Si no me equivoco sucedió el lunes 23 de enero. Fue en el plató de
Las Mañanas de Cuatro.
Pablo Iglesias había acudido al programa en persona. La mayoría de las veces, los políticos acuden a estos programas a través de una conexión en directo desde donde estén. Lo llaman “dúplex” y es bastante frustrante para los participantes del plató, porque generalmente no permite preguntas.Aquel día yo tampoco le pregunté nada a Iglesias en directo. Pero tenía una cosa que decirle.Hablar con Pablo Iglesias resulta muy difícil. De hecho, resulta muy difícil incluso que te digan que no puedes hablar con él. Hace cuatro meses
solicité varias entrevistas a líderes políticos. Ninguno de ellos me ha concedido aún la gracia. La gente de Iglesias ni siquiera me ha contestado.Pero al grano.Terminó el programa y no pude resistirme.–¿Me permites un momento, Pablo?Asintió con la cabeza.–Creo que tenéis un problema muy serio.El de
Podemos charlaba con algunos periodistas sobre el daño que les está haciendo su enfrentamiento con
Íñigo Errejón. Es cosa curiosa, alimentarte de algo que te hace daño. Pasa con la droga. Y con algunos dulces o grasas.–Sí, creo que esto está resultando…–No me refiero a lo tuyo con Errejón, aunque también influye. Tenéis un problema muy serio. Se llama Mujeres.Noté que hasta entonces no había logrado llamar completamente su atención. Esa forma de multiplicarse en atenciones leves que tienen los líderes políticos, seguramente imprescindible. A
Felipe González le pasaba lo mismo, y a
Pasqual Maragall. No es que no te hicieran caso, es que notabas que a la vez estaban haciendo caso a otros cuatro y, sobre todo, a sus propios pensamientos. Como cuando la pequeña te cuenta lo de la clase de Ciencias y tú vas repasando la lista de la compra, las llamadas de trabajo y pones una sartén al fuego. Como cuando, durante un coito, te encuentras recordando la entrevista pendiente de transcribir.Sin embargo, la palabra Mujeres rodeó a Pablo Iglesias, lo atrajo y consiguió acaparar sus atenciones.–Tienes toda la razón –admitió.–Si un partido que se pretende joven, progresista, nuevo y de futuro no es capaz de movilizar el voto femenino –argüí–, es imposible no ya que gane, sino que crezca.–Además, el rifirrafe con Íñigo está centrando todavía más la atención en nosotros.–No solo eso. Ya no tenéis mujeres en primerísima línea. Ahí estáis tú, Íñigo Errejón, Pablo Echenique, Rafa Mayoral, Miguel Urbán… Y esa cosa tan masculina de las peleas de gallitos, las batallas.Iglesias se metió hacia su interior unos segundos. Después musitó:–Es la épica. Creo que es por la épica.Alguien desde un par de pasos más allá dijo
Juego de Tronos. No sé si la misma persona u otra tarareó una pieza de
La Guerra de las Galaxias.Renuncié a llevarle la contraria o argumentar. No era eso. No es eso.
***
Ilustrado por una berenjena, el cartel en movimiento dice:Ni PSOENi IURecupera el morado:https://twitter.com/agarzon/status/828999920036233216 Yo, como
Alberto Garzón, no entiendo el ataque a IU. Tampoco entiendo esa manera, en el fondo, de equipararlo al PSOE.Ahora, lo de la berenjena me ha gustado.
***
Mañana, épicos, líricos y dramáticos.