Esta semana se ha inaugurado en el Claustro García Matos del Complejo Cultural San Francisco de Cáceres una exposición sobre la democracia en las paredes después de las dictaduras portuguesa y española. Esta acción forma parte de las actividades recogidas para conmemorar los 50 años de España en libertad por parte del Gobierno de España.
Durante los próximos días vamos a poder disfrutar (hasta el 20 de mayo) de una buena muestra de la memoria visual de la Transición. Lo que se ha venido a denominar “ los carteles de la Democracia”.
Se trata de una colección de arte mural urbano que decoró las calles de nuestros pueblos y ciudades llenándolas de color y reivindicación a mediados de los años 70 del siglo pasado.
Concretamente nos encontramos ante una reapropiación de los espacios públicos en los que se recogen mensajes de gran actualidad internacional en aquellos intensos momentos. Podemos citar, a modo de ejemplos asuntos como los derivados del golpe de Estado de Pinochet contra el Chile de Allende en 1973, la revolución de los claveles contra la dictadura de Salazar en Portugal el 25 de abril de 1974 o la revolución sandinista en la Nicaragua de Somoza en 1979.
Sobrevuelan en estos espacios figuras emblemáticas como la del Che Guevara que dio paso a que, no solo en las calles, sino en muchos hogares y en ambientes intelectuales y sociales, se diera pie a impulsar los movimientos en pro de la libertad en las transiciones española y portuguesa.
¿Qué temas eran los más habituales en plasmar los mensajes de estas pintadas que poblaron nuestros muros?
La casuística va a ser múltiple: desde el terrorismo de extrema derecha, hasta la llamada a las urnas o el descubrimiento para toda la ciudadanía de los partidos clásicos existentes antes de la Dictadura, junto a los emergentes ( aquello que se dio en denominar “sopa de siglas”).
La Constitución y la España de las Autonomías nos da pie a una temática más social, como pueden ser las apelaciones a la amnistía, la memoria republicana o contra la especulación.
Llaman la atención los murales colectivos, enormes espacios donde se muestra la participación popular, los deseos de esa multitud sin rostro en los que aparecen reiterativamente los trabajadores y las mujeres.
Por último, tenemos que destacar el papel de los movimientos sociales: los ecologistas, la llamada a la liberación sexual, a la paz, las peticiones de soluciones a los problemas de la vivienda ( como en la actualidad….), los derechos LGTBI, la educación, la reforma agraria, el feminismo…
En conclusión, una ventana abierta a la entrada de nuevos aires. Un anhelo de recuperación de una libertad y una democracia tantos años arrebatada.
En definitiva, una memoria visual de una época en la que todos los cambios se producían con inusitada rapidez, en la mayoría de los casos, aunque se seguía pidiendo celeridad para muchísimas necesidades pendientes de resolver. Y siempre con el miedo y la amenaza a una marcha atrás.