Junts junto al PP y Vox tumban el Real Decreto de Ley óminibus del Gobierno y el impuesto a las eléctricas. Entre las medidas que contienen tal decreto se subrayan: revalorizar las pensiones, mantener la rebaja del abono del transporte, ayudas para los afectados y las afectadas por la DANA, suspender desahucios y prohibición de corte de suministros, entre otros. Además, de no tocar los beneficios a las empresas del sector energético.
Pues bien, ¿qué significa tal acto del “triunvirato” de la derecha? Muy simple. Y se resume en dos cuestiones: UNO, para la sociedad se resumen en mayor precariedad en sus realidades socioeconómicas; es decir, más desigualdad aún. DOS, un único objetivo de derrocar al gobierno actual cueste lo que cueste sin importar lo más mínimo una sensibilidad social. Asimismo, queda en evidencia los intereses partidistas del “triunvirato” en contra del favor colectivo de la población.
En esta línea, qué pensarán los pensionistas al no subirle sus emolumentos; qué dirán los indignados afectados por la DANA al seguir viendo su patrimonio lleno de lodo; qué reflexión harán los que vean que se le encarece el billete del transporte público para ir a su centro de trabajo inmolando así su poder adquisitivo; qué se le pasará por la cabeza a las persona en el alambre del desahucio. Por no mencionar, la decepción que tendrá la ciudadanía al ver, con incredulidad, la posición que mantienen el “triunvirato” de derecha protegiendo los beneficios extraordinarios de las empresas energéticas al no querer incorporarle un impuesto; que, con ello, contribuiría en ayudar, por medio de políticas sociales, a las familias más vulnerables.
A partir de aquí, no nos podemos escandalizar cuando la sociedad vota a partidos de derecha extrema o, simplemente, la gente se derechiza ya que con estos movimientos de los partidos políticos deja claro que entre sus fines no se encuentra mejorar la vida de sus conciudadanos. Por ello, si los partidos políticos actuales no evitan la sangría de la desigualdad el futuro va de la mano de los mensajes populistas con aroma a fascismo.
Siempre creí, que más allá de las rivalidades políticas entre partidos, el Congreso de Diputados debía ser un templo con un espíritu parlamentario suficiente para debatir propuestas con la mirada fijada en el beneficio de la sociedad en ese ansía por la generación de oportunidades.
Sin embargo, observando el panorama actual se refleja que la actitud de la oposición tiene como única línea política quitar del medio, sea como sea, al actual ejecutivo. Es cierto, que es una estrategia legítima pero esa actitud nos conduce en el sendero de una polarización social, cada vez más extrema; y a la degradación paupérrima, y creciente, de los medio de vida en las personas.
Y con este panorama, de derogar leyes, queda patente que el “triunvirato” de derecha está más preocupado por proteger, con “energía”, a las oligarquías y a sus intereses partidistas que en solucionar los desafíos que hoy nos incumben como la desigualdad, el cambio climático, la desinformación y la migración.
Por ello, Andalucía debe reaccionar ante una situación de marginalidad en cualquier debate de nivel estatal. De ahí, que en el Parlamento español, estemos huérfanos de partidos andalucistas provocando así que nuestras miserias nunca sean escuchadas y, muchos menos, denunciadas.
¿Cómo es posible? Que una nación como la catalana tenga a todo un gobierno en jaque tumbando decretos leyes; y nosotros con más habitantes y con una historia más rica siempre tengamos que arrodillarnos ante la limosna. Andaluces y andaluzas, ¡ya basta! Tenemos que levantarnos. No podemos conformarnos con el lugar que nos han colocado con la cantidad de recursos socioeconómicos que poseemos.
Por otro lado, la desigualdad no es sólo culpa del “triunvirato” de derecha que el gobierno actual también es cómplice de la inequidad, “tras siglos de guerra”, que viven las calles de Andalucía.
Según Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social (EAPN-A) el 38,7% de la población andaluza está en riesgo de pobreza y/o exclusión social; es decir, uno de cada tres andaluces y andaluzas son desiguales.
Este dato, 1d3andaluz, va más allá de una simple cifra es un sistema que no solo desequilibra la renta y riqueza entre las personas si no que, además, afecta a otras esferas de la sociedad andaluza como edad, género, procedencia geográfica, cultura, religión, etnia, y capacidades diferentes, entre otras.
De esta manera, el 1d3andaluz atenta, directamente, contra el acceso inequitativo a los recursos socioeconómicos (sanidad, educación, servicios sociales, mercado laboral), produciendo discriminación societaria, e incide negativamente a la destrucción del medio ambiente. Todos estos elementos se van reforzando mutuamente propiciando un malestar general que potencia la desconfianza en las instituciones y acentúa brechas y descontento social que, unido a una crispación política, vislumbra graves conflictos sociales.
De ahí, que el 1d3andaluz, no sólo pertenece al PP sino también al PSOE que, tras casi cuarenta años de gobierno en San Telmo, forma parte de su currículo vitae. Por tanto, reiterándome, el 1d3andaluz también es una magnífica obra del PSOE.
Andalucía, o se construye un partido andalucista, sin centralismo, con el objetivo de formar parte en las negociaciones de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), al igual que hacen Cataluña, País Vasco, Canarias y Galicia; o vamos directamente “Junts” y con “energía” hacia la desigualdad.
#noal1d3andaluz