porque la sociedad en la que viven no es ni se conduce como ellos quieren, es lo que estamos viendo en las concentraciones y alborotos de una radicalidad, en la acción y el verbo, que sorprende por lo rancio y decimonónico de los mensajes en los que expresan su descontento. Rabia que nace de su incapacidad intelectual para comprender y entender, por qué la realidad social que les circunda se aleja cada vez más de su idea fija de cómo debe ser y funcionar <<su país>>. Ira enardecida por oráculos perversos que animan a salir de las catatumbas a franquistas, falangistas y fascistas, que vuelven a airear sus banderas y odio larvado contra la democracia, y su anhelo perenne de volver a la dictadura, para los que la amnistía e insultar a Pedro Sánchez, son la excusa para expandir su veneno.

Mensajes y soflamas que creíamos olvidadas, perdidas en el arcón del tiempo remoto, que nos hacen ver que la libertad de acción y pensamiento no está conseguida per saecula saeculorum, sino que siempre hay que estar alerta ante los cavernícolas que en estos días de protesta visceral expresan lo más rancio de la historia de nuestro país, que me trae a la memoria los párrafos infames de uno de los muchos artículos que publicaba la prensa de la postguerra que resumen el sentido de la sinrazón y lo rancio. En concreto el publicado en 1948 en la revista La Hora, de la jefatura del Sindicato Español Universitario (SEU), de ideología falangista, que traigo a colación para verificar que lo que gritan los manifestantes en Ferraz, es un calco de la ideología que se inoculaba a la ciudadanía durante el franquismo, para comprobar como el pensamiento retrógrado sigue presente.

Artículo de Antonio Castro Villacañas, miembro del Consejo Nacional del Movimiento, recogido en el magnífico ensayo titulado Usos amorosos de la postguerra española, de Carmen Martín Gaite. Fragmento que dice así: Que no haya sobre la bendita tierra de España otras costumbres que las nuestras. Y si el que defiende esto es un absurdo retrógrado, pues mucho mejor.No queremos el progreso … judío, protestante, ateo y masón … Preferimos el atraso de España, nuestro atraso… a considerar la familia como una sociedad jerarquizada en que los padres tienen el deber de educar a sus hijos al servicio de Dios y de la Patria, y los hijos no tienen derecho a vivir su vida, sino a que su vida sirva para algo. Este alegato contra la modernidad y el progreso, es el mismo que lanzan los manifestantes que rezan el rosario en la puerta de la iglesia del Inmaculado Corazón de María, antes de liarse a palos con la policía.

Más allá de la sorpresa e incluso el temor o el miedo que puede despertar en muchos ciudadanos estas ordalías de cuatro descerebrados, porque no son más que unos pocos miles magnificados por los medios de comunicación; hay que pensar y mantener la cabeza fría. La ira una vez que se suelta pierde sentido, porque requiere de un gran esfuerzo físico y mental para mantenerla viva, salvo para los esquizofrénicos. Por eso no hay que temerles ni dejarse amedrentar por sus bravatas de chulo de barrio: están soltando la rabia, la bilis, almacenada contra la democracia que ni quieren ni aceptan. Una vez agotada volverán al reducto en el que viven, del que han salido gracias a que seres malvados y perversos como Aznar, verdadero ideólogo de la derecha rancia española, y un PP abducido por la extrema derecha de Vox, les animan a hacerlo.

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