Para ponernos en órbita andaluza, según Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social (EAPN-A) el 38,7% de la población andaluza está en riesgo de pobreza y/o exclusión social. Esto pone de manifiesto, nada más y nada menos, que “uno de cada tres familias andaluzas (1d3andaluz)”, aproximadamente, son desiguales con todo lo negativo que esto implica socioeconómicamente; y ya no sólo Andalucía sino para cualquier nación que posea tal desastroso dato.
Evidentemente, al no ser una cuestión coyuntural sino que llevamos “siglo y siglos de guerra” con esta situación; podríamos decir sin necesidad de atender a las estadísticas ni desarrollar ningún estudio que el 1d3andaluz no es, únicamente, un dato sino todo un sistema. Este sistema es un conglomerado de mecanismos socioeconómicos que propician unas reglas del juego que hacen que uno de cada tres familias andaluzas no tengan las mismas oportunidades socioeconómicas. Asimismo, esto nos encamina a la precariedad (uno de cada tres andaluces y andaluzas que trabaja es pobre), desempleo (eternamente en la cola de la Unión Europea) o, más triste, directamente a la pista de salida de la migración (más de un millón de andaluces y andaluzas viven en el extranjero).
Dentro de las fuerzas socioeconómicas que nos llevan a la trampa del 1d3andaluz se destacan “ocho” elementos: 1.Priorización en privatizar y concertar los servicios considerados universales relacionados con educación, sanidad y servicios sociales; 2. Especialización en el sector servicio (turismo, agricultura y rentismo) con una baja productividad; 3. Mercados totalmente desregulados que fomenta la concentración de los recursos socioeconómicos (oligopolios) al 1% de la población; 4. Supresión del impuesto al patrimonio que hace que los tributos sean menos progresivos. Además, existe una financiación autonómica caduca; 5. Formación humana sin definición acertada. 6. Sin preocupación del medio ambiente; 7. Sin propiedad en absoluto de cualquier bien y servicio que pertenezca a la cesta de la compra (alimentación, vivienda, servicios financieros y energía, entre otros); y 8. Sin voz. Si no hay partido político andalucista en el Congreso de los Diputados no existe representación en la configuración de los Presupuestos Generales del Estado.
En este sentido, estos elementos socioeconómicos, marcan la consigna andaluza del 1d3andaluz donde nos prohíben el “acceso” y marcan nuestro “destino”.
Los andaluces y andaluzas convivimos, de manera injusta, con distintos niveles de “acceso” a la cobertura socioeconómica (sanidad, educación y servicios sociales); y, además, no todos y todas tenemos las mismas posibilidades en el mercado laboral puesto que un grupo reducido de personas podrán acceder a un puesto de trabajo de calidad mientras que la mayoría no tendrán tanta suerte. Eso por no hablar de la vivienda, energía o servicios financieros; es decir, cualquier elemento que incorpore la cesta de la compra. Finalmente, después de más de cuarenta años de Constitución y más de treinta años de Unión Europea, la vida andaluza sigue igual: el acceso a llegar a fin de mes dependerá de tu nivel de renta y, lo más triste aún, de componentes como la raza, etnia, edad, geografía, acento, orientación sexual y género, entre otros.
En esta línea, el acceso al mercado laboral, elemento clave para poder satisfacer necesidades, no está vinculado, exclusivamente, a depender de los elementos comentado con anterioridad. El problema que tiene Andalucía a la hora de ofrecerte una buena inserción en el mercado laboral es más profundo puesto que su origen radica de la capacidad productiva de la nación.
En este caso, la productividad es una de las mayores causas que contribuyen a hacer que el 1d3andaluz sea estructural. Con baja productividad en nuestra economía andaluza, ni las empresas tienen los beneficios esperados, ni los salarios son los más altos ni muchos menos las inversiones serán las que necesitamos, y lo más peligroso es que así nuestro Estado del Bienestar queda bajo mínimos. Andalucía, básicamente, viste una economía altamente terciarizada donde su gran pulmón es el turismo con todo lo que ello implica. Claro, si hablásemos de un sector turístico que premia al trabajador con buenos salarios y correctas jornadas laborales; y, además, gran parte de las empresas relacionadas mantienen el capital en el territorio sería fantástico. Sin embargo, fabricamos un turismo de precariedad en el trabajador o trabajadora, parte importante de los beneficios son trasladados a otras naciones y, por si fuera poco, están expulsando a miles de ciudadanos a las periferias de las ciudades o directamente a otros lugares. Esto último, direcciona a las ciudades andaluzas a perder, gradualmente, todo su encanto, costumbres y de una magia cultural de más de tres mil años de historia.
A lo anterior, se suma otros sectores importantes de nuestra economía como son el comercio, la construcción y la agricultura con el denominador común de empleos de baja calidad caracterizado por bajos salarios y jornadas laborales extensas que subrayan, igualmente, una baja productividad que asoma así un círculo vicioso que visualiza nuestra trampa del 1d3andaluz. De esta manera, los andaluces y andaluzas, por mucho Estatuto firmado, tenemos colocado el cartel de “prohibido el acceso”.
Unido a lo anterior la segunda consigna del andaluz o andaluza es no tener ni voz ni voto en las decisiones tanto de España como de Europa; es decir, que el andalucismo no tenga representación en ninguna institución lo que genera que no podamos denunciar nuestro 1d3andaluz, ni proponer alternativas ni defender nuestros intereses. En este sentido, estamos abocados que no seamos dueños de nuestros recursos, y, lo más importante, de nuestro “destino”. Así que somos esclavos de no escribir nuestra historia, no ser protagonista de nuestro futuro, ser dependientes y estar pidiendo limosna como cualquier país colonizado.
Por ello, es importante que un partido andalucista esté presente en el Congreso de Diputados o en el Parlamento Europeo para la configuración de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), ya que la distribución de los recursos económicos es uno de los aspectos fundamentales para el desarrollo de una nación como Andalucía. Al ser parte de la toma de decisiones en cuanto a la asignación de fondos públicos, un partido andalucista no sólo podría garantizar que se destinen los recursos necesarios para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos e impulsar el desarrollo económico sino que el “destino” de esas inversiones podrán ser conducidos, si lo decidimos, a sectores económicos de gran productividad vinculados con la producción de bienes y servicios de gran contenido tecnológico.
También, un andalucismo alternativo en las instituciones defenderá siempre los intereses específicos de Andalucía en la elaboración de los presupuestos, asegurando que se tengan en cuenta las necesidades y prioridades del país. Esto es especialmente importante dado que Andalucía es una de los territorios más poblados de España y cuenta con importantes retos en áreas como la educación, la sanidad, la infraestructura, productividad, agricultura y el empleo.
Por otro lado, es imprescindible ser dueño de las inversiones para construir el “destino” de Andalucía, ya que tales decisiones propias pueden jugar un papel fundamental para propiciar generación de oportunidades. Al tener la capacidad de decidir en qué se invierten los recursos públicos, un partido andalucista podría impulsar proyectos viables socioeconómicamente que favorezcan el progreso propio de la región, la creación de empleo, la mejora de la infraestructura y la protección del medio ambiente, entre otros aspectos.
En resumen, la presencia de un partido andalucista en el Congreso de Diputados y Parlamento Europeo es crucial para garantizar que Andalucía cuente con los recursos necesarios para su desarrollo y para defender los intereses de la nación andaluza en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado. Ser dueño de las inversiones permite construir un “destino” propio en la nación, impulsando un progreso al servicio de las necesidades andaluzas y el bienestar de sus habitantes.
No podemos contentarnos con un andalucismo cultural y, folclórico exclusivamente, sino es el momento de un movimiento andalucista que una a todos y todas las y los andalucistas que crean en un modelo socioeconómico alternativo y que permita la adhesión de oportunidades. Uno que reivindique la identidad y los derechos de la comunidad andaluza; denuncie el 1d3andaluz; y fomenten proyectos que mejoren nuestra productividad. Trabajar por el Andalucismo es importante porque promueve de nuestro “acceso” y permite escribir nuestro “destino” para así lograr la ansiada soberanía.
Edificar un Andalucismo inclusivo es determinante para combatir la discriminación y el estereotipo que muchas veces se tiene sobre nosotros y nosotras, con el fin de originar un sentido de orgullo y pertenencia con nuestra cultura rica y diversa.
Si se trabaja por el Andalucismo, se fomenta la participación ciudadana, la defensa de los valores democráticos y la construcción de una sociedad andaluza más justa y equitativa. Es importante que la sociedad andaluza se involucre en esta lucha para lograr un mayor reconocimiento y respeto por nuestra identidad y nuestras raíces.
En definitiva, el Andalucismo es una causa importante que merece la atención y el esfuerzo de todos los andaluces y andaluzas, ya que representa la defensa de nuestra cultura, nuestra historia y nuestro futuro como “gente”.
Andalucía, no podemos aceptar más las directrices que nos marcan tanto la UE como el centralismo español en su doctrina de incorporarnos sectores económicos de ínfima productividad ya que nos acerca, día a día, hacia el abismo del 1d3andaluz.
Ahora es el momento de galopar por mejorar nuestro “acceso” para ser poseedores de nuestro “destino” ya que de lo contrario la soberanía jamás nos pertenecerá.
Viva Andalucía libre…NO NI NA
#noal1d3andaluz
X la revolución de los desiguales