¿Dónde pasará sus vacaciones Sánchez?

27 de Marzo de 2024
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210824-sanchez-canutazo-Pool MoncloaFernando Calvo

La gran pregunta que se hacen los medios más rastreros del periodismo español es esta: “¿Dónde pasará Pedro Sánchez sus vacaciones de Semana Santa?”. Algunos están, nos consta ello, llamando a sus contactos en Moncloa o en las Fuerzas Armadas para conocer el destino concreto. Algunos ya están preparando sus simulaciones (por ejemplo, congregar a unos cuantos cabezas locas para que insulten al presidente) para poder difundir algún tipo de bulo en redes sociales. Otros, los que van de más serios, tienen a algún redactor en espera para que indique cuánto va a costar a los españoles ese retiro.

Igual esta Semana Santa se queda en Moncloa, enclaustrado, haciendo algún acto de contrición. O decide ir a Waterloo. No. Seguro que sale algún día a disfrutar del Patrimonio Nacional porque es un pijo redomado. Lo ha sido siempre. Eso sí lo que nunca sabremos es a quién se lleva con él. Al final se sabrá que han ido diez, ocho o quince personas, pero no la identidad de las mismas. Secretismo.

— «El Viernes Santo ha quedado con Letizia para pecar contra el sexto»…

— «¡Cállese señor Peñafiel! Que además de chochear la sigue teniendo clavada con la Monarquía».

Tras este lapsus se retoma la narración.

No sabremos quienes son, pero el perfil es más que probable. Algunos pelotas que le digan lo bueno, carismático y superior que es. El ego hay que alimentarlo constantemente y las vacaciones no son mal momento para ello. Algunos amigos con intereses, esto es, amigos a los que conseguir sacar algo a futuro, cuando ya no esté en política. Dos o tres amigos de la pareja, para poder pasear tranquilamente por las veredas y que no le pregunten por los negocios de Begoña Gómez, la mujer del César que ni lo es, ni lo aparenta.

También podría ir solo con la familia y dedicarse a hacer un pequeño borrador de sus futuras memorias…. que escribiría otra persona, como es habitual. En esta ocasión comenzaría con la campaña de insultos lanzados contra él para destruirle pese a llevar a España a una nueva concordia y mejora económica. Seguro que Carles Puigdemont le llama por teléfono para acordar el referéndum de autodeterminación —que se llamaría algo así como: “Consulta consultiva para la aceptación de la resiliencia catalana en un mundo donde el peligro climático incide en el pluralismo y la autonomía”— y le da la tarde. O el algún medio dicen que su esposa apañó algún negociete para amigos, esta vez de la Complutense (Universidad donde ninguno de los dos terminaron estudios por carencias). No pasa nada, saca al lebrel Óscar a pasear y muerda algunos tobillos.

Porque en el mundo sanchista, que un vocingleras como Óscar Puente sea un macarra, pese a ser ministro, es lo más normal del mundo. Todos están contra ellos. Esa manía persecutoria de todo dictador o dictadorzuerlo. Alguno dirá que Alfonso Guerra también ladraba. Sí, pero con mucha más gracia. No es lo mismo decir “Tahúr del Mississippi con chaleco floreado” que sarnoso. O calificar de marmolillo a un ministro que pintaba poco. O decir a otro ministro que de cada dos veces que habla, en tres muge y en dos embiste. Hasta para insultar hay que tener inteligencia.

Lo que sí es seguro es lo siguiente: uno, llevará maquillaje para que no se le noten los defectos; y dos, tendrá un enorme espejo en el que, como la reina del cuento, poder mirarse y preguntar quién es el mejor presidente de la historia mundial. Alguno, con toda la mala intención del mundo, dirá que es una pena que no haya un río claro como el de Narciso. De todo cabe en la viña del señor. Tampoco hay que hacer demasiado lío con ello porque la prensa en España es muy de partido y bastantes se cagaban cuando lo hacían los suyos (no llegaban los dinero de publicidad) igual o más.

A ser posible que no comunique nada, que esté calladito, que no nos deje fotos, aguantar a los sugus sanchistas es tan insano como a los buleros habituales —ya saben, el condenas, el folla-ardillas, el niño tonto y demás. Si este fuese un país serio en Semana Santa deberían prohibirse expresiones políticas en general, que los españoles lo necesitan. Pero no faltarán las farisaícas estampas de peperos y voxeros en procesiones, mientras en sus diferentes cargos no hacen más que aprobar políticas contrarias a la Doctrina católica. Y la loca de viaje, con todo pagado, por esos mundos de dios diciendo tonterías. ¡¡¡Déjennos en paz!!!

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