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Los Reyes Magos traen regalos para los niños que se han portado bien durante el año. Incluso los ayuntamientos “del cambio” promueven dicha tradición maldita. Una solo comprende el dolor de ciertas costumbres “mágicas” cuando no tiene dinero para hacerlas realidad.Y de repente los hijos interpretan: No hay regalos, ¿de qué sirve portarme bien?O sea: Si no hay regalos, es un castigo.Una solo comprende la bestial injusticia de un castigo a los hijos cuando éste sencillamente depende del dinero que no tienes. ¿Quién los castiga, en ese caso? ¿Qué parte de culpa puedes sacudirte, de la culpa peluda que se te forma en la espalda?***
Escribo esto cuando acaba el primer día de enero de 2017. Recuerdo el dolor, la culpa y el castigo, y no añado nada más porque no es el lugar.Esta noche, después de sortear con mayor o menor éxito, con patatas, arroz o garbanzos, la Nochevieja, cientos de miles de padres en España empiezan a darle vueltas a cómo torear la noche de Reyes. Cuando uno vive al día, se preocupa de las cosas difíciles una detrás de otra. No se puede hacer de otra manera. Se ha superado la Navidad, se ha superado la Nochevieja… juro porque lo sé, que llega lo peor: la noche de Reyes.***
Castigo, culpa, pobreza... Y, sobre todo, vergüenza en una sociedad rica donde todo el mundo podría sufrir un poco menos. Recuerden, si no, su cena de Nochevieja.Mañana seguiré pensando en lo mismo. Aquí también.