Hace ya varias semanas Beatriz Talegón, directora de opinión de este periódico, me lanzó el guante.
La censura. ¿Es peor ahora con el algoritmo y sus alrededores que en la época de la dictadura?
Es un tema sobre el que se pueden escribir 500 folios sin agotarlo, pero supongo que Beatriz esperaba de mí una respuesta breve, es mi especialidad, y razonada.
Voy a intentarlo.
La censura en la época de Franco era genial. Genial porque era una aventura: desafiar al monstruo tenía como premio el aplauso de gran parte de la comunidad internacional y de todos los rebeldes. Saura mandando mensajes en clave en sus películas:
-No te ayudes con la mano "izquierda".
Hasta ir a la cárcel era motivo de prestigio.
La censura actual es lapidación, abucheo y desprecio general. Quien tiene opinión propia es ninguneado por todos aquellos que perteneciendo a uno u otro grupo se expresan de modo doctrinario. No está permitido escuchar ni razonar. Se puede ser del Real Madrid o del Barcelona, pero no amante simplemente del fútbol.
La censura del algoritmo es un poco menos mala que la de la abucheo y la falta de respeto por la opinión personal, porque también es aventura y lucha contra un monstruo dictador. Y en esa estela se sigue aplaudiendo al rebelde en los márgenes más salvajes de la sociedad.
Pero la censura más grave es, y siempre ha sido, la final: la que ejercemos contra nosotros mismos. Y en ese sentido somos todos menos valientes cuando tenemos familia y edad.
Sólo en el arte, y de modo específico: sólo en el arte que no enseñamos a nadie, o prácticamente a nadie los creadores, y pensadores, aún podemos optar por el camino elegido por Darrell Standing, el protagonista de la novela El Vagabundo De Las Estrellas de Jack London. En nuestro mundo interior sí puede reír y cantar y bailar y pegar gritos la libertad.
Palabra que por otra parte ya apenas vale nada. LIBERTAD.
Libertad de expresión. Una bandera que ya la izquierda no se atreve a enarbolar jamás.
El que piensa diferente a las mayorías de uno u otro sesgo es tildado de conspiranoico; y el Apocalipsis -nos aseguran desde todas partes para tenernos aterrorizados y disminuidos- está a punto de llegar llegar: virus, cambio climático, definitiva Guerra Mundial…
Sin embargo cualquier persona que piensa es capaz de encontrar su propia verdad. Respetate a ti mismo, lector. Disfruta de la inconmensurable maravilla que es estar vivo. No creo que entre tanto y continuo ruido pueda aspirarse a mucho más.