Recientemente leí en Eldiario.es una noticia sorprendente sobre Romancos, un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara, a 50 km de la capital, dedicado a la agricultura y algo de ganado Se planeaba construir una planta de biogás. Como resultado, la alcaldesa Ángeles Clemente ha tenido que renunciar, y ahora hay una comisión gestora en funcionamiento.
Para comprender la situación, es necesario saber cómo funcionan los pueblos, lo mal que se suelen llevar y las dificultades que suelen tener. Clemente, bajo el paraguas del PSOE, ha gobernado bien, luchando siempre por su pueblo. Sin embargo, cuando una es muy celosa de lo suyo, puede haber causado fricciones con aquellos de los que depende en jerarquía.
Romancos, una pedanía de Brihuega, nunca ha tenido una buena relación con su matriz. Si esta última controla los presupuestos, todos deben acatar sus decisiones. Clemente, al parecer, buscaba autonomía y propuso varios proyectos, incluyendo la planta de biogás, que habría cubierto el presupuesto del pueblo por diez años. Sin embargo, no prosperó, lo que llevó a la oposición unánime. Es necesario cuestionar el porqué de esta situación.
Con la comisión, la actividad del pueblo se ha normalizado, pero esto no fue una decisión votada por los ciudadanos. ¿No es esto revelador? En este caso, todo parece haber sido fraguado por miembros del mismo partido socialista, con disputas internas. Es lamentable que no hayan logrado un consenso.
Los intereses creados
Según la alcaldesa, Pablo Bellido, secretario general del PSOE en Guadalajara, estuvo de acuerdo, pero Luis no quería. Otras fuentes matizan que lo que se ha referido es que él no está en contra de las plantas de biogás, pero para que se pudiera realizar este proyecto tendría que contar con el apoyo de Brihuega, y el ayuntamiento no estaba de acuerdo.
No desean placas solares ni molinos de viento. La planta, está impulsada por Verdalia Bioenergy y respaldada por la sociedad Goldman Sachs, lo que parece suficiente garantía, llevaría el nombre de ‘Proyecto Lavanda’. Podría haber conflicto aquí. Viejo no quiere que nada eclipse los campos de lavanda de Brihuega, ya que podría afectar su aroma con malos olores. Luego, las montañas de camiones invadirían, y podrían llegar macro granjas.
Argumentos pobres, porque bastaría con no autorizarlos. También se pueden controlar los olores. Parece que aquí solo debe haber campos de Lavanda. ¿Y qué pasa con los pueblos que se están abandonando? Que se las arreglen, dice Viejo. Esto es solidaridad, fraternidad y libertad. O yo, o nadie. Cierre de banda. Solo miran al terruño de Lavanda sin levantar la cabeza para abrirse a nuevas perspectivas. Con el alcalde de Brihuega se opuso toda la comarca, porque “Luis no quiere”. Amplitud de miras se puede llamar esto.
Ha sido una temporada de fuerte confrontación, polarizándolo todo. Actualmente, Rafael Esteban, Secretario de Organización del PSOE Provincial y encargado de la pacificación, ha mantenido un periodo de intenso diálogo con el alcalde de Brihuega. ¿Y qué hay de la alcaldesa de Romancos? En este caso, Brihuega tiene la influencia y el poder, mientras que Romancos es menos significativo.
A pesar de ello, no se ha logrado mucho, y surge la pregunta de si la situación volverá a complicarse a la primera oportunidad. Personalmente, animo a la Asociación de Mujeres del pueblo a continuar luchando, ya que tienen razón.
Es importante reconocer que el biogás es una energía renovable, poderosa y reductora de residuos, una forma de energía limpia que enfrenta desafíos que debemos superar. Contamos con los recursos necesarios y representa una contribución a la economía circular y sostenible en la lucha contra el cambio climático. Además, tiene aplicaciones en la generación de energía eléctrica y térmica.
La creación de empleo en áreas rurales gracias al biogás puede ser significativa. Este recurso se conoce como capitalismo verde, y no debemos cerrarnos al futuro, ni permitir que un pueblo muera, cuando tiene posibilidades de sobrevivir, lo cual sería extremadamente inhumano.
Comprendo la función de los alcaldes, que deben ser estimulantes y accesibles para todos, sin llevarse mal con nadie, ya que tienen la responsabilidad de atender a quien se acerque, necesitando ayuda. En el caso de un pueblo entero, la atención debe ser aún mayor, porque lucha por sobrevivir y ofrecer también servicios a las localidades más cercanas.
No tiene sentido despreciarlos, es absurdo, especialmente cuando se conocen y se ven casi a diario. Si han sido elegidos, es porque existe confianza en ellos, y no se les puede defraudar. Lo mínimo que se puede hacer es dialogar y no rechazar sus iniciativas, que son siempre válidas, especialmente en un pueblo pequeño donde todos se conocen y trabajan unos para otros.
No olvidemos nuestro Teatro Clásico: "El mejor alcalde, el rey". Los tiempos de las alcaldadas han terminado; no son democráticas ni valiosas. Las daba el alcalde, avalado por la Guardia Civil en tiempos de la Dictadura.
Alcaldes de todos los pueblos, ciudades y capitales, bajen de su pedestal y no crean que lo que tienen hoy les pertenecerá mañana.