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Aunque hayan sido los jueces los que le echaron

06 de Junio de 2018
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foto justicia
Dice Bertolt Brecht: El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de la alubia, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.Desde aquello de “no te metas en política”, que lo que buscaba era este analfabetismo, hasta el ruido ensordecedor de las tertulias de ahora, donde se busca la servidumbre de la opinión pública, todo ha sido un impedir que tengamos algo de educación política, más en el momento de mayor nivel educativo. Las entrevistas a los políticos lo complican otro tanto, el abuso de la hemeroteca, el alcachofazo finish, becados y becadas a la caza y captura de la anécdota, deja pocas posibilidades al verdadero debate de ideas que ya en una sociedad como la nuestra no debería estar ausente.El asco por la comida, en la mayoría de los casos, no se debe al alimento, sino a su presentación y cocinado. Y ya nos quieren asquear manoseando el menú parlamentario, con burla y malagüero. Que todavía no se vea que el mayor daño a la economía lo hace la corrupción. Que no se vea que la política representativa sólo ha representado a intereses privados. Que no se sepa que España está mil veces peor de lo que estaba. Forma parte de la inopia política en la que vivimos los ciudadanos.Ni actuamos contra la Dictadura que se nos coló con la Transición por no perdernos un capítulo de los Botejara. Ni hubo generación joven que rompiera la cúpula de los partidos políticos, y dejamos solo a Labordeta. Y no hemos sabido echar a unos políticos corruptos, como en otros países hicieron sólo con saber de los papeles de Panamá. Han sido los jueces los que han tomado la decisión por nosotros. Como ciudadanos (no es culpa de Partidos), no hemos estado a la altura por enésima vez.Pero, de todo lo malo puede salir algo bueno. No necesitamos ir corriendo a ninguna parte. Hay que parar. Debemos recomponer la dignidad como colectivo y religarnos (empezando por reconocer la desigualdad enorme entre territorios). Creo que debería abrirse un tiempo de silencio. Que permita que se mueran de muerte natural los viejos políticos y sus viejas rencillas. Desbloquear las leyes aprobadas, acercando el ascua al frío de los más necesitados. Políticos jóvenes que no distraigan a la muchedumbre y que hablen de política cruda, de economía de las necesidades, de la educación para la mejora. Y que extraigamos de la Biblia el único valor que ella contiene: amar al prójimo como a ti mismo.
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