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1/1/2017. Los Reyes Magos como castigo y culpa

01 de Enero de 2017
Actualizado el 02 de julio de 2024
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La pobreza se multiplica cuando tienes hijos. Y, si además son todavía tan pequeños que creen en los Reyes Magos, te mueres gota a gota contra el fregadero de la cocina exprimiéndote las meninges sobre a quién puedes pedirle los euros necesarios.Se les puede engañar con la comida: Siempre queda la última patata, el último ajo, un puñado de arroz.Se les puede engañar con la ropa: Los amigos se acostumbran a mandar las prendas usadas que van quedando pequeñas a rodar de familia en familia.Se les puede engañar en general, pero no con los Reyes Magos cuando aún creen en ellos.

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Los Reyes Magos traen regalos para los niños que se han portado bien durante el año. Incluso los ayuntamientos “del cambio” promueven dicha tradición maldita. Una solo comprende el dolor de ciertas costumbres “mágicas” cuando no tiene dinero para hacerlas realidad.Y de repente los hijos interpretan: No hay regalos, ¿de qué sirve portarme bien?O sea: Si no hay regalos, es un castigo.Una solo comprende la bestial injusticia de un castigo a los hijos cuando éste sencillamente depende del dinero que no tienes. ¿Quién los castiga, en ese caso? ¿Qué parte de culpa puedes sacudirte, de la culpa peluda que se te forma en la espalda?

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Escribo esto cuando acaba el primer día de enero de 2017. Recuerdo el dolor, la culpa y el castigo, y no añado nada más porque no es el lugar.Esta noche, después de sortear con mayor o menor éxito, con patatas, arroz o garbanzos, la Nochevieja, cientos de miles de padres en España empiezan a darle vueltas a cómo torear la noche de Reyes. Cuando uno vive al día, se preocupa de las cosas difíciles una detrás de otra. No se puede hacer de otra manera. Se ha superado la Navidad, se ha superado la Nochevieja… juro porque lo sé, que llega lo peor: la noche de Reyes.

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Castigo, culpa, pobreza... Y, sobre todo, vergüenza en una sociedad rica donde todo el mundo podría sufrir un poco menos. Recuerden, si no, su cena de Nochevieja.Mañana seguiré pensando en lo mismo. Aquí también.
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